Naturaleza muerta
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Naturaleza muerta (Título otorgado por el propio artista en su relación autógrafa)
Rafael Zabaleta Fuentes (Quesada, Jaén, 1907-1960)
Firmado en el ángulo inferior derecho: “R Zabaleta”
1954
Óleo sobre lienzo. 61 x 50 cm
Número de catálogo: CUC000075
El pintor andaluz Rafael Zabaleta utiliza frecuentemente el género del bodegón como ejercicio para mostrar sus inquietudes plásticas y como medio para transmitir el ambiente rural en el que vivía, fuente de inspiración que transcenderá a lo largo de toda su trayectoria artística.
Este cuadro representa una naturaleza muerta dividida en dos rectángulos superpuestos, enmarcados por una hornacina. Los objetos quedan organizados sobre sus dos bases. En el rectángulo inferior, la luz blanca desde el lado izquierdo y de arriba abajo que incide sobre la copa y el frutero, les suma protagonismo. Además, resalta con mayor intensidad cromática la fruta de color verde sobre el florero en forma de mano de la abundancia. Este jarrón es representado habitualmente en sus obras de interior por ser un elemento decorativo de su ambiente doméstico y más íntimo. El toque cálido lo reserva para la bandeja con sienas tostados y los pardos para enmarcar y unificar el espacio de ambos espacios. La distribución la repite en el rectángulo superior, en el que representa dos únicos elementos, una copa y un objeto decorativo, cuyas sombras proyectadas culminan con un encuadre perfectamente organizado.
La estructura la define con líneas de contorno muy marcadas que cierran las formas, aportando un esquema dibujístico de rigurosa ejecución, equilibrio y simetría; continúa aplicando el color a posteriori, con tonalidades frías y ausencia de colores saturados. La perspectiva y el efecto tridimensional se aprecia en el fondo de la alacena, en el resto de los objetos apenas si se aprecia algún atisbo de volumen, excepto en dos de los elementos, la fruta y el jarrón de la mano, donde se vislumbran unos toques de pinceladas más someras de carácter expresionista con alguna gradación de color.
En la década de los cincuenta, la paleta cromática de Zabaleta era rotundamente saturada e intensa, por ello esta obra, que rememora a los artistas del cubismo, Georges Braque y Juan Gris no es habitual por su gama de colores neutros y poco contrastados.