Tarjeta escultórica adornada con flores y jarrón de loza blanca y azul de Talavera de la Reina


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Tarjeta escultórica adornada con flores y jarrón de loza blanca y azul de Talavera de la Reina

Gabriel de la Corte (¿Madrid?, ca. 1648-Madrid, 1694)

Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo: “ga[bri]el de la Cor/te fac año de 1687”

1687

Óleo sobre lienzo. 105 x 85,5 cm

Inscripciones en el ángulo inferior izquierdo: etiqueta circular de papel con el número 40, correspondiente al Inventario de efectos existentes en el edificio del Noviciado en 1857 

Número de catálogo: CUC000204


Esta obra es una de las dos piezas que posee la Universidad Complutense de Madrid catalogadas en el grupo de las tarjetas, pintadas por Gabriel de la Corte. De la Corte fue uno de los más destacados pintores de flores de Madrid a finales del XVII. El estilo de las dos obras es semejante y básicamente se diferencian en que hay un ejemplar firmado (el que nos ocupa) donde se presenta un jarrón de loza blanca y azul de Talavera, de la serie de golondrinas, con un variado ramillete floral. La obra no firmada incluye otro vaso de metal dorado con rosas. En ambos casos, la composición general anula la presencia de los jarrones y se estructuran en torno a las grisallas de piedra tallada dispuestas en diagonal y recubiertas por las flores naturales que se enzarzan en las siluetas curvilíneas de las tarjetas, evocando imágenes festivas y palaciegas de gran lujo. Se piensa que se trata de una pareja de pinturas de un conjunto decorativo mayor interdependientes entre sí, por carecer de un punto de fuga definido. 

El dinamismo, la luminosidad del colorido y tantas tonalidades frías presentes son únicas entre las obras del artista. Parece que estuvieran frente a una ventana y la luz aplanara los volúmenes sin proyectar sombras. La obra de la tarjeta firmada presenta una disposición en diagonal, así como la acumulación de las flores o su calculado desorden propios de lo barroco.

El fondo oscuro contrasta con la viveza y brillo de los especímenes florales, llenos de matices provocados por la pincelada y la luz. Sorprende la importancia concedida a las hojas verdes, utilizadas para separar y destacar los colores de las flores. Gabriel de la Corte se vale de una técnica de pincelada larga y empaste fluido que produce un cierto acabado mate que recuerda a la pintura tejida y a los hilos coloreados de las cenefas de los tapices. Así daba prioridad a un abrumador decorativismo, dejando en segundo plano el análisis botánico de las flores. Con todo, entre ellas pueden identificarse distintas variedades y, de forma excepcional, una mariposa que sobrevuela el tulipán más alto de la composición.