En el mes de febrero, la Facultad de Físicas ha acogido las conferencias de los científicos Antonio Hernando Grande y Antonio López Maroto. El primero repasó la implantanción de la Física de calidad en España y el segundo habló de la historia de las investigaciones sobre la expansión del universo.
El aula 1 de la Facultad de Físicas se llenó por completo el pasado 23 de febrero para escuchar la conferencia de Antonio López Maroto, impartida dentro del ciclo Hablemos de Física.
El físico teórico explicó que las observaciones del universo no encajan con la teoría de que ahí fuera todo está compuesto por materia. Por el contrario se ve que hay zonas como los supercúmulos donde hay mucha acumulación de materia frente a otras que están aparentemente vacías. A esas observaciones se unen otras que demuestran que el universo se está expandiendo y además de manera acelerada. El primero en descubrir la recesión de las galaxias, en 1915, fue Vesto Slipher, que comprobó el desplazamiento al rojo de 21 de las 25 galaxias que observó.
Algo después Einstein formuló su teoría de la relatividad general. Al aplicar su propia fórmula vio que el universo se expandía, lo que iba en contra de la Física de la época. Para contrarrestar esa expansión añadió una constante cosmológica (más información en el recuadro siguiente).
López Maroto asegura que más o menos la situación siguió así durante décadas, hasta que en 1998 Saul Perlmutter, Brian P. Schmidt y Adam G. Riess descubrieron la expansión acelerada del universo a través de la observación de supernovas lejanas. Por ese descubrimiento les concedieron el Nobel de Física de 2011.
Las observaciones y hallazgos han llevado a un nuevo modelo cosmológico estándar en el que se incluye la materia oscura, pero no como una pequeña parte, sino como la mayoritaria. De hecho, los porcentajes con los que se trabaja son sorprendentes: el 73 por ciento del universo es materia oscura, un 23 por ciento son partículas que no conocemos y, aparte de otros elementos como helio e hidrógenos gaseosos y neutrinos, los elementos pesados suponen solo un 0,03 por ciento.
La constante cosmológica de Einstein
El físico alemán Albert Einstein pensaba, al hilo de su época, que el universo tenía una topología cerrada (similar a una esfera) y además era estático. Para demostrarlo, Einstein resolvió una serie de ecuaciones que se ajustaban a lo que se había observado del universo. Para su sorpresa descubrió que los resultados eran inequívocos: el universo evolucionaba, no era estático. Como aquello iba en contra del paradigma dominante, Einstein incluyó en la fórmula lo que se conoce como una constante cosmológica, un valor que le sirvió para ajustar los datos y dejar al universo estático.
El profesor Antonio López Maroto explica que poco después Einstein mismo retiró la constante cosmológica de su fórmula por considerarla su mayor error.
Mucho tiempo después, las teorías cuánticas de campos han decidido incluir de nuevo esa constante cosmológica. López Maroto es crítico con esa decisión, porque para conseguir que el resultado se ajuste a las observaciones el valor de la constante cosmológica tiene que ser treinta veces más pequeño de lo que debería según la ley de la gravedad universal de Newton. López Maroto considera que el hecho de que tenga que ajustarse tanto es muy sospechoso, sobre todo porque el valor que se acepta para la constante cosmológica es válido exactamente para el momento actual, lo que no deja de ser "demasiada coincidencia".
La Física en España
Antonio Hernando, Premio Nacional de Investigación "Juan de la Cierva" 2011, repasó la historia de la Física en España desde principios del siglo XX en su conferencia del día 16 de febrero.
De acuerdo con Hernando, "la Física no fue una debilidad de este país hasta 1900". De hecho no hubo física relevante hasta un par de décadas después, gracias a la Junta de Ampliación de Estudios. En 1927 se puede hablar de una Edad de Plata española que no es solo artística y literaria, sino que también es científica, y en 1930 Blas Cabrera se codeaba ya con científicos como Einstein, Curie, Planck o Böhr.
Tras la guerra civil el sistema científico español se hundió de nuevo y salvo contadas excepciones no volvió a levantar cabeza hasta los años ochenta, con el impulso de ministros como Maravall, Solana y Rojo.
En ese nuevo resurgir es cuando se creó el Instituto de Magnetismo Aplicado que dirige Antonio Hernando. Él mismo informó de que ya llevan 22 años de trabajo en un centro que cuenta con 35 personas de media y donde no hay plazas fijas. De allí han salido 40 tesis doctorales y más de 20 patentes. La financiación pública del Instituto cada vez es menor y mayor la autofinanciación.
Hernando reconoce que para él la diferencia entre ciencia básica y aplicada es inexistente. Lo único en lo que difieren es en el tiempo que tarda la investigación de calidad en ser útil. En eso la básica tarda un poco más, pero acaba dando resultados.