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Folio 32r del manuscrito Aurora Consurgens


Título de la obra: folio 32r del manuscrito Aurora Consurgens 

Autor: Pseudo-Aquino 

Cronología: siglo XV 

Procedencia: posiblemente, un monasterio de Rhinau. 

Lugar de conservación: Biblioteca Central de Zurich (Suiza). 


Esta obra es un folio (concretamente el folio 32r) perteneciente al libro de alquimia Aurora Consurgens, un libro alquímico, que ya ha sido tratado de manera individual en esta exposición y que trata sobre temas claves y procesos de la alquimia. A menudo se ha atribuido este texto a santo Tomas de Aquino, aunque actualmente se duda de la exactitud de esta atribución, por lo que suele atribuirse al que se conoce como “Pseudo-Aquino”. 

En el interior del Aurora Consurgens se pueden encontrar muy diversas miniaturas que ilustran los procesos alquímicos. En ellas, el miniaturista empleó la iconografía y el simbolismo propio de la alquimia, lo que demuestra que probablemente tuviera unos ciertos conocimientos sobre la ciencia hermética. 

En esta miniatura en especial se ve una figura humana. Se trata de un alquimista que se encuentra enmarcado en una arquitectura. Se podría tratar de la casa del alquimista, pero también del propio taller en el que los alquimistas solían tener sus matraces, instrumentos de destilación, albarelos... Sobre el tejado aparecen aves con ballestas en las patas. 

Las aves tienen una simbología muy interesante para el mundo alquímico. A través de ellas se representa el domino del elemento del aire que es el vínculo entre la realidad terrenal o terrestre y el reino del espíritus o el reino de los cielos. Las aves también simbolizan la unión entre el mundo terrenal y el mundo celestial. 

El aire era un elemento importante para la alquimia. No solo era uno de los elementos que junto con el Agua. la Tierra, el Fuego y la “Quinta Esencia” (lo que más tarde se acabaría por denominar Éter), formaban la tierra, sino que incluso se relacionaba con el proceso de destilación de la materia. Para llegar a la mayor pureza, los elementos pasaban por cámaras en las que había fundamentalmente aire. Por lo tanto, el aire tenía un papel fundamental en el proceso hasta llegar de lo complejo a lo simple y, con ello, a la esencia del universo. 

Asimismo, cabe destacar el uso de los colores, que comportan una gran simbología para el mundo alquímico. Estos colores de los que se habla son los negros y blancos, así como rojos y amarillos. Estos eran los colores que se empleaba para mostrar las contraposiciones en las que se fundamentaba la alquimia: sobre todo la contraposición del día y de la noche. 

En la representación de la escena principal se nos muestra a un sabio cuyas manos soportan una tabla de destilaciones alquímicas. A su lado se pueden ver tres alumnos que observan los procesos llevados a cabo por el maestro y aprenden la profesión de alquimistas, en un proceso similar al de los talleres medievales (de hecho, los talleres alquímicos funcionaban como cualquier otro taller artesanal). En el centro de la estancia se puede ver una columna de destilación y encima de ella el producto destilado. Por último, se puede apreciar un fondo algo más naturalista detrás de la edificación, realizado con árboles que aluden a la naturaleza, en la que se fundamenta la alquimia. 

 

BIBLIOGRAFÍA

FERNÁNDEZ, María Pandiello (2018): “Aurora Consurgens y la gestación de la nueva iconografía alquímica”. En Relaciones ocultas: símbolos, alquimia y esoterismo en el arte, Madrid, Sans Soleil Ediciones, pp. 203-230. 

LENNEP, Jacques van (1978): Arte y alquimia: estudio de la iconografía hermética y de sus influencias. Madrid, Editorial Nacional. 

NANTE, Bernardo (2007): “Aurora Consurgens o el nacimiento de la aurora. Una lectura junguiana”, El hilo de Adriana, nº 2, pp. 49-60. 

ROOB, Alexander (2016): Alquimia y Mística. El museo hermético. Colonia, Taschen. 

SIERRA CUARTAS, Carlos Eduardo (2012): “Una ciencia como remedio que coexistía con el arte”, Ciencia y tecnología andalusí: alquimia y metalurgia, nº 309, pp. 39-43.