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Mi ideario

 

Creo que la universidad debe ser un reflejo de nuestros ideales de vida, que sobre ella debemos proyectar el modelo de aquella sociedad a la que aspiramos: justa, igualitaria y libre. Expresión de esa idea de universalidad y magisterio de la que procedemos, al menos etimológicamente (universitās magistrōrum et scholārium). Y lo afirmo porque creo que cientos de años después aún estamos bastante lejos de este ideal que solo expresa un lugar tan común y compartido, que se diría lo hemos vaciado de contenido. Por eso mi ideario quiere confrontarse con la autocomplacencia.

Creo en la libertad de expresión, en la libertad de pensamiento y en la libertad de cátedra. Y veo a mi alrededor excesivo corporativismo, jerarquías, poderes fácticos, clientelismo y “meritocracia”. Creo en la necesidad de adoptar un compromiso intelectual y ético que inspire y regenere la vida universitaria.

Creo que la universidad es el lugar idóneo para diseñar nuestro futuro. El mejor lugar para tomar el pulso la vida y para tomar conciencia de lo que somos colectivamente. Si nuestra idea de progreso va en la dirección correcta... Si el conocimiento avanza, en sentido cualitativo... Si estamos aportando a la colectividad aquello que se espera de nosotros. Si hemos construido un sistema que garantice la igualdad de oportunidades, la selección de los más cualificados, el estímulo al trabajo y al desarrollo de una carrera profesional dentro de la actividad docente e investigadora… Si la estructura organizativa no se ha convertido en un sistema jerarquizado para administrar intereses que nos desvían de nuestros objetivos prioritarios. Si damos respuestas adecuadas a las demandas laborales, a las estructuras sociales, al compromiso ético de nuestra labor docente, que nos obliga no sólo a aportar conocimientos, reflexión, capacidad de análisis, metodologías para la investigación, sino también formación en los valores y generosidad en nuestras tareas.

Creo en la universidad como la institución que nace de un sentido de la ética, donde nuestras herramientas intelectuales sirvan para la formación de ciudadanos libres, capaces de aportar pensamiento crítico y trabajo en la construcción de una vida social en armonía con nuestros ideales de paz, justicia y progreso en libertad.

Me declaro objetor de conciencia frente a muchas cosas que no entiendo y que regulan nuestra vida universitaria. Me siento comprometido, sobre todo, con mis alumnos, a los que intento servir con honestidad, aportarles lo mejor que tengo, lo poco que sé en relación a lo mucho que ignoro. Entiendo la docencia como un proceso de aprendizaje compartido. Me sigue haciendo feliz aprender cosas nuevas.

No milito en ningún partido político, ni organización, pero respeto a todos los que dan la cara en defensa de sus ideas. Solo me siento militante, temporalmente, de la vida. Entiendo por patria la tierra y por compatriotas los seres vivos. Mis ideales son todos utópicos pero no renuncio a ellos. Me siento con los pies en la tierra pero me gusta mirar los paisajes, la luna y las estrellas. Me gusta la lluvia. Quisiera vivir más despacio, o que el tiempo durase más, porque la vida pasó volando. Y comparto la vieja idea de Einstein: "primero es la imaginación y después el conocimiento... El conocimiento es limitado. Sólo la imaginación lo  abarca todo". O tal vez casi todo, en el mismo tiempo en que casi todo se nos escapa. Y como Joan Baez, "doy gracias a la vida, que me ha dado tanto"