Marina Bravo (Madrid, 1989) es en la actualidad una de las mejores jugadoras de rugby de este país. Fija en la selección absoluta española, tanto en XV como en Seven (las dos modalidades en las que se celebran competiciones), en su palmarés ya figuran dos campeonatos de Europa y un cuarto puesto en el último Mundial. Para hacerse una idea, y salvando las distancias que marca el profesionalismo, la presencia de Marina en el banquillo de la UCM es como si un Iker Casillas o un Andrés Iniesta se animaran a entrenar, por ejemplo, a los equipos de Móstoles o Fuentealbilla.
"Empecé a ir a ver algunos partidos de la liga interna de la Complutense -cuenta Marina, quien estudia Magisterio de Primaria en la UCM- y vi que había muy buen nivel. Hablé con Pablo, el entrenador de la UCM y me ofrecí a echarle una mano con las chicas. Pensé que podía aportar cosas". Como sigue contando, "todo salió fenomenal, la Complu ganó por primera vez el Campeonato de España y yo quedé encantada con la experiencia. De hecho, este año si todo sigue igual volveré a estar con ellas".
Pese a su juventud, 24 años recién cumplidos, y su exitoso presente en los terrenos de juego, Marina ya tiene cierta experiencia en los banquillos. "Empecé a entrenar a niños pequeños hace unos años y, de hecho, esta temporada estoy entrenando al sub 16 del Cisneros. Es algo que me gusta y ¿si puedo hacerlo ahora por qué esperar a más adelante?".
Lo cierto es que en su trayectoria Marina siempre ha ido por delante de los plazos establecidos. Cuando empezó a jugar, con apenas 12 años, lo tuvo que hacer en un equipo en el que ella era la única chica. Cuando cumplió los 16 tuvo que dejar el equipo en el que estaba -ya había pasado del Boadilla al Majadahonda- porque la normativa no la permitía seguir jugando con los chicos, y estar un año sin jugar porque hasta los 17 no la dejaban pasar a jugar en un equipo femenino. Con 17 ya fue llamada por la selección española, y aunque consiguió que su madre la autorizara a debutar antes de los 18 marcados por la Federación, una lesión se lo impidió. "Con 18 años por fin debuté. Fue aquí, en La Central, frente a Inglaterra", recuerda.
Desde entonces no ha parado y se ha convertido en uno de los puntales de su club, el Cisneros, y de la selección española femenina, que, a diferencia de la masculina, forma parte de la elite mundial de este deporte. "Ellos también lo están haciendo muy bien y poco a poco están tirando hacia arriba", puntualiza.
Su sueño es estar en 2016 en Río, ya que por vez primera el rugby ha sido incluido en el calendario olímpico. "Cuando nos enteramos dimos saltos de alegría. El rugby, olímpico. Era el sueño de todos. Espero poder estar allí. Aún no sabemos cómo va a ser la clasificación, pero si mantenemos nuestro nivel creo que no tendremos problemas".
Cuando se disputen los Juegos Marina tendrá 27 años. "Será una buena edad. A mi me gustaría jugar hasta los 30 más o menos, pero dependerá del trabajo y esas cosas".