El violeta
El color violeta es un tono intermedio entre los colores azul y púrpura. El uso de este color se remonta al siglo XVIII a. C., con el uso del púrpura en las zona de Creta, las cuencas del Mediterráneo Oriental y Asia, y posteriormente del folium y otros tintes vegetales, en la Tardoantigüedad y la Edad Media, cuyo proceso de fabricación se basa en fermentaciones o cocciones.
El violeta es un color con mucha profundidad semántica en el mundo Medieval. Por un lado, es el color de la pena, la aflicción y la angustia, como elementos cargados de emotividad: el violeta es el rojo de la sangre apagado por la pena. Sin embargo, el violeta es el color de la conversión, de quienes estaban en el camino equivocado y encuentran la salvación, casi siempre a través de la penitencia y de la expiación pública de los pecados. El violeta recuerda a la flor del mismo nombre, que sobresale entre el resto de las flores por su original color. Por ello, también se vincula a la sabiduría, precisamente por la mezcla del azul y el rojo, que propicia visualmente sensación de tranquilidad, la calma y el control. A nivel material, en la vida cotidiana estaba muy restringido, porque al estar producido con materiales escasos y caros no estaba al alcance de todas las personas: es por tanto señal de lujo. Por eso es un color muy vinculado a las artes suntuarias y a los ajuares rituales, tanto funerarios como propios de las grandes fiestas y boatos reales e imperiales de la Edad Media, especialmente en su variedad púrpura en el encuentro con el rojo.
El violeta es un color muy versátil. Por un lado, se utiliza para suplir al color negro como símbolo de expiación en las celebraciones de difuntos y en el sacramento de la penitencia. Por otro lado, es el color de la espera junto con el verde, por eso en algunos lugares se utilizaba en todo el tiempo de Adviento y en el tiempo de Cuaresma, como tiempos de espera hasta la Navidad y la Pascua. También es el color de la angustia y de la Semana Santa, en cuanto a prolongación directa de la Cuaresma: del Domingo de Ramos al Miércoles Santo. El uso del violeta no se diferenciaba normativamente del negro dentro de la liturgia medieval. Y aunque acabó por imponerse el color negro en las celebraciones más tristes de la Baja Edad Media, las evidencias materiales señalan que en la Alta Edad Media primaba el uso del violeta.
Debido al costoso proceso de fabricación el pigmento de tono violáceo más destacada es la púrpura de Tiro, destinado a objetos suntuarios de gran calidad. Tras el agotamiento de las fuentes de moluscos en las costas mediterráneas se recurrió a otros tintes vegetales que aportasen este mismo tono, como el folium o la orceína, ambos colorantes que deben convertirse en pigmentos laca en formato polvo para su posterior aplicación en soportes como las tablas, los pergaminos o el muro.