Inmaculada Concepción
Puedes escuchar el audio informativo de la obra en Youtube o Ivoox.
Inmaculada Concepción
Atribuida a Luis Salvador Carmona (Nava del Rey, Valladolid, 1709-Madrid, 1767)
Mediados del siglo XVIII
Talla en madera policromada. 86 x 43 x 27 cm. Con peana: 107 x 44 x 34 cm
Número de catálogo: CUC006412
Esta delicada Inmaculada es una excepcional pieza atribuida a uno de los grandes maestros de la escultura barroca española, el escultor vallisoletano Luis Salvador Carmona en los años de plenitud de su carrera. Es un buen ejemplo de su faceta de imaginero en madera policromada, donde alcanza las más altas cotas de su producción artística. En este sentido, Carmona supo fundir la expresividad y el sentimiento religioso barroco de raigambre castellana con el refinamiento estético, la elegancia y la mesura de la escuela andaluza.
La pieza representa a la Virgen Inmaculada en pie situada sobre una masa de nubes con cabezas de querubines, con un leve contraposto conseguido al adelantar y flexionar ligeramente la pierna izquierda. Presenta unas facciones dulces de mirada baja y aspecto ensimismado. Está envuelta en un manto azul, color específico de la Inmaculada Concepción, con voluminosos pliegues que parecen agitados por el viento y confieren a la escultura una gran plasticidad, volumen y movimiento. Destaca el virtuosismo a la hora de ejecutar las ondulaciones de los ropajes y las arrugas de las telas. Las facciones del rostro de la Virgen responden al característico prototipo físico creado por Carmona para sus imágenes femeninas, de expresiones delicadas, serenas y dulces, con caras jóvenes de óvalo redondeado y perfecto, cejas arqueadas, nariz recta y alargada y boca pequeña. El modo de tallar los párpados, ligeramente caídos o entornados es un rasgo constante, así como las carnaciones sonrosadas. Típico de sus vírgenes es el tratamiento del cabello a base de ondulados mechones y peinado con raya en medio. Gran delicadeza presenta asimismo la talla de las manos, muy expresivas y con la particularidad de colocar los dedos anular y corazón unidos, rasgo propio del maestro en muchas de sus obras.