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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 21 de noviembre de 2024

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“Una de las sensaciones que tengo, tras acabar la biografía, no es tanto decir que conozco a Cervantes como que he hecho un amigo”

El 23 de mayo, el Instituto Cervantes ha acogido la mesa redonda "Miguel de Cervantes: una biografía para el siglo XXI", en la que se ha presentado el tercer y último volumen de la obra elaborada por José Manuel Lucía Megías, titulado La plenitud de Cervantes. Una vida de papel. En la presentación estuvieron presentes Luis García Montero, director del Instituto Cervantes; Luis María Ansón, "un gran entusiasta de la obra cervantina"; el actor Ricard Borrás, y José Luis Sixto, director de teatro, ya que también se "está pergeñando un proyecto teatral alrededor de la vida y la obra de Miguel de Cervantes".

 

¿Qué ha supuesto este libro para usted?

Este libro es el resultado del proyecto total de una nueva biografía de Cervantes, que son casi mil páginas, con la idea precisamente de esa mesa redonda, que es la de escribir una biografía para este siglo, algo diferente. Y estoy muy contento de haber aportado ese granito de arena, porque es un trabajo que me ha llevado, en escribirlo, unos cinco años, que además ha sido un proyecto en construcción, porque no tenía una idea inicial de que durase tanto ni de que fuesen tres tomos. En principio era un encargo editorial para 2016, para la conmemoración cervantina, de lo que iba a ser solamente un tomo que al final se ha convertido en un gran proyecto personal, con tres Cervantes distintos, que nos dan tres imágenes diferentes.

 

¿Y qué diferencia a esta biografía de otras anteriores?

Lo fundamental, frente a las biografías previas, es que hemos rescatado al Cervantes hombre. Es evidente que Cervantes nos convoca porque es el gran escritor y, en un momento dado, el gran genio literario, pero hay que recordar que vivió 69 años. Y en ese tiempo le pasan cosas fascinantes, en una época espectacular y de grandes cambios como es el Siglo de Oro, así que lo que he hecho es rescatar a ese hombre y ponerle en su época, y ese es un giro copernicano con respecto al resto de las biografías. De joven vemos cómo se está construyendo las posibilidades de vida; cuando ya es maduro tiene claro lo que es y lo que quiere ser, que es esa vida en la corte y cómo medrar en ella, y por último al final, en lo que para la mayoría de nosotros será el momento de la vejez, en Cervantes es todo lo contrario, porque en sus últimos tres años tiene un programa literario novedoso y diferente para crear esas grandes obras que le han convertido en el gran genio de la literatura que todos conocemos.

 

De esas tres etapas, ¿cuál ha sido la más difícil de elaborar?

La parte más apasionante ha sido la juventud, porque he escrito en trescientas páginas lo que normalmente los biógrafos anteriores lo hacían en unas veinte o treinta. Decían que había sido soldado, que estuvo en Lepanto y cuatro cosas más, pero sin embargo es la más novelesca de sus etapas vitales y por eso es la más apasionante. El tomo que más me ha costado, contestando a tu pregunta, ha sido el tercero, el de la plenitud, el literario, de hecho me ha llevado tres años completarlo y ha sido una gran alegría poder hacerlo, porque en algún momento dado pensé que se iba a quedar sólo en dos tomos. Quizás ha sido tan difícil porque es en el que menos está la vida y porque quería hacer algo diferente que no fuera la típica crítica literaria y un resumen de sus obras, sino más bien decir: ha escrito esto, pero lo importa es por qué lo ha hecho, qué es lo que esperaba un lector de la época. Curiosamente, como esa era la época de la que más sabía y conocía, al final es la que más me ha costado.

 

Por lo que dice, ¿realmente Cervantes sabía lo que querían los lectores?

Como buen escritor, se comunicaba con su época y tenía un diálogo con sus lectores. Lo que le caracteriza es su capacidad para llevarles casi al límite de las posibilidades literarias de la época, sin forzar esos límites. Una de las cosas más curiosas, que también la pongo en evidencia en la biografía, es que aquellas obras más cercanas a la literatura de su época, donde él cifraba su éxito, como son las Novelas ejemplares o el Persíles, que digamos que eran los géneros narrativos más exitosos y donde él quería dejar una marca, han quedado ensombrecidos por una obra menor, que no fue entendida en su época, que fue el Quijote.

 

¿Una obra menor?

En lo que respecta a las ventas, me refiero. Siempre nos quedamos con la idea de el Quijote fue un best seller y que tuvo muchísimo éxito, pero mientras la primera parte sí tuvo un cierto éxito, bastante, no espectacular, la segunda parte, la de 1615 fue un fracaso editorial. Ocho años después quedaban todavía 362 ejemplares sin vender en la librería de Francisco de Robles, lo que va en contra de esa imagen de que todo el mundo estaba deseando leer el Quijote, porque ni siquiera consiguieron vender la primera edición de esa segunda parte. Los lectores no entendieron esa obra, probablemente porque era la más moderna, la más revolucionaria, la que planteaba unos códigos de lectura que sus lectores no podían entender y que son los que han puesto las bases de la novela moderna.

 

Volvamos al Cervantes más joven. ¿Tenía ya inquietudes literarias, se perfilaba de alguna manera como escritor?

En ese sentido lo que también tiene de novedoso esta biografía es que no va buscando en todos los hechos biográficos de Cervantes claves para luego poder entender a un escritor. De alguna manera, lo que he hecho ha sido ir de su mano y verle vivir en cada momento. Seguramente terminó escribiendo el Quijote al final de su vida de la manera en que lo hace por todas las experiencias vividas desde que es joven y viene a la capital, recién inaugurada como centro del mundo occidental, por su paso por Lepanto o por la experiencia de Argel, pero todo eso lo recupera ya como un hombre mayor que recuerda o que se ha ido creando como persona precisamente por lo que ha vivido. Así que no es tanto que en un momento dado algo en concreto nos prefigure a ese gran escritor, que quizás podría no haber sido si en un momento dado hubiera tenido otro tipo de experiencias, otros éxitos, otros fracasos...

 

¿Tenía una biblioteca propia, sabemos si le interesaba al menos la literatura?

Ahí también hay que cambiar un poco el chip, porque en esa época la literatura formaba parte de la vida cotidiana. Para nosotros una parte es la vida profesional, otra la literaria, otra la cultural... Hemos creado como compartimos estancos, que no eran así en su época. La cuestión realmente es saber por qué Cervantes es tan diferente al resto de escritores, hablando además del Siglo de Oro, de un momento donde están Lope, Góngora, Quevedo, Amescua, María de Zayas, Calderón... No hemos vuelto a tener una pléyade de escritores de esta categoría, y de todos ellos, con el tiempo, sobresale Cervantes. La literatura en aquel momento no sólo formaba parte de la vida cotidiana, sino que además era muy instrumental, servía para hacerse currículum, para mantener una cierta fama, para conseguir una representación exterior y conseguir un puesto de trabajo... Podemos decir que todo lo que escribe Cervantes hasta 1613 es literatura instrumental, para conseguir fama y demostrar su ingenio, o para conseguir dinero. Lo curioso es que a finales del XVI y principios del XVII está cambiando el paradigma y es cuando el escritor puede empezar a ganarse la vida por el beneficio de su obra. En los últimos tres años de su vida, Cervantes dejará de lado esa literatura instrumental y escribirá Novelas ejemplares, Viaje del Parnaso, las Comedias, el Quijote y, sobre todo, el Persiles.

 

¿Por qué todas esas obras tan juntas?

Parece que Cervantes tiene todo un programa literario pensado para dejar una imagen de escritor y sobre cuál quiere que sea su legado, su herencia, precisamente en el momento en el que las letras españolas, y en castellano, están en lo máximo de lo que hemos tenido jamás. Publicó en 1605 el Quijote y con el éxito que obtuvo, lo normal, como haría cualquier otro escritor, habría sido publicar rápido para aprovechar el tirón, pero tardó ocho años en hacerlo, cuando ya estaba muy cerca del final de su vida. En esos tres últimos años escribe y publica de manera continuada, lo que demuestra que detrás hay un pensamiento, una idea para llegar al Persiles, que es el libro que tiene más éxito de Cervantes en su época. Ningún escritor antes se había planteado trabajar de esa manera, y ahí es donde podemos ver la originalidad de Cervantes, no tanto en los temas o en las formas de escribir, aunque teniendo en cuenta siempre que él era un hombre muy ingenioso y capaz de llegar a los límites del saber de aquel momento.

 

Por su respuesta anterior, ¿piensa que el Persiles es donde mejor se puede rastrear al autor?

Digamos que para la forma de escribir de la época fue el culmen cervantino, era la mejor obra hecha con los modelos de la época. Lo que ocurre es que antes había escrito la segunda parte del Quijote, como venganza rápida al de Avellaneda, y ahí dejó correr la pluma. Y dejó correr la pluma no cualquiera, sino un genio en el mayor momento de su escritura, que podía hacer cualquier cosa, porque ya tenía todas las herramientas literarias para hacerlo, pero además desde el estómago. El Persiles está escrito desde la cabeza, el conocimiento y la cultura, pero esa segunda parte del Quijote está escrita desde el estómago, para vengarse de alguien que le ha hecho mucho daño en ese juego literario. Y ese escribir con el estómago por parte de una persona que tiene una destreza y un dominio increíble de la lengua, le hace escribir una obra completamente fuera de su tiempo, y es lo que ha hecho que pueda ser esa obra que nos ha enseñado y nos sigue enseñando todavía. El Persiles es una obra que está muy bien escrita, es muy interesante, cuando la estudiamos en la universidad le sacamos mucho provecho, pero es muy difícil que salga de las aulas universitarias para que llegue a un lector culto o interesado y la pueda disfrutar de la misma manera que está disfrutando el Quijote.

 

¿Conocemos algo de su personalidad?

Esa es una pregunta más complicada porque no hay nada personal de él. Igual que de Lope si conservamos cientos de cartas personales, de Cervantes no tenemos ninguna. Reconozco que no soy nada objetivo con Cervantes después de cinco años de investigación, yendo de la mano con él, yéndome al Mediterráneo y a Argel, viajando por los caminos de La Mancha, visitando las ventas, viviendo esa Sevilla maravillosa... Al final una de las sensaciones que tengo, tras acabar la biografía, no es tanto decir que conozco a Cervantes como que he hecho un amigo. Pienso en Cervantes y ya no pienso en un escritor, sino en una persona a la que medianamente he podido conocer, a la que admiro muchísimo, con la que no me importaría irme de cañas y pasarme unas vacaciones, es un amigo, una persona con la que querer compartir. Y en ese sentido hay una cosa que me encanta de Cervantes, que se puede ver en su vida y también en su obra, que es una capacidad tremenda de superación. Aquella era una época de construcción, es decir, que uno podía levantarse y pensar que el día se le iba a presentar de una manera concreta y se le cambiaba casi 180 grados. Otros, ante tantos cambios, habrían tirado la toalla, o habrían planteado que ese no era el camino, pero Cervantes no, tiene una cuestión que es el trabajo y la superación como elemento fundamental de vida. Eso me hace pensar que era un hombre generoso, que miraba hacia el futuro no con una mirada cínica o negativa, sino siempre con una mirada de superación.

 

Y físicamente, ¿nos podemos fiar de sus propias descripciones?

La imagen que tenemos todos es la que él mismo estableció en el prólogo de las Novelas ejemplares, pero lo único de verdad que sabemos, lo sabemos por Lope de Vega, por todas esas cartas que escribía, que eran casi como una revista de cotilleos del momento. En 1612, ya al final de la vida de Cervantes, Lope nos cuenta que el autor del Quijote lleva gafas, aunque si hoy viéramos un retrato de Cervantes con gafas pensaríamos que eso está mal, así que hasta lo único que sabemos de verdad sería lo último que pondríamos en nuestro imaginario colectivo. Y  esas dificultades son las que hacen que sea apasionante escribir una biografía de Cervantes, porque conocemos mucho de la época, pero muy poco de él. El trabajo del biógrafo consiste en meterle en ese mundo, pero en el caso de Cervantes siempre desde el misterio, porque hay tantos lugares de sombra que al final hacen que escribir esta biografía acabe siendo una obra de creación.

 

¿Se llevaba tan mal con otros escritores, como Lope, como se piensa generalmente?

Bueno, Cervantes entraba en los círculos literarios de la época, así que cuando pensamos en esa idea de un escritor fracasado en un Madrid de oro y de luz, arrastrándose por las esquinas, casi reclamando que le compren un poema, es una idea muy romántica con una segunda parte, que es contar ese fracaso para destacar que ahora el Quijote es la obra más reconocida en el mundo, pero la realidad no fue así. En vida le invitaban a las academias literarias, donde las invitaciones eran muy restringidas, le llamaban de las fiestas para que compusiera poemas, y en general estaba bastante metido en el mundo literario de su tiempo. El problema de Lope es que tenía montado un negocio literario, una industria, y a él lo que le interesa es apoyar y citar a aquellos que le mantienen la industria y, sobre todo, pelearse y quitar de en medio a aquellos que le hacen sombra, sobre todo Góngora, que es quien al final le termina quitando la corona de la poesía. Cuando muere Cervantes, Lope no tiene ningún inconveniente en alabarle y en un momento dado dice una cosa preciosa, que es que el hierro de los arcabuces terminó convirtiéndose en diamante en el brazo de Cervantes. En realidad hay una gran admiración por parte de Lope a la obra de Cervantes.

José Manuel Lucía Megías
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