Propuesta de Concha Cortés Zulueta
La historia del arte y de la creatividad ha tendido a elaborarse y contarse en función de una conceptualización descorporeizada de la visualidad. Incluso cuando ésta se aborda en cuanto a su engarce en el cerebro y en sus procesos, lo más habitual es presentar el sentido de la vista aislado y desconectado de todo los demás, del cuerpo propio y de los demás cuerpos; incluso, de los demás sentidos. Una vía para reunir visión y cuerpo/s, y reflexionar sobre ellos en conjunto, es fijarse en los otros animales, los no humanos. En la integración de sus diferentes sentidos, en los énfasis alternativos respecto a las jerarquizaciones sensoriales de los humanos, en las capacidades que casi nos resultan alienígenas, por desconocidas y alejadas de nuestras experiencias del mundo. De este modo, al trazar paralelismos y divergencias, al considerar lo que es parecido y lo que es diferente, podemos encontrar formas de re-conectar con nuestros cuerpos, con los de otras criaturas, y con el entorno, y de acercarnos a esos otros mundos que tendemos a ignorar.
Por ejemplo, un caso destacado sería el de los pájaros pergoleros o bowerbirds (familia Ptilonorhynchidae de Australia y Papúa-Nueva Guinea). Estas aves son bien conocidas y reconocidas por las pérgolas que construyen y juzgan, y por cómo las decoran y componen. Alrededor y hacia el interior de estas construcciones, las miradas humano-aviares se fusionan y entrecruzan, deteniéndose en diversos significados y representaciones, creados tanto por humanos como por los propios pájaros. La mirada en movimiento que es encarnada por los pájaros pergoleros es la que moldea la forma, disposición y recorridos posibles en estas pérgolas y en torno a sus decoraciones: postes o avenidas dirigen, realzan o bloquean la mirada, al tiempo que la asocian con ciertos sonidos, y que la dotan de otras dimensiones sensoriales. Por otro lado, cuando los humanos se detienen a contemplar estas construcciones, lo que sus ojos y su cerebro ve es una imagen mucho más rígida y plana, inmóvil y casi unidimensional, como si lo que estuvieran mirando fuera un cuadro. Ambas miradas, aviar y humana, se enmarañan sobre todo en torno al "paso atrás" al que recurren algunas de estas aves para evaluar, y quizás reorganizar, la composición y colocación de las decoraciones dentro de sus pérgolas. Porque los humanos tendemos a asociar este vistazo y paso atrás con una técnica y un comportamiento característico de la pintura, y de los pintores, con lo que hacen los artistas humanos cuando trabajan en un lienzo u otra superficie con el fin de sopesar la composición. Además del antropomorfismo que, potencialmente, podría estar sobrevolando esta comparación, hay otros muchos aspectos adicionales involucrados en ese paso atrás de estos pájaros, incluidos los relativos a la percepción, aprendizaje, estética o incluso la presencia de una teoría de la mente en estos animales; si es que lo que están haciendo estos pájaros es componer y disponer estas decoraciones tomando en cuenta cómo las van a ver, y a apreciar, otras aves, otras mentes que no son la suya. En especial, si tomamos en cuenta los fascinantes hallazgos y estudios que muestran cómo los Great bowerbirds (Chlamydera nuchalis) crean gradientes de tamaño e ilusiones ópticas en sus pérgolas, poniendo así en juego un complejo mecanismo ilusionista que está destinado a engañar a esas otras aves.
En conjunto, es como si la mirada humana estuviera tratando de diseccionar y embalsamar las pérgolas, de convertirlas en algo próximo o asimilable al arte humano del tipo que se introduce en una vitrina y se exhibe en una galería. Mientras que lo que hacen los pájaros es más vivo, vital y artístico, e integrado con sus cuerpos y demás sentidos. Como resultado, prestar atención a estas aves y a sus construcciones en sus propios términos puede ayudarnos no solo a ver con otros ojos (y sentidos, y cuerpos) tanto a ellos como a sus mundos y creaciones. Sino que puede asimismo contribuir a exponer las carencias de ese modo visualmente descorporeizado y desconectado que tenemos de experimentar, y concebir, y entender, tanto el mundo como el arte, así como contribuir a paliarlas.