La batalla entre los medios tradicionales y las gigantes tecnológicas alcanza un nuevo nivel trás la demanda millonaria impuesta a Meta por competencia desleal. La publicidad personalizada redefine el panorama mediático y amenaza la independencia informativa. Un vistazo al choque entre la protección de datos y la búsqueda de sostenibilidad financiera en el ecosistema de la comunicación.

La Asociación de Medios de Información (AMI) presentó recientemente una demanda pionera de 550 millones contra Meta (antes Facebook), acusándola de competencia desleal. Más de 80 medios españoles representados por la AMI argumentan que Meta violó sistemáticamente la normativa europea de protección de datos entre mayo de 2018 y julio de 2023. Esta acción les habría otorgado a Meta una ventaja injusta en el mercado publicitario, permitiéndole atraer grandes inversiones sin el consentimiento adecuado.

La AMI destaca el perjuicio financiero que estas prácticas representan para los medios españoles. Las recientes decisiones vinculantes y la prohibición de Meta por parte del Comité Europeo de Protección de Datos de tratar datos personales para publicidad personalizada subrayan la importancia del caso. La industria de los medios de comunicación se ve afectada por la transformación constante de la estructura del sistema de comunicación, especialmente con la creciente influencia de los medios digitales y las redes sociales.

La publicidad sigue siendo fundamental para la financiación de los medios, pero su forma ha cambiado drásticamente debido al desarrollo de tecnologías de procesamiento de datos. Los nuevos medios digitales, especialmente las plataformas sociales, han captado la mayoría de las inversiones publicitarias al ofrecer canales "hipersegmentados" para llegar a audiencias específicas. Esto ha llevado a un declive en los ingresos publicitarios de los medios tradicionales, que luchan por competir en un entorno dominado por la explotación de datos.

En este sentido, la "plataformización" de los medios plantea desafíos adicionales, incluida la amenaza a la privacidad y a la diversidad de contenidos. La dependencia de las grandes empresas tecnológicas para distribuir contenido y monetizar datos también socava la independencia de los medios. En última instancia, este cambio estructural tiene un costo significativo para el sistema democrático y las libertades individuales al consolidar el poder en manos de unas pocas empresas.

En conclusión, se podría sentenciar que la publicidad continúa siendo el motor del sistema de comunicación global, pero ahora depende en gran medida de la recopilación y el procesamiento de datos personales. En este nuevo contexto, los medios tradicionales enfrentan la difícil tarea de adaptarse o arriesgarse a quedar obsoletos. Es crucial encontrar un equilibrio que aproveche el potencial tecnológico sin comprometer los valores democráticos y los derechos fundamentales. Esto implica garantizar la accesibilidad, la independencia y la sostenibilidad financiera de los medios, al tiempo que se protege la privacidad y la diversidad en el ecosistema mediático.