Un poco antes de la Guerra Civil Española un pueblo catalán está desolado porque unos cuantos de los niños que viven allí están provocando accidentes y crímenes absurdos. Descubren que los niños culpables son insensibles al dolor y deciden meterlos en un manicomio de Canfranc.
Tener una enfermedad rara como la CIPA (Congenital insensitivity to pain with anhidrosis) tiene que ser peliagudo, porque no eres capaz de sentir ni el frío ni el calor ni ningún tipo de dolor. El principal afectado serás tú mismo porque te puedes quemar en la ducha, en la calle por el efecto del Sol o agarrando algún objeto caliente. Sin embargo, en el guión escrito por Luiso Berdejo y Juan Carlos Medina, los niños que sufren esta enfermedad disfrutan arrancándose las uñas o comiéndose la carne. No se sabe muy bien por qué el hecho de ser insensible te va a volver autocaníbal, aunque quizás es porque Berdejo se ha quedado con ganas de más carne humana después de sus guiones de [REC] y [REC]3 Génesis. Lo único que parece documentado es la presencia de los nazis y, en concreto de la Gestapo, en Canfranc, algo que suena totalmente surrealista, pero al parecer allí estuvieron durante la Segunda Guerra Mundial. En lo que sí se sobran los directores es en hacer que el manicomio de Canfranc sea un lugar de paso tan concurrido como la Gran Vía, por allí pasan los de la CNT durante la guerra civil, luego los fascistas, los nazis y finalmente lo convierten en una especie de Dirección General de Seguridad, para torturar a los rojos, pero en lo alto de una montaña. Demasiado. El rollito en plan Frankenstein del final también es para echarse a llorar de lo malo que es.
Juan Carlos Medina es el director del filme, el primero de los que hace después de unos pocos cortometrajes decentes. Su trabajo con los actores es desastroso y allí cada uno hace un poco lo que le da la gana. Aparte de eso, hay que decir que la factura de la película es bastante decente aunque el ritmo tampoco es su fuerte. Seguro que su próxima película será mejor, sólo tiene que intentar escribir y dirigir una película menos ambiciosa y menos llena de lugares comunes y personajes absurdos.
Juan Diego está un pelín sobreactuado y en todo momento sabemos que algo anda mal con ese personaje. Es obvio, obvio, obvio, pero seguro que le dijo Medina que lo hiciese así. Los mejores son los niños, sobre todo los novatillos Bruna Montoto e Ilias Stothart.