Proyectos de Innovación

VITRINA 8: EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA MODERNA

Autores: Javier Luque y Belén Soutullo

Los minerales y la salud, ¿remedios medicinales o potentes tóxicos?

Desde el inicio de la humanidad se han buscado recursos para remediar la enfermedad y evitar la muerte. Los minerales y otros materiales geológicos han estado desde siempre formando parte de estos remedios.

En la antigua Grecia, siglos XII a VI a.C., los lapidarios primitivos ya recogen las virtudes medicinales contenidas en piedras mágicas y curativas. En la Grecia clásica, Hipócrates (460-370 a.C.), reconocido como el padre de la Medicina, recomendaba el uso de diferentes remedios en los que intervenían minerales como los alumbres (sulfatos de aluminio con sodio o potasio) o el litargirio (óxido de plomo).

La utilización de minerales con fines medicinales continuó en época romana. Destacan las contribuciones de Galeno (130-200 d.C.) sobre las aplicaciones terapéuticas de materiales geológicos. Sin embargo, la visión galénica consideraba el reino mineral como esencialmente venenoso. El reino animal proporcionaba el alimento y el reino vegetal los principios curativos. De aquí nació la estrecha relación entre la Farmacología y la Botánica.

Con la expansión del islam tras la muerte de Mahoma (632 d. C.), los conocimientos científicos y médicos de los musulmanes alcanzaron mayor desarrollo que los del cristianismo. Una contribución muy destacable fue el descubrimiento de la escayola en el siglo X. La adición de agua al polvo de basanita producía un material rígido que permitía inmovilizar las fracturas óseas.

Durante la Edad Media prevaleció la concepción mágico-terapéutica de los minerales y los fósiles, plasmada en lapidarios como el de Alfonso X el Sabio.

La relación entre los minerales y la alquimia llevó a Paracelso (1493-1541) a aplicar sus principios y métodos a la Medicina. Los minerales empezaron a usarse en la elaboración de medicamentos y muchos metales, obtenidos a partir del procesado de minerales, se incorporaron al catálogo terapéutico. Algunos de estos metales, hoy reconocidos como tóxicos, fueron el arsénico, el mercurio o el antimonio. Paracelso promulgó un principio aún vigente en toxicología: “solo la dosis hace el veneno”.

A partir del nacimiento de la Ciencia moderna, se busca el conocimiento basado en la observación y la experimentación. Los avances científicos fueron relegando las supuestas propiedades curativas de minerales y fósiles. Y, tras la Revolución Industrial, el progreso de las ciencias originó cambios tecnológicos trascendentales. La explotación de los recursos geológicos, en especial de los recursos minerales, incrementó las enfermedades derivadas de su toxicidad. Así, surgieron enfermedades como la silicosis o la asbestosis. Hoy se sabe que los asbestos (variedades fibrosas de diferentes silicatos) son agentes que favorecen la aparición de distintos tipos de carcinomas, especialmente de pulmón.

A finales del siglo XIX se descubrieron los minerales radiactivos, a partir de los cuales fue posible desarrollar importantes técnicas de diagnóstico en Medicina.

De todos los minerales conocidos, sólo unos 30 se siguen utilizando en la industria farmacéutica actual. Apenas algunos minerales de la arcilla (silicatos caracterizados por su forma laminar y pequeño tamaño), junto a la calcita, el yeso o la halita son usados en su forma natural. El resto son análogos sintéticos, como las “papillas” de barita (sulfato de bario) usadas para las exploraciones radiológicas del sistema digestivo por su capacidad para absorber los rayos X. Esto permite una mejor visualización del tracto gastrointestinal.

Diversos minerales comparten sus usos en medicina humana con usos veterinarios. Así, suplementos de calcita se usan en la alimentación de aves para proporcionar mayor consistencia a la cáscara de sus huevos. Los minerales de la arcilla también se emplean como complemento alimentario para disminuir problemas de diarrea en el ganado.


ESTIBINA

Estibina, principal mena de antimonio, sobre cuarzo. Foto: G. Pinto.

 

caliza Australia

Roca calcárea compuesta por restos de conchas utilizada en avicultura (Shell Beach, Australia Occidental). Foto: J. Luque.