Noticias - ECOFICCIONES: CINE Y CRISIS CLIMÁTICA

Un futuro desafiante (Extrapolations) (2023)

12 sep 2024 - 13:56 CET

Nacionalidad: Estados Unidos

Dirección: Scott Z. Burns

Serie: 8 capítulos

 

 

 

Esta serie es conmovedora y aterradora al mismo tiempo. Nos deja un regusto amargo al señalar que, como especie, es muy difícil que consigamos salvarnos de los desastres ecológicos. Sus tesis: estamos siendo abatidos por nuestra falta de límites en la explotación de la naturaleza, y la creencia excesiva en el poder de la tecnología que nos ciega ante otras posibilidades de transformación social.

 

La forma narrativa elegida consiste en contar varias historias intercaladas que se desarrollan a lo largo de ocho capítulos, comenzando en el año 2037. Cada episodio se inicia mostrando alguna gráfica sobre las consecuencias del cambio climático, como el aumento de temperaturas, del CO2, o el número de fallecidos a causa de las pésimas condiciones climáticas.

 

Se trata de un trabajo incómodo, ya que nos sitúa a los y las espectadoras en un espacio de incertidumbre, cuando lo que queremos sobre todo es vivir un final feliz. Tampoco es fácil su estructura narrativa en la que los personajes pueden aparecer y desaparecer sin justificación ninguna, como ocurre en nuestro entorno real. Pero en el cine de ficción no queremos ver la realidad.

 

Merece la pena verla. No sé si es divertida o entretenida si es eso lo que buscamos. Es una serie que no nos aporta tranquilidad porque recoge todo el conocimiento científico que está a nuestra disposición y que queremos ignorar para que nuestro lugar en el mundo siga siendo lo que es.

 

Me gusta que no sea una historia heroica. Aquí no hay humanos geniales por ricos o inteligentes que sean que puedan salvarnos. No hay resolución de conflictos, sino abismos que se abren ante nosotros ante los problemas que no encuentran solución en la esperanzadora tecnología. No hay introducción, nudo y desenlace; hay sólo un devenir narrativo entre la imposibilidad humana de vivir en un mundo en el que la naturaleza ya no funcione como un ecosistema capaz de equilibrarse a sí mismo.

 

 

Episodio1.  2037: Una historia de cuervos   

 

Un joven rabino en Tel Aviv, hijo de un empresario adinerado, se prepara para “Ayudar a la gente a encontrar el camino”. Es lo primero que nos muestra la serie, pero no será esta ni la trama ni el personaje fundamental que la serie sostiene sostenida en el tiempo. No es el más importante, es simplemente uno más entre las vidas precarias de los seres humanos que habitan una Tierra alterada por las consecuencias del cambio climático. El tiempo pasa. Ya es tarde, pero hay gente que, aun así, representa a aquellas personas que luchan para cambiar las cosas e intentar sobrevivir.  

 

El comienzo transmite una sensación de caos que se mantiene en toda la serie. Y esta sensación me parece que no es casual, sino buscado por parte de la producción. No es una historia distópica más que pone ante nuestros ojos imágenes impactantes. Lo turbador es que lo que perciben nuestras retinas lo hemos visto ya en telediarios y noticias como parte de la realidad: ciudades inundadas, grandes incendios, protestas populares, movimientos políticos ultranacionalistas violentos… y también grandes millonarios que tienen el futuro del planeta en sus manos porque son dueños de las patentes y los recursos de investigación, al mismo tiempo que el controlan a la gente con la informática y las redes sociales.

 

En la serie podemos ver que la depredación no cesa a pesar de los desastres climáticos.  La explotación del Polo Norte aparece en la serie como el último límite que le quedaba al capitalismo para someter la tierra a la explotación y la devastación. En este contexto (como está ocurriendo ya) poco pueden hacer los organismos internacionales, inermes frente al poder de las grandes corporaciones. En este capítulo asistimos a la COP 42, que se presenta como un lugar de debate con poco poder real para detener el desastre y que se conforma con la afirmación de que no se puede hacer: “La neutralidad favorece al opresor, nunca a la víctima”.

 

Episodio 2. 2046: La caída de la ballena.

 

“El mundo se queda sin animales y sin tiempo”, y también sin niños, ya que los pocos que nacen sufren una enfermedad congénita: “el corazón de verano” que les impide tener una infancia normal. El agua del mar está a 32 º, y sólo queda una ballena con la que la protagonista se comunica. La ballena solitaria y ya sin posibilidad de reproducirse, el niño que ya no puede jugar al aire libre, la abuela que se comunica con su nieto sólo de forma virtual, son metáforas de lo que el mundo futuro podrá traernos: un gran desarrollo de las tecnologías de la información que no tienen en cuenta la precariedad de los cuerpos.

 

La gran mentira del capitalismo contemporáneo es hacernos pensar que seremos capaces de inventarnos un modo de ser nuevo, en el fondo liberado de nuestros cuerpos. Es una estupidez. “El mundo te ha enfermado, porque nosotros lo hemos enfermado”, es la explicación a la tierra destruida y a los cuerpos vivos arrasados por la contaminación. La ballena cuenta cómo perdió a su hijo, mientras los niños piensan que los tigres se extinguieron como los dinosaurios, porque los animales que conocen son de peluche. Es un capítulo que habla de finales y despedidas; de realidades que no volverán a existir: “Últimamente nos estamos despidiendo de muchas cosas, de animales, de gente, de ciudades enteras, y claro que pasa factura.”

 

Episodio 3.  2047: La quinta pregunta.

 

La temperatura ha subido 1,8 grados. De nuevo el rabino que está ahora en Miami intentando salvar una sinagoga de la inundación frente a un organismo municipal oficial que decide qué edificios se deben salvar.

El tema central es la conciencia frente a la crisis encarnada en una niña de trece años que no perdona a los adultos sus mentiras y la forma de mirar hacia otro lado ante los problemas. Alana, que resume en una frase toda su potencia: “Estamos en un apocalipsis de verdad”, “¿Pude ser que los humanos damos asco?”. “¿Y dios nos castiga? ¿Está enfadado? ¿Porque somos un asco?”

Son los y las adolescentes, las personas más jóvenes los que, una vez más aparecen dibujados en esta serie como los individuos con más conciencia del futuro, que viven frente a unos anestesiados adultos que no logran hacerse conscientes y responsables del mundo que están construyendo.

 

Episodio 4. 2059: La cara de Dios

 

La temperatura ha aumentado ya en 2,2 grados y se están produciendo más de un millón de muertes al año por calor.

 

La presidenta del país informa del aumento de las consecuencias catastróficas que está teniendo del cambio climático. Se va a firmar un tratado de Intervención climática, pero los gobiernos deciden al final no confiar en las soluciones que aporta la geoingeniería, que intenta controlar el clima.  

 

La situación se cuenta desde un entramado familiar: un padre y un hijo enfrentados, y una expareja de científicos con posiciones divergentes respecto a la creencia de que la tecnología nos salvará. ¿Podemos hacer que llueva soltando carbonato cálcico a la atmósfera? La respuesta: tal vez sí, pero ¿qué consecuencias puede acarrear ese hecho? Podemos conseguir que la tierra se enfríe produciendo nubes de forma artificial, pero ¿qué vendrá luego? En torno a esta pregunta surgen las reflexiones más interesantes del capítulo a través de preguntas retóricas que se repiten a lo largo de la serie: “¿Y si el problema somos nosotros? El comportamiento humano. Cómo comemos, como nos vestimos, como nos alimentamos…” Es una pregunta retórica, porque el sentido de este trabajo es que sí… ha sido la forma de vida occidental la que ha acarreado el desastre a todos los animales vivos del planeta.

 

Episodio 5.  2059 Parte II: Aves nocturnas

 

La temperatura ha aumentado 2,2 grados.

 

Bombai. Se está produciendo un gran movimiento de desplazados climáticos. La gente ya no puede salir a la calle antes de que el sol se ponga. En este capítulo vemos a la gente más pobre, en qué condiciones de precariedad vive. En la historia, contratan a un hombre joven para que transporte unas semillas con un compañero al que le falta una pierna. Viaja con ellos un genetista. La gente paga por respirar oxígeno, y se introducen micro-robots por la nariz para poder respirar. Nadie puede salir a la calle de día, algo que parece ciencia ficción, pero que, en determinadas zonas de la tierra ya está ocurriendo. Tienen que meterse en bolsas térmicas especiales para poder descansar.

Después de la seguía, lluvias torrenciales. El entorno es tan terrible que hasta los pájaros se suicidan.

En este capítulo se habla de desigualdad, de las diferencias que se producen incluso dentro del desastre entre las clases altas y las más bajas de la tierra. El aire limpio falta en todas partes, pero son los más pobres los que sufren las consecuencias.

 

Episodio 6. 2066: Lola.

 

Londres. La temperatura ha aumentado 2, 32 grados.

 

De nuevo la preocupación de creación de una sociedad tan tecnológica como precaria. El temor a perder la identidad personal basada en los recuerdos y en las experiencias de la vida. Conseguir tener recuerdos personales es una cuestión económica y tecnológica. El argumento gira en torno a un hombre con corazón de verano que, al mismo tiempo que siente que va perdiendo sus recuerdos, actúa como un actor en la vida de los otros suplantando personajes. Pero él vive obsesionado por no perder el recuerdo de su mujer ya fallecida. Para ello, debe ir borrando otros momentos de su vida anterior. Se produce una catástrofe natural que hace que se olvide de todo, y acabe formando parte de la existencia de otras personas.

 

En este capítulo se plantea el tema de hasta qué punto los contenidos de nuestra mente pueden ser objeto de comercio, cuando las tecnologías de la información pueden llegar a apoderarse incluso de nuestros recuerdos y experiencias. Es una crítica a la fantasía de poder alcanzar la igualdad en una situación de desesperación humana.

 

Episodio 7. 2068: Fiesta de despedida

 

La temperatura ha aumentado hasta 2, 44 grados.

San Francisco.

Una mujer va a trabajar de camarera a una casa de una familia rica. Lleva una mochila de aire para poder respirar. El dinero que cobra son puntos de carbono. La pareja dueña de la casa se lleva bastante mal entre ellos. Durante la cena se plantean la posibilidad de subir a una nube para que luego vuelvan a traerlos a la tierra cuando ésta esté reparada. De nuevo la auto-conciencia de la responsabilidad humana en el desastre: “El problema del futuro es que vayamos donde vayamos, vamos a tener que llevarnos.” La empresa que promete esta posibilidad se llama “pausa vital” y en ella ha intervenido el dueño de la casa donde se está produciendo la cena.

Mientras comen, los comensales hablan sobre la conciencia. El problema es que la conciencia no está sólo en la mente, sino en todo el cuerpo. La posibilidad que ofrece la tecnología es la de transportar la mente, pero ¿y el cuerpo? De nuevo la fantasía cartesiana de que los seres humanos sobre todo mente, mientras el cuerpo es esa parte precaria e imperfecta que arrastramos a lo largo de la vida. La solución de virtualizarse es una fantasía recurrente desde la invención de la informática. Una invención y un deseo que no nos lleva más que al sufrimiento. Pero, como afirma uno de los personajes: “No hay nada más humano que la crueldad”, incluso con nosotros mismos.

Para los ricos tecnológicos el amor es virtual, los hijos son robots “anti-infertilidad”. Pese a todo una esperanza: es la criada joven la que al final da el paso para asumir el supuesto privilegio de pasar ser sólo una mente transformada en ceros y unos con la esperanza de llegar a un futuro mejor.

 

Episodio 8. 2070. Recién llegados.

 

La temperatura ha aumentado 2,54 grados.

 

El último capítulo no es un cierre ni una conclusión de nada. Es una línea más en el texto de una humanidad que se precipita en la imposibilidad de seguir viviendo.  “El viento es el veneno que sopla de norte a sur”, canta un desgarrado cantante, mientras una adolescente disfruta de una discoteca es en realidad un simulador virtual. No existe la realidad fuera de las personas, no existen los demás, ni las emociones.

 

De nuevo aparece en este capítulo el dueño de una gran empresa que hemos visto al principio de la serie, que es acusado de ecocidio, algo que ahora mismo no existe más que en nuestro vocabulario, pero que en la serie se hace realidad en el año 2050. Las vidas de las personas son humanamente desastrosas. Asistimos a las sesiones del Tribunal Penal Internacional. De nuevo aparece la científica que hablaba con la última ballena, desesperada porque lo ha perdido todo. Mientras tanto, la empresa, que ha cambiado de presidenta, sigue expandiéndose y lanza un nuevo proyecto: vivir en el espacio exterior. Detrás de todo el telón de tecnociencia, aparecen las preguntas insistentes sobre nuestra naturaleza y nuestros objetivos en la Tierra:

 

- ¿Qué sería lo mejor que podemos aportar al mundo?

- Hacer una nueva atmósfera y empezar de cero.

Pero alguien responde:

-¿Y si pudiéramos hacerlo en la tierra?

 

Es el Proyecto New Comece, que se propone eliminar el CO2 de la atmósfera.  De nuevo vemos cómo las personas poderosas siguen instaladas en el error original que ha llevado a la humanidad al desastre:

“La fantasía más potente es que la comodidad no cuesta nada”

 

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