La sala de exposiciones de la Facultad de Bellas Artes acoge, hasta el 6 de mayo, la muestra "Una deriva absurda", de Bernat Ivars. Comisariada por una estudiante de la Facultad y con el respaldo del vicedecanato de Cultura y la Galería y Plataforma Online de Arte 3k-art, en ella el autor utiliza su "diálectica gamberra", para modificar el aspecto de "edificios inviolables, que han ganado la etiqueta de intocables", como pueden ser la Catedral de Notre Dame o la Ciudad de las Artes de Valencia.
"Cuando una mala o nula gestión, convierte infraestructuras públicas en esculturas inaccesibles y endiosadas, nos vemos en la obligación moral como ciudadanos de otorgar a este edificio una función coherente con su naturaleza y acorde con su presupuesto". Con esa ironía explica Bernat Ivars su serie fotográfica en torno a las grandilocuentes obras de Calatrava en Valencia, a las que él les ha dado esa "función coherente", llenándolas de patos de goma.
En cuanto a otras de sus fotografías intervenidas como las que muestran los monumentos emblemáticos de París como soportes publicitarios, Ivars reflexiona que de ese modo se convierten "en un soporte de propaganda de valores patrióticos del lugar y de llamamiento al consumo masivo cultural, y que conserva aún así un aura otorgada por el espectador". En la serie Una muy pequeña ucronía da un paso más y plantea "una realidad en la que los monumentos se convertirían en soportes convencionales, ejecutando un acto que sería considerado un sacrilegio en actualidad pero que quizás con el tiempo, llegarían a formar parte de la cultura popular".
Los responsables de la muestra explican que en ella Ivars nos presenta "choques visuales, bofetadas de aparente realidad, donde se nos plantean reflexiones críticas acerca de los excesos de nuestra sociedad. Imágenes donde el urbanismo en simbiosis crítica con la naturaleza articulan un decorado para atacar nuestras consciencias, donde se habla de una naturaleza sumisa y controlada, de esa sustitución de los bosques y el entorno por una nueva naturaleza plantada artificialmente para adaptarla y decorar nuestra ciudad. Una ciudad invadida por un consumo masivo, la globalización y la publicidad, que Ivars hace llegar hasta a los monumentos emblemáticos más conocidos, los cuales invadidos por la dialéctica y el sarcasmo nos muestran posibilidades reales y quizás no tan lejanas".
La sensación que queda tras ver su muestra es que todo es posible. ¿Por qué no una catedral convertida en un parque de bolas o unos árboles sustituidos por bloques de cemento? De ese modo, el autor nos muestra un mundo de posibilidades fruto de "los excesos de nuestra sociedad, de sus equívocos y de nuestra sonrojante permisividad".
