En el 25 aniversario de la Cátedra Hispano Británica "Reina Victoria Eugenia", el honor de ser su titular ha recaído en Colin Robinson, profesor emérito del Instituto Dental de la Universidad de Leeds. Como cada uno de los titulares, aparte de dictar 30 horas lectivas a estudiantes de último curso de grado y a alumnos de posgrado de la Facultad de Odontología, impartirá tres conferencias abiertas a todo el público. La primera de esas conferencias, impartida el 6 de octubre, ha tenido el sugerente título de "¿Por qué nuestros dientes y huesos duran mucho más que nosotros?".
La primera pregunta es obvia, ¿por qué ocurre?
Lo primero que tengo que decir es que es todo un honor poder estar aquí, porque en realidad soy sólo un bioquímico que ha pasado muchísimo tiempo, por razones históricas, estudiando los tejidos dentales y la idea es contar un poco de eso. La Fundación Hispano Británica me pidió que contase a los estudiantes, en mi conferencia, cómo hacemos la investigación en la Universidad de Leeds, cómo recogemos las muestras de tejido sin dañar el esmalte, cómo se trabaja luego con esa muestra y qué hacemos con ella, qué preguntas nos hacemos. Y luego pasar a la bioquímica de cómo se forman los dientes y los huesos, cómo se metabolizan, cómo se producen las distintas enfermedades... En mi conferencia muestro imágenes de restos humanos de hace 300.000 años, 400.000 años, 4 millones de años e incluso ahí encuentras esmalte dental. La explicación científica es que a un nivel microscópico lo que encontramos son cristales inorgánicos aglomerados por una proteína. Y esos cristales son muy especiales, son apatitas, que también se encuentran en rocas de montaña, como el granito que tanto abunda en Madrid e incluso en la fachada de la Facultad de Odontología. En los dientes y huesos hay cristales similares a los de las rocas volcánicas y por supuesto que no tienes un volcán en tu boca, sino que estos se producen de manera muy astuta, y si los miras en detalle son un compuesto similar a la fibra de vidrio. La razón por la que el esmalte es lo último en desaparecer de nuestros cuerpos es que se mantiene parte del andamiaje de las proteínas para mantener la dureza de dicho esmalte. Para saber realmente de qué están compuestos esos cristales necesitamos usar la bioquímica del esmalte, algo que quizas puede ser un poco más arduo para la audiencia, pero para evitar perderla he decidido mostrar a alguien escalando rocas graníticas, en concreto proyecto una foto mía, aunque no se me vaya a reconocer (risas). Una vez captado el interés paso de las fotos del granito a la química y de ahí a los iones y a anécdotas sobre la propia apatita.
¿Como cuáles?
La propia palabra viene de Ápate, la diosa de las mentiras y los engaños, y la razón para llamar así a este mineral es porque la apatita se puede confundir con muchos otros minerales, así que en otra diapositiva muestro que la apatita puede ser fluoro-apatita, si se trata de esmalte dental, o hidroxi-apatita si se trata del mineral de los huesos.
¿El esmalte dental sirve para registrar los hábitos de un humano o de cualquier otro animal?
Exactamente. Junto a mi equipo he trabajado mucho con huesos y nos dimos cuenta de que si queríamos trabajar con un tejido que no se modifica, al contrario de lo que le ocurre al resto del esqueleto que cambia todo el tiempo, necesitábamos un tejido que se forma y no desaparece, y el único que hace algo así es el esmalte dental. En cuanto a tu pregunta, los iones que se registran en el esmalte vienen del agua que bebes, de la comida que comes, incluso del suelo del que se ha recogido esa comida, así que no sólo es que dure muchísimo tiempo, sino que además se convierte en una herramienta fundamental en Arqueología.
¿Podría poner algún ejemplo de su uso en ese campo?
Hay una historia muy divertida y muy reveladora. En el sur de Inglaterra se encontró un esqueleto, enterrado con joyas, piezas de alfarería muy ricas y se dijo que era un jefe de clan británico. La sorpresa viene cuando miras a los dientes, y al estroncio que tiene una serie de isótopos que se utilizan también para datación en Arqueología y se descubre que los restos coinciden realmente con la población del medio oeste de Europa, así que no era británico en absoluto. Y lo sabemos simplemente porque el esmalte dura mucho tiempo, debido a esos cristales de los que hablábamos antes.
Otra investigación tiene que ver con una zona cercana a Stonehenge, donde se celebraban hace unos 4.000 años unas grandes fiestas, comiendo y bebiendo. Gran parte de los dientes de animales encontrados allí eran de vacas que provenían del norte de Escocia, de las montañas. De alguna manera se llevaba hasta allí recorriendo 800 millas, sin carreteras ni nada por el estilo. ¿Por qué lo llevaban hasta ese lugar? Tiene que haber alguna razón de importancia para que lo hicieran, pero no la conocemos. La cuestión es que gracias al esmalte dental podemos decir de dónde venía la gente, de donde venían los animales, si unos y otros tenían enfermedades de algún tipo... Por ejemplo, sabemos que estos habitantes comían mucho pescado, así que el esmalte dental es una herramienta poderosa que permite conocer lo que ocurría en tiempos remotos.
Esos estudios demuestran algo tipo de relaciones internacionales que existían hace ya miles de años, ¿cree que se van a quebrar esos contactos con asuntos como el Brexit?
No creo. Por supuesto yo voté que no al Brexit, porque me parece una locura, y con eso no tendría más que decir, pero añado que esa fue una decisión de los políticos británicos que la mayoría de los científicos no compartimos. En mi caso en concreto no creo que afecte demasiado, porque yo suelo tener relaciones, de manera regular, con los países del este de Europa, y paso estancias más o menos largas en países como Alemania, y pienso seguir haciéndolo a pesar de las decisiones políticas. Piensa que además los británicos ya tenemos que cambiar moneda para viajar a cualquier otro país europeo, así que ni siquiera en eso vamos a ver grandes cambios. Lo que sí se va a ver alterado es que estamos acostumbrados a tener acceso a fondos europeos para investigación y eso sí que va a cambiar, lo que no es una buena noticia, porque muchas veces los fondos son difíciles de conseguir. Para mí el lenguaje de la burocracia que se utiliza en un caso como este es totalmente opaco, entiendo las palabras pero no consigo captar su significado, y sospecho que le ocurre lo mismo a la mayor parte de los europeos, porque no creo que sea fácil de traducir a otros idiomas como el castellano, por ejemplo. A pesar de todo eso, creo que las conexiones seguirán y las universidades británicas continuarán manteniendo relaciones con el resto de universidades europeas.
¿Cree que esas conexiones entre científicos pueden servir para calmar un poco las muchas tensiones que ahora mismo se viven en este planeta?
Sí, por supuesto, la ciencia trata precisamente de eso. Por ejemplo hace muchos años, recibí una invitación formal de la Alemania comunista para hablar allí sobre medicina dental, y es que al final los científicos somos grupos de personas que hablamos entre nosotros. Los amigos y los colegas con los que trabajamos quizás no estamos de acuerdo en nuestro pensamiento político, pero hablamos todo el rato y eso hace que se vengan abajo los prejuicios que se puedan tener. Cada nación tiene sus intereses, pero la manera de llegar a acuerdos no es salirse, como con el Brexit, sino quedarse dentro para consensuar ideas, y eso es precisamente lo que hace la comunidad científica.
Aparte de ser miembro de la Universidad de Leeds es también uno de los fundadores de la Academia de Ciencias Médicas de Reino Unido, que tiene un buen número de Premios Nobel, entre ellos el de Química de este 2017. ¿Existe alguna fórmula para conseguirlos o es una mezcla de trabajo, suerte y financiación?
No creo que yo vaya a conseguirlo (risas). Cada uno puede perseguir muchos objetivos en su carrera científica, por ejemplo yo persigo las preguntas que quiero responder a través de la investigación que hago, y de esa misma manera se han hecho muchos trabajos que han estado a punto de conseguir un Premio Nobel, como por ejemplo la huella de ADN, de la Universidad de Leicester. Alec Jeffreys descubrió que era posible hacerlo, lo hizo y se vio que era una cosa realmente importante, porque gracias a eso se descubrió que cada persona tiene un ADN único. Muchas veces, hay gente que está enfocada en algo durante toda su carrera y aunque tenga éxito no tiene una relevancia tan internacional y tan importante como la de la huella de ADN, y su trabajo no se convertirá en un Premio Nobel. También puede ser que se dé el caso de investigadores que persigan ganarlo, pero no sé muy bien cómo podrían hacerlo.
Queda un poco fuera de su línea de investigación, pero ¿tiene datos sobre si las enfermedades dentales, como la caries, están aumentando en nuestra sociedad?
La caries sigue siendo una enfermedad muy grande que cuesta unos 9.000 millones de euros anuales, es una cifra enorme que además se mantiene porque la gente no suele ir al dentista, no sienten que deben hacerlo. No es lo que yo llamaría una "investigación sexy", no te va a matar, no es un cáncer, así que los que ponen el dinero en investigación prefieren dedicarlo a otros temas, y eso aunque no hay que olvidar que las enfermedades periodontales pueden provocar que perdamos los dientes y eso haga que también se vea afectado el hueso de la mandíbula. Es un tema de una enorme complejidad biológica, aunque no se le preste demasiada atención. En cuanto a otras enfermedades como los cánceres de la boca no sé si aumentan o no, pero son muy difíciles de tratar y la cirugía muchas veces implica quitar una parte de la cara. No tengo datos demográficos exactos de estas enfermedades, pero sí sé que la caries está aumentando en algunos sitios, simplemente porque la gente olvida que hay que aplicar flúor a los dientes, a diario.
¿La mejor solución sigue siendo la higiene y la prevención?
No es prevención, es control. El flúor se distribuye entre los cristales del esmalte en lugares muy específicos, donde se ha ido perdiendo consistencia y tiene un efecto impresionante, porque es extremadamente electromagnético y encaja perfectamente allí donde se necesita. Y el cristal entero se hace mucho menos soluble, así que reparar el diente es mucho más fácil si llevas ese flúor a donde se necesita, y aunque la química del proceso es muy sofisticada, el método es realmente fácil, consiste en la aplicación diaria del flúor con una pasta de dientes. Realmente funciona y es uno de los más baratos y efectivos métodos contra una enfermedad que jamás hayan existido.