Interior y paisaje
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Interior y paisaje (Título otorgado por el propio artista en su relación autógrafa)
Rafael Zabaleta Fuentes (Quesada, 1907-1960)
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: “R Zabaleta”
1955
Óleo sobre lienzo. 61 x 50 cm
Número de catálogo: CUC000076
Uno de los recursos más frecuentes en los bodegones del artista de Quesada, Rafael Zabaleta, es un balcón que permite la conexión entre ambientes de interior de una habitación y el paisaje exterior. El motivo central de esta composición es una mesa de aspecto rústico sobre la que se dispone un bodegón. Detrás se divisa el balcón con las puertas abiertas, que dan paso a los campos cultivados del entorno quesadeño. El paisaje queda enmarcado por ese balcón. La composición queda perfectamente encajada. El olivar y las tierras fértiles, los cortijos y los cerros curvilíneos quedan resueltos con trazos cerrados y dibujo esquemático. El tratamiento del celaje está compuesto con una pincelada más libre.
El uso impecable de la línea en el contorno de las formas y la estudiada distribución ponen de manifiesto la exigente simetría. Los elementos como el triángulo, el rectángulo y el círculo adquieren entidad propia asumiendo la estética poscubista, que ordena con trazos muy marcados y cerrados; destaca el juego rítmico de líneas y tintas planas en las puertas del balcón. La perspectiva de la escena solo se refleja en el primer plano como referencia espacial del interior, delimitando la profundidad de la habitación a través de la tarima de la mesa y de las líneas que marcan el suelo. Zabaleta prescinde de cualquier alusión de lejanía, salvo la reducción del tamaño en los cortijos y los olivos del fondo; el resto del paisaje queda organizado en la verticalidad de espacios yuxtapuestos.
De forma generalizada en toda la composición el color adquiere un protagonismo excepcional al destacar la luz que entra con fuerza del exterior y que prolonga hacia el interior. El contraste de los tonos utilizados juega un papel extraordinario al aplicarlos muy saturados; verdes y rojizos contrastan con amarillos y blancos que aportan mayor riqueza lumínica a la estancia, eludiendo el contraluz para presentarnos una obra de gran plasticidad y armonía. Estos contrastes se complementan gracias a los vistosos violetas, estratégicamente aplicados en zonas centrales de la composición.