El 2 de junio, un día antes de ser investido doctor honoris causa de la Complutense a propuesta de la Facultad de Filología, Maurizio Pollini ofreció un recital pianístico en el Teatro Real. Todas las críticas coincidieron en definirlo como magistral, y así lo sintió también el público que se pasó minutos y más minutos aplaudiendo.
En el Teatro Real interpretó piezas de Chopin y Debussy. Durante mucho tiempo juntar a estos músicos en un mismo concierto era casi una herejía, o al menos así lo explicó Carmelo di Gennaro, director del Instituto Italiano de Cultura, que fue el encargado de leer un discurso en nombre de Pollini. Según Di Gennaro, ya advirtió Proust que aunque Chopin era considerado un retrógrado y Debussy un vanguardista, Chopin era el músico preferido de Debussy.
Precisamente, una de las grandes virtudes de Maurizio Pollini, según su laudator, Juan Ignacio Varela-Portas, profesor de Filología Italiana, fue "concentrarse en el estudio con rigor y con pasión", algo que ha caracterizado su vida artística. Y lo más sorprendente, es que ese abandono del candelero lo hizo cuando apenas tenía 18 años y ya despuntaba como un gran pianista. Y para Varela-Portas, "el más grande de todos los pianistas vivos de la actualidad".
Un instrumento, el piano, que no ha servido a Pollini para parapetarse de los problemas del mundo, sino que, como recordó José Carrillo, "para él es una posición ética y estética, una manera de contar el mundo". Lo mismo opina Varela-Portas, quien afirma que "afronta problemas éticos que afectan a las mujeres y hombres de su tiempo". Según Varela-Portas, "el arte y el pensamiento nos sensibilizan, nos hacen mejores".
El profesor de Filología Italia definió a Pollini como "un intelectual integral en el más alto sentido de la expresión". Lo que le diferencia del intelectual espectáculo, es que este último "habla de todo sin saber de nada, de ahí que la magnitud ética de Pollini se agrande aún más".
El estudio a conciencia de Pollini le ha convertido además en el principal valedor de músicos contemporáneos como György Ligeti y Pierre Boulez.