Códice de Madrid – BNE, Mss. 20486:
Si bien en el Codex Calixtinus, la monodia comenzaba a dejar paso progresivamente a la polifonía, el manuscrito compostelano todavía se encontraba en una etapa transicional influída considerablemente por el canto a una voz; de hecho, algunas de sus piezas polifónicas eran composiciones originalmente monódicas a las que posteriormente se agregó una voz adicional siguiendo los usos litúrgicos del momento. Fue entre finales del siglo XII y a lo largo del XIII cuando tuvo lugar la verdadera revolución del canto a varias voces o polifónico, siendo tan significativo el cambio que, en la actualidad, este período se ha categorizado y bautizado bajo el nombre de Ars Antiqua. Los teóricos de la época propusieron nuevos métodos de composición y notación, creando así el sistema de notación modal –basado en la rítmica de los modos griegos de declamación de la lírica. Esto supuso un hito de profunda trascendencia para la Historia de la música, puesto que la melodía se separó de la rítmica textual, disponiendo de su propia notación de valores independientes de la declamación de la palabra escrita.
El manuscrito con signatura Mss. 20486 conservado en la Biblioteca Nacional de España (aquí referido como Códice de Madrid) es una de las cuatro fuentes principales del repertorio polifónico del siglo XIII junto con el Manuscrito Pluteus 29.1 de Florencia y los manuscritos Wolfenbüttel 628 y 1099. Su datación es todavía polémica, existiendo hipótesis que lo sitúan aproximadamente en torno a la segunda mitad de la centuria. Igualmente problemático es su centro de producción, aunque resulta plausible que fuese copiado en la península ibérica; de hecho, hasta su llegada a la Biblioteca Nacional –a causa del proceso de desamortización de los bienes eclesiásticos que aconteció en el siglo XIX–, diferentes inventarios y catálogos atestiguan que el códice se encontraba custodiado en el Archivo Capitular de la catedral de Toledo, institución de fundación cluniacense y centro emisor de la ortodoxia litúrgica franco-romana de primer orden.
En lo que al apartado musical respecta, el Códice de Madrid contiene cerca de una centena de piezas a una, dos, tres y cuatro voces vinculadas a la denominada Escuela de Notre-Dame de polifonía. La notación es modal; es decir, emplea los ocho modos rítmicos de la lírica griega, según el sistema desarrollado por los autores de la mencionada escuela francesa. El repertorio copiado es concordante con el que se recopilaba en el actualmente desaparecido Magnus Liber Organi, una magna obra musical gestada en el entorno de la catedral de París y en cuyo proceso creativo participaron numerosos maestros -entre ellos, Magister Leoninus y Magister Perotinus. Aunque las composiciones no siguen el calendario litúrgico en su orden, es posible relacionar varias de ellas con estas festividades, lo cual lo convierte en un documento de gran riqueza para reconstruir y analizar la práctica litúrgica peninsular en estas fechas más avanzadas. Asimismo, las piezas copiadas son muy variadas, adscribiéndose a géneros como el conductus, el organum o el motete, los principales dentro del repertorio del Ars Antiqua; además, también incorpora el primer testimonio del hoquetus In saeculum, que fue distribuido por el tratadista inglés Anónimo IV a un supuesto autor hispano de identidad desconocida. En definitiva, el Códice de Madrid es la última parada de esta muestra: un manuscrito ya plenamente europeo desde el punto de vista litúrgico y musical, y desde el cual, al contemplar los otros cinco códices recogidos en la exposición, es posible apreciar la distancia –cultural, litúrgica, artística– recorrida por los reinos cristianos de la península ibérica durante la plena Edad Media.