En el imaginario colectivo, Juan Negrín es recordado como un político, sobre todo en su papel de presidente del Gobierno de la Segunda República entre 1937 y 1945. Lo que no se recuerda tanto, e incluso a veces se desconoce, es que Negrín fue médico, profesor de Fisiología y maestro de personalidades como Francisco Grande Covián o Severo Ochoa. Para recordar esta parte del legado científico de Negrín, la Facultad de Medicina acaba de inaugurar el aula histórica "Quirófano de Negrín", que alberga la instalación original del quirófano del Laboratorio de Fisiología de la Junta para la Ampliación de Estudios que dirigió el doctor Negrín durante sus años en la Facultad. Tanto José Antonio Campo, vicerrector de Calidad, como Javier Arias Díaz, decano de Medicina, reconocen la necesidad de este homenaje, tanto porque crea referentes para la gente joven como porque es fundamental "trabajar para que la grandeza del legado científico de Negrín sea recordada de manera justa en la Facultad".
Asunción López-Calderón Barreda, directora del Departamento de Fisiología, asegura que "este es un día muy importante, porque se inaugura un quirófano de hace 90 años, con los últimos adelantos y metodología de su época, que además está bastante bien conservado, y en sus paredes se expone, en una serie de paneles, el legado y la historia de Juan Negrín, que ha sido ocultada y menospreciada por los motivos que todos sabemos".
En los paneles, de momento cuatro a la espera de colocar dos más, se cuenta la trayectoria como investigador de Negrín, desde su formación en Alemania, en Leipzig, en Medicina y Química, en el Instituto de Fisiología que "era uno de los más prestigiosos del mundo". Recuerda López-Calderón que además de aprender la teoría, Negrín también se introdujo en el método experimental y cuando acabó la carrera se convirtió en profesor. Informa de que, debido a de la Primera Guerra Mundial se fue a la costa oeste de Estados Unidos para completar su formación, con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios. Ramón y Cajal le pidió que volviera a España para crear el Laboratorio de Fisiología, donde desde el principio introdujo a los estudiantes en el método experimental.
Una vez en la Universidad Central (el nombre que tenía la Complutense en aquellos años) fue secretario académico en la Facultad de Medicina durante once años por su "juventud, dinamismo y formación". Participó en el diseño de planes de estudio nuevos, creó el Instituto de Fisiología del Deporte e hizo muchos cambios estructurales, con él "se adecentaron laboratorios, se incrementaron las clases prácticas y creó una enorme cantera de discípulos". Con la República fue nombrado secretario de la junta constructora de la Ciudad Universitaria y en 1934 se creó su laboratorio en el pabellón IV, así como el Instituto de Farmacología.
Material de vanguardia
El doctor Garcia Capelo explica que en el Quirófano Negrín se han reconstruido dos salas, la primera de ellas es la sala intermedia limpia, y la segunda es la sala del quirófano propiamente dicha. Para aquel momento, de acuerdo con el doctor, "el diseño era muy vanguardista, ya que esta estructura se ha conservado incluso en algunas clínicas de Madrid hasta finales de los años noventa, ya que era una estructura pensada para guardar la máxima esterilidad, de tal forma que si se traza una diagonal en la sala de quirófano, la zona más cercana a las ventanas sería la más esterilizada, mientras que la otra, por donde entraban los animales y el personal investigador sería la más contaminada".
Para cualquier visitante, llama la atención la cantidad de aparatos e instrumentos que se compraron en aquel momento, lo que "indica lo ambicioso que era el proyecto investigador que se quería desarrollar aquí". Una prueba de ellos son los dos puestos de trabajo, las dos mesas de quirófano simultáneas, iluminadas por "unas lámparas que para la época ya eran muy modernas, porque son lámparas sin sombra, para poder trabajar de la forma más cómoda y precisa posible". Entre las mesas había tres tamaños diferentes, dependiendo los animales que se iban a utilizar, que eran totalmente articuladas y, una de ellas, incluso contaba con un sistema hidráulico.
Además, en el quirófano se pueden ver un respirador para animales, medianos y pequeños; una báscula; una mesa para hacer experimentación con pequeños animales... Entre las joyas del quirófano está la "máquina de anestesia, que era una de las más modernas en el momento en el que se adquirió. Es una máquina de circuito cerrado y usaba un gas anestésico que se empezó a comercializar en aquel momento, que es el ciclopropano". Otra de las joyas es el lavamanos, que incluye un depósito de líquido antiséptico, muy parecido a los que se han puesto de moda con la gripe A, con gel alcohólico.
En la sala hay dos ventanas, conocidas como guillotinas, una para instrumental limpio y otra para recoger el material e instrumental contaminado que pasaba a la esclusa intermedia limpia. Allí se realizaban dos funciones, siendo la primera de ellas la de limpiar y esterilizar todo el instrumental de las intervenciones, para lo que disponían de una pila donde se lavaba el instrumental, una estufa seca con el interior de cobre para material que no se podía esterilizar al agua y para el instrumental de corte, y un baño de agua caliente para esterilizar pinzas, separadores, jeringas... También había un autoclave, fundamentalmente, para limpiar la ropa de quirófano.
La segunda de las funciones de esta esclusa intermedia era garantizar de la forma más cómoda el lavado de manos quirúrgico, compuesto por un sistema con un termo de agua caliente y otro de agua fría, que está "pensado para que simultáneamente se pudieran lavar las manos dos equipos de cirujano y ayudante. Los grifos están dotados de una palanca que se accionaba con el codo, una alcachofa difusora y una palanca inferior para abrir y cerrar el desagüe. Para la época eran de las instalaciones más modernas, que seguro que no existían en muchos quirófanos de humano".
Antes médico que hombre de Estado
Carmen Negrín, presidenta de honor de la Fundación Juan Negrín, recuerda cuando la profesora López-Calderón la llamó para informarle de la inauguración de este laboratorio en el que su abuelo dejó una huella indeleble. Opina que la lástima fue que este quirófano quedase "cerrado desde el final de la guerra civil, al igual que quedó sepultado el legado científico de la Edad de Plata de la ciencia española".
Cuenta Carmen Negrín un par de anécdotas de su abuelo, en las que anteponía la ayuda a los demás que su propia seguridad, y era así, "porque antes que hombre de Estado era médico. No hay que olvidar, por ejemplo, que durante la guerra hizo que se publicaran en el frente boletines de información sobre los últimos avances médicos".
José Medina Jiménez, presidente de la Fundación Juan Negrín, compara a Negrín con Benito Pérez Galdós, en el amor que los dos tenían por Madrid y por España. Recuerda además que la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas celebró en 2016 el centenario de la creación del Laboratorio de Fisiología en la Residencia de Estudiantes, pero "hoy nos ocupa lo relativo a la impronta de la enseñanza que dejó Negrín".
Propone Medina Jiménez "la creación de una biblioteca de referencia científica en torno a la figura de don Juan, para lo que habría que trabajar reuniendo todos los volúmenes que él compró para dotar a su Facultad de todos esos libros".
Para cerrar el acto de la inauguración del quirófano, Luis Enrique Otero Carvajal, catedrático de Historia Contemporánea, impartió una conferencia sobre la Edad de Plata de la ciencia en España (1907-1936), en la que resaltó que "el reconocimiento de nuestro pasado y de nuestro legado es fundamental para todo historiador".