Lee Chandler trabaja como conserje y manitas en una gran ciudad americana. Un mal día le llaman diciéndole que su hermano está moribundo en un hospital y tiene que volver a su pueblo natal, Manchester-by-the-sea. Allí tendrá que enfrentarse a su pasado.
Kenneth Lonergan escribe y dirige este duro drama, que en la primera parte de la película parece simplemente la historia de alguien que tiene que volver al lugar donde nació y del que se fue para no volver jamás. Esa primera parte de la historia, que podría haber sido banal en otras manos, es realmente ya muy intensa, tanto desde el punto de vista visual como desde la interrelación del protagonista con el entorno, tanto con su ciudad como con sus familiares. Luego el guión gira y, poco a poco, va introduciendo un drama terrible que acogota al personaje principal y que explica muchos de sus comportamientos. Y todo contado con pocas palabras, más bien con un buen control de la cámara y de las relaciones entre los personajes.
Lonergan ha dirigido algunos dramas, siempre centrados en la muerte y la vuelta, y ha escrito algunos guiones, entre ellos los de Gangs of New York y Una terapia peligrosa. El trabajo en filmes como este último le permite contar a la perfección una historia tragicómica, donde el peso del espanto no hunde los buenos ratos que todos vivimos. ¿Quién no se ha reído en algún momento en un funeral? ¿Quién no ha tenido sentimientos encontrados, compartiendo el mismo tiempo y espacio, entre la depresión y la euforia?
La visión del director es la de alguien que ama los detalles, aunque no se recrea en ellos, y que dirige de manera muy suave, algo que es totalmente de agradecer en tiempos en los que el excesivo movimiento de cámara se convierte en puro vacío para esconder las deficiencias de la historia. Los diálogos son los justos, así como los ambientes y decorados. Todo sin excesos y todo correcto, con excepción de la música, que esa sí que es excesiva. El abuso de una música orquestal grandilocuente no tiene sentido y frena muchos de los momentos más emotivos de la historia. En otros, como cuando suena dentro de un coche, no sabemos si procede de la radio, si está en la mente del personaje o si es una música de acompañamiento absurda. La película habría ganado muchísimo sin esa banda sonora incomprensible.
Lo mejor de la peli, de todos modos, es el trabajo que Lonergan realiza con los actores, en especial con Casey Affleck y Lucas Hedges. Ellos interpretan al atormentado Lee Chandler y a su sobrino, en una relación que se convierte en el eje principal de la película, y los dos están nominados a los Oscar, a los BAFTA y amuchos otros premios, así que no sería raro que se hinchasen a galardones en los próximos días.