Paisaje con el Pinar de Chamartín con la sierra de Guadarrama al fondo
Puedes escuchar el audio informativo de la obra en Youtube o Ivoox.
Paisaje con el Pinar de Chamartín con la sierra de Guadarrama al fondo
Agustín Lhardy Garrigues (Madrid, 1848-1918)
Firmado en el reverso: “A Lhardy”
ca. 1870
Óleo sobre lienzo. 75 x 115 cm
Inscripción en el ángulo inferior derecho: “C”
Número de catálogo: CUC004481
Aunque el apellido Lhardy –apodo que tomó Emile Huguenin de Montbeliard con el significado de “el audaz” – nos traslade a un restaurante, que ya en el siglo XIX se convirtió en uno de los más famosos de Madrid, el nombre de Augustín Lhardy Garrigues nos acerca a la figura de su primogénito, continuador del negocio familiar que compaginó con su auténtica vocación: la pintura. De este pintor nace el cuadro que presentamos en esta exposición, una obra que sigue a la perfección el tipo de paisaje de composición que impuso el belga naturalizado español Carlos de Haes, a quien podemos considerar su maestro.
Agustín Lhardy se identificó con el credo realista y el plenairismo con el que Haes transformó y modernizó el paisajismo español de fines del siglo XIX. Esta obra, Paisaje con el Pinar de Chamartín con la sierra de Guadarrama al fondo, adopta el tipo de paisaje de composición que Haes impuso. A partir de bocetos tomados al aire libre, el artista ejecutaba después grandes lienzos, más acabados, donde de modo aparentemente natural introducía los detalles más significativos que había recogido en esos apuntes. En este caso, una vaca y su ternero pastan apaciblemente entre las hierbas ya secas junto a unos arbustos. Detrás de ambos, se recorta un pinar tras el cual se aleja hacia el horizonte montañoso un bosque de encinas. Parece que es un fragmento del monte que bordeaba Madrid por el norte, quizás el propio monte del Pardo.
La escena presenta claramente tres planos: un primer plano, donde predomina el monte abierto, de hierbas y arbustos; un segundo, dominado por el pinar que divide horizontalmente el cuadro prácticamente por la mitad; y un tercero, donde se aleja el encinar, rematado con las montañas del fondo. Es un tipo de composición que perfectamente podría haber realizado un paisajista romántico o incluso algún seguidor de los pintores holandeses del siglo XVII.