"Sí, la verdad es que cuando la gente se entera de que me dedico a la lucha libre, suele quedarse un tanto extrañada. Unos me dicen que si no soy un poco menuda para dedicarme a eso, otros que qué bien tenerme como amiga en vez de como enemiga, unos se interesan y me preguntan en qué consiste, otros pasan...". Lo cierto es que Amparo Nieto (Burjassot, Valencia, 1991) ya se ha acostumbrado a esa cierta incomprensión que rodea al deporte que practica. Desde pequeña ha tenido que hacerlo, aunque solo fuera para explicar a sus amigas a qué se dedicaba su padre, Juan, campeón de España hasta en siete ocasiones en las diferentes modalidades de lucha existentes: libre, grecorromana y sambo. Desde los diez años lo hace en primera persona. "Yo hacía gimnasia rítmica, pero empecé a ir junto a mis hermanos a ver los combates de mi padre. Así, empecé a entrenar con uno de mis hermanos, el que solo me saca un año. Recuerdo que no me gustaba nada, pero poco a poco me fue enganchando. Creo que fue porque empecé a ganar y a esa edad a todos los niños nos gusta ganar".
Desde los 16 años, Amparo reside en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Madrid, la Residencia Blume. Nadie la obligó a venir. "Fue cosa mía. Yo eché la solicitud de la beca y yo decidí venirme. Pero sí, fue un poco duro dejar mi pueblo y mi familia. Aún me veo al mes de venir metida en mi habitación llorando sin parar... Pero decidí seguir, darme una oportunidad. Pensé que si quería entrenar, si quería ver hasta dónde puedo llegar en la lucha, estaba en el mejor sitio para hacerlo".
Han pasado los años y Amparo es ya casi una de las veteranas de la Residencia. Mientras pasea por los pasillos y saluda a todo el mundo, comenta que no se arrepiente de la vida que lleva, que sí, que sabe que se está perdiendo cosas de la juventud o, ahora, de la vida universitaria -estudia Medicina-, pero que a cambio ha encontrado una segunda familia en la Residencia y tiene a su alcance vivencias y oportunidades que otros jamás tendrán. Su sueño, como el de todos los que viven en la Blume, es participar en unos Juegos Olímpicos. La vista la ha fijado en 2016. "Si voy, fenomenal. Si no, será el momento de replantearme las cosas, de centrarme más en los estudios... Ya veremos qué pasa. Por mí no va a quedar".