Los muertos vivientes
por Edgar Lizano
Seguro que has visto la serie, de la que pronto se estrenará de gratis la tercera temporada en la Sexta, pero te aseguro que los cómics en los que se basa son mucho mejores. Robert Kirkman comenzó con esta historia hace ya muchos años, ni más ni menos que nueve. En este tiempo la colección ya ha superado los 100 números, que en Estados Unidos se han ido publicando en tres formatos diferentes: comic book con grapas, recopilatorios de seis números incluyendo lo que podrían ser arcos argumentales más o menos cerrados, y macrolibros con 12 cómics en cada uno. En España se ha optado por las dos últimas versiones y la que está más cercana a la edición yanqui (se publica aquí con unos 4 meses de retraso) es la edición en tomos de seis números. Todos ellos son una gozada, con sus ritmos más o menos lentos y con sorpresas que esperan al lector en cualquier momento. De hecho nunca sabes lo que vas a ver cuando pases la página.
Destejiendo el arco iris
por Andrés Torrejón
Cuando la Feria del Libro mandó a un grupo de intelectuales que hicieran una lista de libros que les habían impactado, todos entendieron que se referían a novelas, y todos (por un afán un tanto pedante) metieron El Quijote. No sé yo si ninguno de ellos lee ensayos, pero si lo hacen yo les recomiendo que compren cualquiera de Richard Dawkins. Se puede estar de acuerdo con él o no, pero desde luego es un autor que nunca deja indiferente y que además impacta mucho más que la mayoría de los novelistas. Destejiendo el arco iris no es una excepción de esa capacidad de sorpresa. Es cierto que el libro se ha quedado algo anticuado en temas como el ADN basura, (que ahora ya tenemos constancia que de basura nada), pero la esencia del libro se mantiene intacta. El mensaje que quiere transmitir es sencillo: la manera más impresionante de acercarse a la naturaleza no es la magia o la mitología religiosa, sino el método científico. Así de contundente.
Long Time No See
por Julio Gorría
A lo mejor soy un poco básico, pero me encanta la voz personal de Lynne Martí en conjunción con toda esa banda potente que hay detrás del grupo Poet in Process. Y digo básico porque ahora lo que se lleva son esas voces impostadas que imitan a voces negras y que llenan los programas de televisión. Ahora en el panorama español sólo se encuentran esos voceros plastas o el otro tipo de música que mezcla lo latino con el tono agitanado y la verdad es que me aburren soberanamente. De ahí que escuchar un disco fresco, y en inglés, como Long Time No See me da alegría y esperanza de que quizás no todo está perdido en nuestro país. Me recuerda aquellos años noventa cuando apareció Dover con unos temas potentes y una voz nueva (mucho antes de que se conviertan en el pastiche pop incomprensible que son ahora). Long Time No See es un maravilloso viaje por un mapa en el que sólo vas a encontrar alegrías. Te lo aseguro.