Situada junto a la desembocadura del Tíber, Ostia se muestra como un punto fundamental para comprender la llegada y consumo de Roma, la principal metrópolis mundial con anterioridad al periodo industrial. No obstante, como es bien conocido, durante el periodo Republicano y hasta la creación del cercano puerto de Portus durante el principado de Claudio, los principales puertos de Roma se encuentran en la Bahía de Nápoles, actuando la zona de la desembocadura del Tíber como un receptor secundario de personas y mercancías provenientes de Puzzoli, Misseno o la misma Nápoles.

El importante depósito de La Longarina, objeto de estudio de un equipo hispano-italiano, cuenta con dos fases cronológicas bien marcadas, asociadas a la propia naturaleza del contexto y su función para drenar y contener las continuas subidas del Tíber en la zona. El material más temprano se enmarca en los decenios centrales del siglo I a.C., mientras que el más tardío sería del segundo o tercer decenio d.C. Ambos momentos son anteriores a la fundación de Portus, pero corresponden con un periodo de continuo crecimiento demográfico de Roma y de su papel como principal potencia mediterránea. 

El proyecto de estudio de materiales de La Longarina se inició oficialmente en el año 2020 mediante la firma de un primer convenio de colaboración con la Sopraintendenza de Ostia y la Supraintendenza del Lazio. Sin embargo, por motivos relacionados con la pandemia de Covid, no fue posible llevar a cabo la primera campaña hasta octubre de 2021, siendo continuada tanto en 2022 como en 2023. En los próximos años están previstas tres campañas más de trabajo hasta 2026. En este proyecto ha participado personal de la Supraintendenza del Lazio, junto con estudiantes de la UCM y de la Universidad de Florencia