La mesa redonda que ha puesto final al curso "El futuro de la educación superior" ha reunido a cuatro expertos en la materia, José Manuel Pingarrón, secretario general de Universidades; Alfonso González Hermoso de Mendoza, viceconsejero de Ciencia, Universidades e Innovación; y los codirectores del curso Federico Morán, director de la Fundación para el conocimiento madrid+d, y Rafael Puyol, presidente de UNIR. Todos ellos han recalcado que la universidad española debe seguir siendo un elemento fundamental y vertebrador de nuestra democracia, y que debería mantenerse como centro de construcción de ciudadanía y valores de la justicia. Las fórmulas para que eso siga siendo así pasan por modelos mixtos entre las universidades públicas y centros y agencias privadas, por la mejora de las condiciones de los trabajadores, la internacionalización o el rejuvenecimiento de las plantillas.
José Manuel Pingarrón, secretario general de Universidades, explica que ahora mismo hay 84 universidades en España, 50 de ellas públicas, 1.961 facultades y algo más de 1.600.000 de estudiantes. Considera, por tanto, que "la oferta académica de títulos es muy elevada, quizás demasiado elevada, y que hay un sistema universitario complejo, pero al mismo tiempo muy rico, que tiene una capacidad de actuación muy importante". Apunta además que la universidad española ha sido capaz de hacer frente a la pandemia pasando de la noche a la mañana de la enseñanza presencial a una no presencial, con lo que "se ha terminado el curso aceptablemente y ahora hay que prepararse para que el próximo curso sea de calidad, porque esa es la máxima que no se debe olvidar".
Apunta Pingarrón que el sistema universitario público español está entre las 1.000 mejores universidades del mundo, así que" cualquier ciudadano español sabe que tiene relativamente cerca una universidad con una enseñanza buena, lo que no ocurre en todos los países del mundo". Por lo tanto, y aunque hacen falta mejoras que son inaplazables, "no se puede decir que el sistema universitario español sea malo".
Uno de los problemas principales está en la caída de la inversión en educación, que en la Asociación de Universidades Europeas calcula que ha sido de un 20% sólo en el último decenio. Como ejemplo, pone a Cambridge, una de las mejores universidades del mundo, que tiene 26.000 estudiantes, los mismos que la UAM que cuenta con un presupuesto de 260 millones de euros, mientras que el de Cambridge es de 1.600 millones. "No todo es dinero, pero es muy importante", recalca el secretario general de Universidades.
En la nueva Ley Orgánica de Universidades, "que se está diseñando de manera muy consensuada y hablada, porque no tiene sentido hacer un cambio importante si no es perdurable para que no haya cambios de manera rápida", se tratan algunos de los problemas acuciantes de nuestra universidad como el modelo de financiación, la gobernanza, la internacionalización, las homologaciones, la ordenación de las enseñanzas académicas y un nuevo estatuto para el PDI.
Todas esas reformas se sustentarán en cuatro grandes eslabones que son el rejuvenecimiento de las plantillas de las universidades, "porque no tiene sentido que los ayudantes doctor tengan más de 40 años de media"; el establecimiento de una carrera académica clara, asumiendo todas las competencias que tengan las comunidades autónomas con el personal contratado; la potenciación de la movilidad de los profesores, con un plan estatal de movilidad, que exija, para ser profesor permanente, haber estado en una centro diferente a donde se leyó la tesis y donde se quiere trabajar; y, por último, hay que abrir una vía que cada universidad establecerá para la estabilización de algunos profesores que llevan muchos años con sueldos inaceptables. Para esto, de acuerdo con Pingarrón, "hará falta más financiación y más plazas, porque desde 2011 las universidades públicas han perdido entre 4.000 y 6.000 plazas, así que si se sacaran sólo esas estaríamos en los mismos niveles que en 2011".
Federico Morán opina que estamos ante un modelo mixto en muchas facetas de la vida, entre ellas el contacto con las agencias y las administraciones y, por supuesto, en la educación. Cree el director del curso que "no parece que, tras la epidemia, se vaya a volver a un modelo absolutamente presencial o no presencial". El modelo mixto llegará también a la relación entre universidades públicas y agencias privadas, porque "hay plataformas en todo el mundo que forman en competencias para el mercado, para atender la demanda del empleador. Ahí también se va hacia una interacción mixta, con programas conjuntas con estas plataformas para atender la misión de crear y transmitir conocimiento con la proximidad al empleador, y ese es un modelo que también ha llegado para quedarse".
Alfonso González Hermoso de Mendoza, viceconsejero de Ciencia, Universidades e Innovación, asegura que "cuando se habla de la universidad del futuro se nos dispara la imaginación, pero cuando aterrizamos en los problemas que tenemos en nuestro entorno el discurso es radicalmente distinto, aparecen posiciones partidistas, palabras más utilizadas, de endogamia, de ránkings...". Cree, por tanto, que si queremos ir hacia una mejor normalidad, "es esencial que recuperemos el papel de la universidad y que le demos el papel predominante que va a tener en las próximas décadas. Hay que trasladar al debate político nuestros sueños, no nuestras miserias, y si no lo hacemos corremos el riesgo de la irrelevancia de las universidades".
De acuerdo con González Hermoso, las universidades son el soporte de la soberanía educativa, la capacidad de una comunidad de tener una visión propia del mundo, de dar cohesión social... De hecho, "desde el punto de vista económico, los territorios sin universidades tendrán una importante merma de su competitividad, así que la apuesta por las universidades es la única que conocemos por la riqueza y el bienestar. Además son una enorme industria, per se, y tienen una gran capacidad para generar empleo de calidad y atraer talento". Otra función que deben tener las universidades es la de justicia social, "en especial las universidades públicas, porque ahí radica el peso de garantizar el acceso a todas las etapas educativas de una persona, ya que son centros de construcción de ciudadanía y valores de la justicia y la libertad".
Informa que desde la Comunidad de Madrid, para cumplir con ese papel de la universidad, se están poniendo en marcha tres líneas de actuación fundamentales: el reposicionamiento de la universidad en la sociedad, como espacio generador de valores; la transformación digital; y la democratización en el acceso con un aumento de las becas, entre otras medidas.
Rafael Puyol, codirector del curso, reflexiona que ha pasado casi 50 años en la universidad pública, pero ahora que está en una institución privada cree que los legisladores también deben hacer disposiciones que atiendan a esas instituciones, porque "también tienen sus problemas, sus necesidades y necesitan una especial sensibilidad".
González Hermoso apunta que "entrarán otros proveedores en el ámbito de la educación superior, pero el futuro pasa por la defensa del estado social y democrático de derecho que propugna nuestra Constitución y que validan las universidades públicas".