Psicall, el servicio de atención psicológica para estudiantes de la UCM, está desde la penúltima semana de marzo atendiendo de lunes a domingo de 10 a 22 horas, a través del teléfono 91 394 52 00 o del mail psicall@ucm.es, no solo a estudiantes, sino también al personal de la universidad, a los profesores, a los residentes en los colegios mayores aunque estudien en otra universidad, y también a los matriculados en centros adscritos. A todos ellos, y además a sus familias. A 29 de abril, cuando nos ponemos en contacto con la profesora Cristina Larroy, directora del Psicall y de la Clínica Universitaria de Psicología, el servicio ha recibido durante este periodo extraordinario 260 llamadas telefónicas y 70 consultas por mail. "Los correos son más complejos de contestar -explica la directora- , ya que se convierten en hilos muy largos, a veces de hasta 30 o 35 interacciones".
Larroy explica que la mayor parte de las llamadas, un 61 por ciento, son de estudiantes; mientras que el resto se reparten prácticamente en partes iguales entre profesores, PAS y familiares. Quienes llaman por teléfono antes de hablar con alguna de las 16 personas voluntarias que se encargan del triaje o de las 28 operadoras también voluntarias y todas graduadas en Psicología que les van a atender, tienen que contestar un cuestionario. En él, el 65% de los "llamantes" reconoce sentir ansiedad. También se hace una pregunta de cribado sobre ideación autolítica. El 28% dice tenerla. "La mayoría de ellos, el 19%, dice que es solo una ideación, del estilo se me ha pasado por la cabeza alguna vez, pero el otro 9% dice desear quitarse la vida o que lo haría si tuviera la oportunidad. Es un porcentaje bastante alto", reconoce la profesora Larroy.
- ¿Cuáles están siendo los principales motivos de consulta?
- Cuando analizamos el motivo de consulta, vemos que ha cambiado a lo largo del confinamiento. Al comienzo había bastante ansiedad por la posibilidad de contraer la enfermedad y ahora sobre todo lo que hay es ansiedad por la situación, por la incertidumbre, por el qué vendrá. Se está dando en un 57% de las personas que nos llaman. Luego, tenemos un 32% de los llamantes con un bajo estado de ánimo. Los motivos no son excluyentes, es decir una misma persona puede tener ansiedad y un bajo estado de ánimo. El manejo del aislamiento también es otro de los motivos fundamentales; nos lo comenta el 21%. Luego estarían los problemas de sueño y los problemas familiares con un 15% cada uno de ellos. Ambos están por delante de la ansiedad por el riesgo a contraer la enfermedad. Las primeras semanas, un 65% señalaba que ese era el motivo de la consulta, mientras que ahora es un 12%. Luego están los problemas académicos, que es un 12 %, y el duelo que es un 4%.
Como se ve la casuística es muy variada. También me gustaría resaltar que estos motivos que nos dan las personas que llaman por teléfono no se corresponden exactamente a lo que recibimos por correo. Ahí, también la mayoría, un 50%, sufre ansiedad por la situación, pero el motivo de ayuda para manejar el aislamiento sube mucho más, hasta el 37%. El bajo estado de ánimo, en cambio, aquí baja muchísimo, hasta el 19%. Es la sexta causa por detrás de los problemas de pareja, los problemas familiares, los problemas académicos, el problema por aislamiento y la incertidumbre.
- Parece lógico que ahora lo que más preocupe a la gente sea no saber lo que va a pasar en el futuro inmediato o a medio plazo...
En efecto. Ahora hay mucha más ansiedad por la incertidumbre, por el sentimiento de no saber qué hacer ante lo que se nos viene encima. Si lo pensamos bien es bastante lógico, si. Los estudiantes ven un horizonte que no saben muy bien cómo afrontar. Entre los profesores también hay incertidumbre personales, el trabajo de sus parejas... Y también por no saber bien cómo afrontar nuevos retos. A todos ahora se nos exige de repente que seamos expertos en TICs, que hagamos evaluaciones fuera de nuestro contexto, de lo que estamos habituados, que trabajemos on line todo el rato...
- ¿Cree que hay trastornos o problemas que pueden estar ahí, quizá un tanto ocultos y que pueden dispararse cuando se vaya saliendo de la actual situación?
- Claro. Por ejemplo, los duelos no resueltos. Hay mucha gente a la que se le han muerto familiares en condiciones muy difíciles: sin poder hablar con ellos durante 15 días, sin saber muy bien qué les estaba pasando porque la información de los médicos o los directores de residencias no llegaba todos los días, enterrándolos sin poder ir nadie o solo una o dos personas... Imagina a las personas que tienen varios hijos y que los hijos tienen que decidir quién de ellos va al entierro de su padre o de su madre... Y todo esto por telellamada porque no te puedes juntar. Creo que el duelo no resuelto va a empezar a aflorar. Ahora mismo no se ve tanto. De hecho no tenemos muchas llamadas de duelo, pero creo que es porque la gente aún está un poco en estado de shock y cuando pueda salir de ahí y procesarlo, va salir un duelo no resuelto bastante importante.
Luego tenemos una población a la que no se le está considerando demasiado y creo que está sufriendo mucho esta situación, que son los enfermos mentales. No los que tenían que estar internados, pero sí aquellos que acudían regularmente a un centro de día o que tenían una supervisión médica por ejemplo cada semana. Han visto que les han cerrado sus centros y que no han recibido ayuda durante estas semanas. Algunos han estado bien porque no se les han agudizado sus problemas durante el confinamiento, porque no eran relacionales, pero otros han estado muy mal. Nosotros hemos tenido gente en la ventana. Hace una hora hemos recibido otra llamada con ideación autolítica compleja... Toda esta gente que tenía algo previo se le ha exacerbado. Nosotros, que hemos abierto la Clínica ahora para hacer atención telemática, con poquitos pacientes que han querido retomar, hemos visto que algunos están muy bien, los que tenían problemas con el jefe, por ejemplo (ríe); pero los que tenían problemas familiares están fatal.
- ¿Qué teme que pueda pasar a partir de ahora, qué patologías o problemas cree que pueden ir apareciendo?
- Creemos que uno de los problemas que va a haber y, de hecho ya se está dando, es la agorafobia, es decir que va a haber gente que mire con recelo el poder salir. Esta gente que ha sido súper estricta cumplidora, que ha ido a la compra una vez cada dos semanas o así... Esas personas es posible que vayan a tener problemas de salir. El otro día cuando se fijó el desconfinamiento para los niños, les dije a la gente de la Clínica, que preparase unas recomendaciones -que son muy útiles y que ya hemos puesto en la web para la población general- para agorafobia y niños. El jueves, de hecho, tuvimos una llamada de un padre que contaba que el niño había empezado a decir con llanto que él no quería salir, que el coronavirus les iba a matar a todos... Luego, el día que salieron, el domingo, había niños a los que tenían que llevar sus padres a rastras. Otros se querían volver a los diez minutos. Son niños pequeños, no entienden, ven a la gente con las mascarillas, a algunos se les han muerto los abuelitos, han estado oyendo todo el rato el mismo tema... Se les ha bombardeado, sin querer seguramente, pero llevan un montón de días viendo esto como el ogro total, y muchos ahora tienen miedo.
- ¿Y después?
- No lo sé, pero o las cosas se arreglan pronto o va a haber bastante trastorno del estado de ánimo. Esto de la agorafobia que digo, es posible que sin llegar a ser un trastorno mental, sí pueda ser un problema y molestar a muchas personas; la incertidumbre es clarísima... Cuando se regularice esto, se acaben los ERTES, mucha gente se tendrá que apuntar al paro o tendrá que cobrar una renta básica... Hay gente que ha tenido que bajarse el sueldo. Luego, hay gente que saldrá a las playas pero con cierto recelo, que irá a los restaurantes pero también con cierto recelo. Todo esto es posible que genere trastornos del estado de ánimo, algunos problemas de re-experimentación de las situaciones, problemas de sueño bastantes, muchísima ansiedad en todas sus manifestaciones. Es decir, mucha ansiedad, bajo estado de ánimo y, no quiero decir trauma, pero sí problemas de re-experimentación.
- Vamos, que la transición hacia la nueva normalidad nos va a costar...
- El proceso de transición nos va a costar, pero también cuando lleguemos a la nueva normalidad. Ya será por otros motivos seguramente que no tengan que ver tanto con la enfermedad pero sí con las consecuencias sociales y económicas que ha generado la enfermedad. Y también hay que aceptar que vamos hacia una nueva normalidad, no hacia la normalidad. Y luego está el miedo a que no haya una vacuna en el momento en el que esto pueda volver a rebrotar. Esto ha sido el primer embate, pero no sabemos qué pasará en noviembre o diciembre si no hay una vacuna.
- ¿Hasta cuándo va a seguir este servicio ampliado de Psicall?
- Estamos planteándonos hasta cuándo lo podemos mantener con voluntariado porque ya al normalizarse un poco las cosas se nos están yendo algunos de los voluntarios. Tenemos 28 operadores que hacen asistencia, 16 de triaje y 22 supervisores, que somos profesores de la Facultad de Psicología, la mayoría del Departamento de Clínica, alguno de Diferencial y también una profesora de la Autónoma, que tiene muy buena relación con nosotras y se apuntó al carro. Hay gente que sabemos que lo va a ir dejando porque volverán a sus trabajos, pero intentaremos irlo cubriendo con la gente del Psicall y de la Clínica.
Nuestra idea, por supuesto, es seguir. Estamos preparando un proyecto para presentarlo a la convocatoria que han sacado la CRUE, el CSIC y el Santander. Necesitamos financiación para poder tener supervisores fijos y gente que pueda atender los casos que veamos más vulnerables, al menos hacer una teleterapia, porque lo que estamos haciendo realmente es otro tipo de atención, pequeñas intervenciones, pero hay gente que precisa de intervenciones más complejas y también terapias como tales. Nosotros tenemos ya el dispositivo en marcha, resultados, índices de satisfacción... Confío en que logremos este apoyo.