Artistas travestidas. La subversión del género como estrategia en creadoras plásticas
Introducción
La idea de esta ponencia surge como un tema satélite a la investigación de mi tesis, partiendo de la historia de la pintora Onorata Rodiana. Según las crónicas, Onorata era una pintora italiana del siglo XV que, tras asesinar en defensa propia a un noble que intenta violarla, huye de su ciudad y se hace pasar por hombre durante años. Este personaje sirve como punto inicial para recopilar a toda una serie de artistas que han asumido estereotipos masculinos en representaciones artísticas, en su día a día cotidiano o en ambos ámbitos.
Objetivos
Pretendemos analizar los motivos que llevaron a toda una serie de artistas de estilos y cronologías muy diversas a subvertir los roles de género, e intentar comprender mejor las cuestiones sociales, de poder y de identidad que se esconden detrás de estas estrategias.
Metodología
La investigación se centra, siempre que es posible, en el análisis iconográfico de una serie de representaciones de diferentes períodos en las que vemos a artistas subvirtiendo el género con el que se les identificaba. Una parte importante son autorretratos, con todo lo que ello implica y otras son retratos hechos por otro/as artistas. Su interpretación se combina con la información biográfica que tenemos de las representadas. En algunos casos, como el de la citada Onorata Rodiana, ante la ausencia de imágenes, sólo se analizan los datos biográficos
Discusión y Conclusiones
En el siglo XVII, Artemisia Gentileschi fue dibujada con atuendo masculino y bigote por su colega flamenco Leonaert Bramer, aunque en ninguno de sus numerosos autorretratos se representa con ningún rasgo masculino. Esta representación puede entenderse como una forma de reconocer a Artemisia como a uno más de sus colegas, como una forma de “halagar” sus capacidades artísticas.
La pintora decimonónica Rosa Bonheur aparece retratada con indumentaria masculina en varias pinturas y fotografías y obtuvo un permiso de las autoridades para poder hacerlo y acudir más cómoda a las ferias de animales, que eran el objeto de sus pinturas. Sin embargo, su uso de la indumentaria masculina no se limitaba a este tipo de eventos, sino que la vestía con bastante frecuencia en su intimidad. Romaine Brooks o Frida Kahlo se autorretrataron travestidas ellas mismas. En ambos casos, el travestismo no se limitó a las representaciones, sino que vistieron con indumentaria masculina en algún momento de su vida. Cabe destacar que estas tres pintoras, además, mantuvieron relaciones homosexuales y/o homosentimentales, por lo que este travestismo podría interpretarse como una forma de encajar en la heteronormatividad de su tiempo.
Mucho más radical es la propuesta de Lynda Benglis, que se autorretrata en una fotografía desnuda sosteniendo un pene de plástico en su área genital, como si fuera parte de su cuerpo. El cuestionamiento de los estereotipos de género a través de la sátira forma parte central del discurso de esta artista.
En definitiva, estamos ante diferentes creadoras de estilos y épocas muy dispares que cruzaron la frontera de los roles de género como estrategia social, de poder y/o de identidad.