El Consejo Europeo de Investigación (ERC) fue creado en 2007 dentro del Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea. Uno de los programas del ERC es el Starting Grants, que busca estimular la excelencia científica en Europa, apoyando a los investigadores jóvenes más prometedores. El profesor de la Facultad de Informática, Samer Hassan es el tercer complutense que consigue esta ayuda europea, y lo ha hecho con su proyecto "Organizaciones descentralizadas basadas en blockchain para impulsar la economía colaborativa".
Samer Hassan es profesor en la Facultad de Informática, de Ética, Legislación y Profesión e investigador interdisciplinar, "a caballo entre las ciencias sociales y la informática". Cuenta el investigador que cursó tres años de Ciencias Políticas por la UNED, y que durante la tesis tenía dos directores, uno de Informática y otro de Sociología. Su tesis doctoral, de hecho, mezcló la sociología con la inteligencia artificial, así que, como él mismo asegura, su trabajo "se mueve un poco en los márgenes".
Según sus palabras, la asignatura que imparte en la Facultad "sirve para que los alumnos entiendan que lo que programan tiene implicaciones éticas, sociales, legales... Que va más allá del código, que hay temas de privacidad, de copyright que no se ven habitualmente en el grado, así que es una asignatura muy de debate, muy de pensar y de ver las distintas opiniones que hay en clase".
En esa asignatura "se plantean preguntas que no tienen una respuesta única, que son a las que están acostumbrados en una carrera técnica" y que son preguntas relacionadas, en cierta manera con el proyecto "Organizaciones descentralizadas basadas en Blockchain para impulsar la economía colaborativa" para el que ha recibido la Starting Grant.
Explica Hassan que es un proyecto "muy ambicioso en el que se quieren mezclar dos hypes actuales: el blockchain y la economía colaborativa, aunque huyendo de las razones por las que se han convertido en hype".
Por un lado se trata de aplicar la economía colaborativa basada en plataformas, ya que cada vez "estamos más acostumbrados a usar esas plataformas on line, ya sea un Facebook o un Youtube, y cada vez más un Airbnb, Wikipedia o Bla Bla Car". Es evidente que cada día tenemos una relación más estrecha con los servicios on line y con unas comunidades donde interactuamos con gente mediados por una plataforma de software. Para Samer Hassan, lo interesante es "conocer quién controla ese software y cómo afecta a nuestras vidas el que esas plataformas estén tomando más y más control sobre todos nosotros, porque algunas como Facebook ya tienen más de mil millones de usuarios activos". De acuerdo con el investigador, esa cifra implica "muchas más personas que la mayor parte de los países del mundo, pero son plataformas que no están controladas democráticamente por unas elecciones, así que no podemos participar en su toma de decisiones a pesar de que están gobernando nuestras vidas".
El profesor complutense ve tres problemas principales en estas plataformas, primera que "como tienen que gestionar millones de usuarios tienen que mantener servidores enormes y eso tiene un alto coste de mantenimiento, lo que implica que tienen que monetizarlo cuanto más mejor, y para ello utilizan nuestros datos, así que en la práctica eso quiere decir que la vigilancia de nuestros datos se convierte en un modelo de negocio en Internet". Eso no sólo afecta a nuestra privacidad, sino que además "se le está dando un poder desproporcionado a unas grandes empresas que están afincadas, en su mayoría, en el estado de California, en Estados Unidos, con una legislación muy particular que les permite no seguir ni las presiones ni las directrices de otros gobiernos".
El segundo problema es la gobernanza, ya que "a pesar de que nosotros somos los que aportamos valor a esas comunidades, da igual cuantos escándalos sufra, por ejemplo, Uber, que van a seguir haciendo lo que quieran, así que los usuarios no tenemos ninguna forma de influir en la toma de decisiones".
El tercer y último problema es el económico, ya que "aunque estamos creando valor todo el beneficio económico está concentrado en las empresas".
Buscar la mejor solución
Por tanto, la pregunta del proyecto es "cómo se pueden hacer plataformas de otra forma, que sean descentralizadas, es decir que no dependan de un único dueño de la infraestructura que controle todo". Además que sean democráticas para que los usuarios puedan tomar las decisiones de cómo evoluciona esa plataforma y, por último, que los beneficios sean distribuidos entre todos los usuarios y no estén concentrados en los dueños de la plataforma, y para ello van a utilizar la tecnología del blockchain.
Esta se puede definir, de una manera un tanto concisa, como una base de datos distribuida que registra bloques de información y los entrelaza para facilitar la recuperación de la información y la verificación de que ésta no ha sido cambiada.
Explica el investigador que existen muchos modelos para poder diseñar estas plataformas más democráticas y que su idea es "facilitar que se puedan crear y para ello se van a diseñar una especie de Legos, para que sea algo muy modular y que cualquiera pueda escribir sus propias piezas". De ese modo, cuando alguien quiera construir su propia plataforma, sólo tendrá que combinar varias de esas piezas que permitan que los usuarios tomen decisiones de manera descentralizada, y si funciona bien se puede seguir por ese camino y si no funciona, se pueden combinar nuevas piezas hasta dar con la combinación idónea, "pero siempre haciéndolo de manera que sea muy fácil experimentar".
El proyecto se ha puesto en marcha el 1 de enero y ya cuenta con dos personas contratadas, aparte de Samer Hassan. En breve se abrirán procesos de selección públicos para 4 plazas de nuevos contratos, a los que se sumarán algún becario, doctorandos y demás investigadores, con lo que el equipo tendrá un amplio número de colaboradores. Como el proyecto es multidisciplinar entre ellos habrá desarrolladores informáticos, sociólogos, diseñadores, expertos en blockchain, un project manager...
En cuanto a la infraestructura, la Facultad de Informática pondrá las salas, mientras que los ordenadores y servidores correrán a cargo del proyecto, que estará financiado por la Starting Grant que está dotado con 1,5 millones de euros para los próximos cinco años. A pesar de ese tiempo y dinero, Hassan cree que eso no va a ser suficiente para terminar este ambicioso proyecto, así que este será sólo el comienzo de un largo camino hasta conseguir esas plataformas más democráticas.