Psalterium, Liber canticorum et Ordo nocturnalis – BXU (USC), Ms. 609 (Res. 1)
El reinado de Fernando I y Sancha de León-Castilla (1037-1067) significó un punto de inflexión en el panorama litúrgico de la península ibérica, suponiendo un momento de transición cultual que hoy en día puede analizarse gracias a su prólijo mecenazgo artístico y, concretamente, al denominado Diurnal o Libro de Horas de Fernando I. Actualmente conservado en la Biblioteca Xeral Universitaria de Santiago de Compostela, se trata de un ejemplar de exquisita calidad en cuanto a su confección y diseño, evidentemente fabricado en el ambiente cultural de la corte castellano-leonesa. Esta filiación regia se demuestra en varios elementos textuales y paratextuales del manuscrito: concretamente, el colofón del folio 208v funciona como una suerte de “ficha catalográfica” donde se informa sobre la autoría material de la obra por parte del scriptor Petrus y el pictor Fructuosus; su fecha de confección, el año 1055; y su comitente, la reina Sancha, quien probablemente encargó este códice como obsequio conmemorativo y bien de lujo para su esposo Fernando I.
El manuscrito es, desde el punto de vista de su contenido, un ejemplar de carácter litúrgico-musical constituido por un Psalterium cum canticis (ff. 7r-206r) y un Ordo ad medivm noctis incompleto seguido de algunas oraciones (ff.209r-224r). En este sentido, ha sido considerado pionero dentro de las obras concebidas como herramientas personales para la práctica de una espiritualidad individual. Aunque desde el punto de vista litúrgico se adhiere a la tradición peninsular del rito visigótico, el Diurnal resulta paradigmático como producto de un contexto de coyuntura cultural al incorporar ciertos motivos propios de la nueva liturgica franco-romana –una hibridación que se aprecia con especial facilidad en el calendario litúrgico (ff. 1v-4r), donde se recogen festividades del santoral ultrapirenaico como la de San Martín obispo (11 de noviembre) o la de San Saturnino (1 de noviembre). La presencia de estos cultos continentales podría explicarse en base al aperturismo que Fernando I y Sancha demostraron hacia la orden de Cluny a partir de mediados del siglo XI, confirmada al convertirse en socius de la abadía borgoñona en 1059 con un censo anual de mil dinares de oro. Algo parecido sucede con las composiciones musicales, que comienzan a partir del f. 209r y que, si bien todavía se adhieren al sistema de notación visigótico-mozárabe in campo aperto, también presentan signos de una tímida adopción de fórmulas continentales.
Atendiendo a sus particularidades estéticas, el Diurnal ha sido corrientemente ensalzado como el primer vestigio de un vocabulario formal románico en los territorios castellano-leoneses. El manuscrito abunda en ricas iluminaciones a folio completo que apoyan la significación del texto y, fundamentalmente, de la obra en sí como entidad simbólica. De entre ellas, es especialmente significativo el denominado “retrato real” del folio 3v (originalmente, f. 6v), imagen donde aparecen representados tanto Fernando I como su esposa flanqueando a un personaje central todavía sin identificar que, presumiblemente, está haciendo entrega del Diurnal al monarca obedeciendo las directrices de Sancha. A estas ilustraciones a gran escala se suma todo un compendio de ricas capitales miniadas que suponen un verdadero catálogo de motivos ornamentales, fitomórficos y zoomórficos, junto con un desfile de personajes veterotestamentarios que conforman un “repertorio de modos de orar”.
De profundas connotaciones simbólicas, las características materiales, textuales y figurativas de este manuscrito han llevado a suponer que fue concebido como un códice al servicio de la espiritualidad personal de la pareja real, pero, paralelamente, también como una herramienta representativa para la legitimación e institucionalización identitaria del reinado de Fernando I, monarca de origen navarro cuya autoridad fue abiertamente desafiada por la aristocracia local, y a quien Sancha habría aspirado a enraizar genealógicamente como parte del linaje astur-leonés. El recurso a una estética foránea de connotaciones imperiales, emparentada con otros manuscritos de la órbita otoniana y gascona, se explicaría así como un acto discursivo dentro del programa político fernandino que habría contribuido a definir su imagen de rex pius y alter Carolus Magnus en el décimo aniversario de su victoria en Atapuerca . A todas estas interpretaciones se sumaría, en último término, la de la permeabilidad religiosa que la pareja real demostró hacia los presupuestos litúrgicos franco-romanos de la orden de Cluny, siguiendo la estela ya iniciada en Navarra por el padre de Fernando I, Sancho Garcés III (ob. 1035). No obstante, la permeabilidad litúrgica, la mutación formal y la vocación imperial del Diurnal han de relativizarse y comprenderse dentro de una cultura muy compleja, híbrida y contradictoria, propia de un momento histórico-artístico en transición; como un breve pero dinámico diálogo entre lo ibérico y lo continental, antes de que este último suplantase definitivamente a la cultura litúrgica altomedieval de la península ibérica.