Son los grandes olvidados, incluso los menos valorados. Tocar en el arte es una práctica casi prohibida, perseguida. Oler en el arte no es valorado, ni potenciado, algo de niños, como mucho. El seminario "El arte para todos a través de los cinco sentidos" ha dedicado sus dos últimas sesiones al olfato y al tacto, en efecto los dos sentidos más vilipendiados e ignorados, pero que bien llevados, como se ha demostrado en las charlas, pueden elevar el propio arte a otra categoría.
Dos conferenciantes -con permiso de la doctora Cici Feliz, quien participó en la jornada dedicada al olfato, y la profesora y restauradora textil Estrella Sanz, quien intervino en la del tacto- han destacado por la originalidad, no ya de sus ponencias, sino de sus propias actividades y propuestas profesionales. Cecilia Bembibre es la creadora del proyecto Smell of Heritage. Su intención es crear un banco de datos que no solo sea guardián de los más históricos olores sino también de las sensaciones que despiertan. Antonio Azzato, por su parte, ha sido el máximo responsable de que la pasada primavera los visitantes y habitantes de Madrid se encontrasen, incluso pudiesen tocar, durante sus paseos por los más conocidos lugares de la capital con Meninas de tamaño natural decoradas de las más originales maneras.
Cecilia Bembibre está en la actualidad realizando su tesis doctoral como investigadora del Institute for Sustenaible Heritage del University College London. Como decíamos su proyecto y a la vez tesis doctoral se denomina Smell of heritage (Olores del patrimonio), y en ello cuenta con el apoyo de la National Trust, la institución que gestiona las casas históricas de Inglaterra, una especie de mezcla entre nuestros Patrimonio Nacional y Paradores, y la empresa barcelonesa Odournet. Antes de detallar su proyecto, Bembibre contextualiza con unos ejemplos la importancia, para muchos obviada, del olor. Cuenta que en muchas tiendas se aromatizan con sustancias que influyen en la decisión de compra o que está demostrado que durante un tiempo la empresa de electricidad británica impregnó sus facturas con olor a sudor masculino porque ello invitaba a pagarla cuanto antes en el banco. También señala que son pocas las iniciativas dedicadas a valorar el sentido del olfato, pero que algunas como la llevada a cabo en 2008 por el Ministerio de Medio Ambiente de Japón deberían servir de ejemplo. Allí se pidió a los ciudadanos nipones que identificasen sus olores favoritos. Los lugares en los que se encontraron los olores mejor valorados recibieron un "sello de buen olor", convirtiéndolos en lugares de reclamo turístico. Hay bosques, librerías... e incluso destilerías de saque. Otra iniciativa a tener en cuenta es la de la artista Kate McLean. Se llama smell maps y consiste en describir los olores de las ciudades, las cuales visita junto a un grupo de voluntario en diferentes épocas del año en sus denominadas "caminatas de nariz".
El trabajo que está llevando a cabo Cecilia Bembibre también es de gran originalidad. La idea es "identificar, caracterizar, preservar o hacer realidad" olores que formen parte del patrimonio histórico de la humanidad. Ahí caben desde olores característicos de lugares históricos hasta fragancias perdidas, que se quieren recrear a partir de anotaciones y recuerdos. Esta primera parte del trabajo es químico, o mejor dicho lo facilita la química que es la que es capaz de a través de tecnologías, como puede ser el espectógrafo de gases, distinguir los diferentes elementos o compuestos que conforman un aroma. El olor a libro tiene 3.000 componentes químicos; el de algunos cafés más de 4.000. "Sin embargo -cuenta la propia investigadora- se ha comprobado que mezclando de determinada manera 15 de ellos podemos recrear un olor a café bastante aceptable". Esta es la idea, recrear con los mínimos compuestos posibles los olores de los lugares. En concreto, Celia Bembibre en su trabajo está identificando los "pot-pourri", los olores propios que las casas inglesas de postín tenían en siglos pasados y que les conferían un sello propio de identidad. Estos "pot-pourri" se conseguían mezclando flores secas, especias y sales.
Pero el trabajo de Cecilia Bembibre no termina ahí. La segunda parte es relacionar esos olores con las sensaciones que causan en quienes los huelen. Por ejemplo, sobre una de esas casas de las que está extrayendo su "pot-pourri" característico, la Callendar House de Falkirk (Inglaterra), Virginia Wolf, entre otros escritores, evocó en sus obras sensaciones que percibía con solo entrar en ella y oler sus paredes. El Smell of heritage de Bembibre busca eso: relacionar olores y sensaciones, que quedarán recogidos en una fantástica base de datos. "Quien quiera enviarme sus olores favoritos e historias asociadas a ellos, por favor que me escriba a madrid@smellofheritage.org", concluyó la investigadora su intervención.
Una semana después llegó el turno de Antonio Azzato, conocido por muchos por ser el diseñador de las más de 80 -84, exactamente- meninas que se instalaron durante unos días en los lugares más emblemáticos de Madrid durante la pasada primavera. La idea, la propuesta artística fue suya. Su intención era sacar a uno de los más grandes pintores de la historia, Velázquez -"El Steve Jobs de su época", como él le denomina- a la calle; reinterpretarle. Azzato propuso al Ayuntamiento de Madrid instalar sus meninas en la ciudad para que la gente interactuase con ellas. Primero eligió a medio centenar de personas, artistas, cantantes, toreros, diseñadoras, actrices, niños, personas con discapacidad... "Una mezcla ecléctica, que reproduce lo que es esta ciudad", explica. Ellos debían encargarse de decorar sus meninas. Él las había dado tamaño -cerca de 1,80 m de altura-, pero las había dejado en blanco. A esos 50 elegidos les hizo una pregunta: ¿Qué es para ti Madrid?. La respuesta debían traducirla en arte y utilizarlo para decorar "su" menina. La instalación se denominó Meninas Madrid Gallery y su éxito sobrepasó todas las previsiones. La gente tocó -con respeto, apenas hubo casos de vandalismo-, interactuó con las obras e incluso homenajearon a su autor con sus selfies;"Velázquez -afirma Azzato- fue el inventor del selfie". Para concluir, 50 de las obras -otras 34 fueron para el Ayuntamiento y patrocinadores- se subastaron en Sotheby's y Setdart logrando una recaudación superior a los 300.000 euros que se han entregado a fundaciones con fines sociales. La experiencia -según anunció el propio artista como colofón a su charla- se volverá a repetir el año próximo con nuevas meninas y nuevos "decoradores".
Quedan dos últimas sesiones para completar esta tercera edición del seminario sobre arte y sentidos que propone de manera anual el Consorcio Musacces. Recuerden, los martes a partir de las 13:10 en el aula magna de Geografía e Historia; el 9 de octubre toca el gusto y el 16 cierra el oído. Para saborear y escuchar.