Del 18 al 23 de febrero se ha celebrado el Congreso "Federico García Lorca: 100 años en Madrid (1919-2019)", promovido por la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Comunidad de Madrid como parte de las actividades del Año Lorca. El director de las jornadas ha sido Emilio Peral Vega, profesor del Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía de la Facultad de Filología. Pocos días después de concluir nos recibe en su despacho de director de la Escuela de Doctorado de la UCM, en el Edificio de Estudiantes. Peral es un enamorado de Lorca. Cuenta que su intención ya fue realizar su tesis doctoral sobre el artista granadino, pero que finalmente la tuvo que dedicar al teatro de la Generación del 27, "en el que Lorca aparece pero muy fugazmente. Después cuando fui más libre en cuanto mi investigación, me empecé a dedicar a Lorca y ya son muchos años los que me dedicó a él, como mis alumnos saben bien", concluye con una sonrisa. Hablemos del Congreso y, por supuesto, de Lorca.
- El Congreso ha celebrado sus sesiones en seis lugares emblemáticos de Madrid. ¿Cómo se eligieron?
-Hemos tratado de elegir lugares que estuvieran connotados desde el punto de vista lorquiano en la geografía madrileña y que de alguna manera sirvieran también para aquellos que venían de fuera de Madrid pudieran conocer lugares culturalmente importantes. Elegimos cinco lugares de desarrollo del congreso y un sexto donde acabaron las sesiones. El primero era el Museo Reina Sofía, que en principio no tiene una clara conexión con Federico García Lorca, porque no existía cuando Lorca vivía en Madrid, pero que en el fondo sí la tiene porque en el Museo Reina Sofía se conserva la maqueta del Pabellón de la Exposición Universal de Paris del 37, en la que se expuso por primera vez El Guernica de Picasso. El único artista representado singularmente en ese pabellón en Federico García Lorca. Había un rincón, una especie de altar, en el que Lorca estaba representado con una serie de libros traducidos al francés y en el que se decía que Lorca había sido fusilado por el fascismo internacional, que era el gran representante de la cultura española y que el pueblo español le rendía homenaje en aquel pabellón. Aquel pabellón lo vieron un gran número de ciudadanos europeos, especialmente franceses, y era un gran acto de propaganda del gobierno republicano. El Reina Sofía tenía sentido, entonces en ese marco. Luego estaba el Paraninfo histórico de nuestra universidad, donde La barraca, dirigida por Lorca, estrenó el auto de La vida es sueño de Calderón de la Barca, en octubre de 1932. Luego estaba la Residencia de Estudiantes, que se justifica ella sola porque Lorca pasó casi 10 años de su vida allí a intervalos no continuos. El Teatro Español, que también se justifica solo, porque Lorca estrenó varias veces allí, especialmente dos obras a las que tenía mucho cariño: La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. La Casa de Correos, que es la sede la Comunidad de Madrid ahora, que pudiera parecer que teníamos el acto porque fuera un congreso de la Comunidad de Madrid, pero que tampoco es el caso porque fue uno de los edificios donde se proclamó la II República y la conexión y el apoyo de Federico García Lorca era claro. El último de los sitios, el sábado, era en los Teatros del Canal, que tampoco existían cuando Lorca vivió, pero como ya he dicho en varias ocasiones estoy seguro de que si Lorca viviese actualmente sería en los teatros en los que le gustaría estrenar, y se trataba dar un fin de fiesta al congreso con un concierto flamenco y nos pareció el lugar más oportuno.
- ¿Qué enfoque ha pretendido dar al congreso?
- El congreso tenía un enfoque internacional, intergeneracional e interdisciplinar. Fundamentalmente queríamos unir varias generaciones de lorquistas. Queríamos que las conferencias plenarias de cada día las dieran esos que los lorquistas en activo llamamos nuestros maestros, personas de referencia para nosotros y que en el hispanismo tanto nacional como internacional han desarrollado una labor de inicio de muchas líneas de investigación que ahora tenemos. Luego está una generación amplia de investigadores que estamos en plena actividad. Y luego una tercera generación, que está representada por los poetas que dieron el recital poético, poetas muy jóvenes que se sienten representados en Lorca y evidentemente por los estudiantes que asistieron, que fueron 100 de entre 300 solicitudes que recibimos.
- ¿Qué Lorca se ha querido mostrar en este congreso?. Se ha hablado no solo de poesía o teatro, también de música, de dibujo...
Queríamos mostrar a Lorca en su sentido más global. A Lorca se le conoce públicamente por su dimensión poética, pero una poética muy sesgada. Se conoce el Romancero gitano, que es posiblemente el poemario del que menos orgulloso se sintió al final de su vida, y dramáticamente se le conoce por la trilogía clásica de Bodas de Sangre, Yerma y La Casa de Bernarda Alba, fundamentalmente. Lorca es mucho más que eso poéticamente; Lorca es el gran poeta surrealista del siglo XX. Y es mucho más que eso dramáticamente; yo diría que eso es lo que menos representa a Lorca de todo Lorca. Pero además, Lorca es pintor; los dibujos de Lorca son menos conocidos para el público general, pero todos los investigadores de Lorca nos basamos en sus dibujos para interpretar buena parte de los lados oscuros de su obra literaria. Y Lorca fue fundamentalmente y primariamente un músico. La formación primera de Lorca era la música, y era lo que quería ser. Luego la vida le llevó para otro lado. Entonces, queríamos invitar a una buena parte de la musicología española para que nos dijeran primero por qué Lorca truncó esa carrera de músico y, en segundo lugar, cuál era la música que le gustaba a Lorca, cuál escuchó en Madrid y qué compositores descubrió, si solo le gustaba la música clásica, Chopin, Debussy, Stravinsky, o si estaba interesado por el jazz, el flamenco... También hemos querido darle una dimensión de espectáculo al propio congreso, que no se circunscribiera simplemente a la conferencia tradicional, sino que por la tarde hubiera espectáculos que permitiera ver a Lorca sobre el escenario también.
- ¿Qué falta por hacer sobre Lorca?
- Lorca como todo clásico es alguien que se resignifica con el tiempo. De la misma manera que la investigación médica no se para, porque evidentemente los métodos de quitarnos el dolor de cabeza en el siglo XXI son muy distintos que los del siglo XIX, lo mismo ocurre en la filología. Hay escritores muy poco relevantes que se agotan en el momento en el que escriben, que se justifican en ese momento. Algunos de los que más éxito ahora tienen tendrán una vida de 10 años y se extinguirán en sí mismos. Pero un clásico es aquel que es resignificado y reinterpretado por las generaciones venideras y sigue teniendo sentido de ser leído por las generaciones que continúan. El Quijote ha ido resignificándose con los siglos. Cervantes no era consciente ni en un 30 por ciento de lo que estaba escribiendo y de la revolución que estaba montando. Yo siempre digo a mis alumnos que Hollywood no existiría sin Cervantes y sin El Quijote, porque el concepto de la ficción moderna está en El Quijote. El Quijote inventa un nuevo sentido del espectador respecto a eso que nosotros llamamos ficción. Cervantes no era del todo consciente y los lectores de El Quijote lo percibieron en su época como una lectura cómica, de un señor que estaba loco y se chocaba contra los molinos de viento. Y fueron los ingleses del siglo XVIII los que nos dijeron: no, no, no, están ustedes equivocados, aquí hay mucha más tela que cortar. Siglos después nos hemos dado cuenta de que lo que había allí eran verdaderamente minas de oro y que nuestra concepción del mundo ha cambiado completamente gracias a Cervantes, a un señor que había nacido en Alcalá de Henares. Lo mismo ocurre con Lorca. Las generaciones que se van sucediendo van dado nuevo significado a la obra de Lorca y eso es ser un clásico. De Lorca queda mucho por decir y si Lorca sigue tan vivo como está, quedará cada vez más por decir, porque cada vez tendrá más dimensión, porque su obra va creciendo con las generaciones. Por poner un caso: se ha estrenado recientemente El sueño de la vida, que es una prolongación de la última obra que Lorca dejó escrita en vida. Le asesinaron cuando estaba escribiendo esa obra, que se llama Comedia sin título. Se acaba de estrenar en el Teatro Español. Esa obra está ahora más vigente que nunca. Está mucho más vigente en el año 2019 que quizá en el año 35 o 36, cuando la escribió, aunque también estaba muy vigente en ese momento. En esa obra Lorca plantea qué lugar tiene que tener el intelectual respecto al surgimiento de los totalitarismos. Qué debe hacer un intelectual cuando ve que la sociedad se está escorando hacia los extremos , hacia un lado y hacia el otro. ¿Mancharse, meterse en el barro y decantarse por uno de los lados o quedarse en medio y decir a la sociedad: "Eh, cuidado, piensen, sean fríos, no vamos por buen camino", pero sin mancharse de lodo, porque si se mancha queda manchado de por vida? Si eso no tiene actualidad... Por eso Lorca está más de moda que nunca y queda mucho por decir. Por ejemplo, queda mucho por descubrir en los archivos personales. De Lorca sabemos una parte de su vida, pero hay mucha parte que no tenemos bien documentada. Hay archivos personales que estarán en casas privadas o en posesión de familias, que supongo que irán surgiendo con el tiempo, de las relaciones que realmente tuvo Lorca. No quiero decir relaciones sentimentales, que quizá sean lo menos interesante, pero sí de relaciones intelectuales.
- Vamos, que no podemos titular eso tan periodístico de que se acaba de celebrar el congreso definitivo sobre Lorca...
- Digamos que ha sido un congreso muy importante, lo otro sería muy pretencioso.