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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

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El 14 de abril de 1931: la frustración histórica de la Reforma Agraria 85 años después

Por Alejandro López López, - 14 ABR 2016 a las 11:01 CET

Al día siguiente de la proclamación de la 2ª República española al Gobierno le esperaban cinco problemas básicos: la cuestión militar, la religiosa, la autonomía regional de Cataluña, la política educativa (propiciada por la Institución Libre de Enseñanza desde su creación en 1876) y, sobre todo, la Reforma Agraria.

 

En efecto, la situación económica, social y cultural de los obreros del campo, especialmente en las regiones latifundistas (véase el análisis de Pascual Carrión: Los latifundios en España, 1932), la estructura de la propiedad agraria en Andalucía, Extremadura y las provincias de Ciudad Real y Toledo, exigían medidas urgentes y drásticas de política económica a cargo de los Gobiernos de la República.

 

Sin embargo, la propuesta de la Comisión Técnica Agraria (elegida esta por el propio gobierno) con fecha 21 de mayo de 1931, no fue atendida ni en el número de asentamientos de campesinos obreros, ni en el procedimiento legal que dicha Comisión propuso por Decreto-ley y su posterior convalidación por el Congreso de los Diputados; en tal sentido, Manuel Azaña y el resto de los componentes del Gobierno Provisional optaron por la vía de la discusión parlamentaria, al contrario de las Reformas Agrarias efectuadas en los países europeos surgidos después de la 1ª Guerra Mundial 1914-1918 (Véase Juan DÍAZ DEL MORAL: Las Reformas Agrarias de la Postguerra 1918-1929).

 

Posteriormente Edward MALEFAKIS sentenció con rotundidad: "La esencia de la Reforma Agraria social consiste en la redistribución de la propiedad de la tierra por medios políticos en un espacio de tiempo corto".

 

No obstante, los Gobiernos del Primer Bienio (1931-32) y del Bienio 1933-35 no atendieron las demandas del campesinado ni de los expertos en la materia, e incumplieron las promesas realizadas una y mil veces en el Parlamento, en el Ateneo de Madrid, en los mítines políticos y en la prensa de la época, la Reforma Agraria se constituyó en "el cuento de nunca acabar".

 

En consecuencia, las agitaciones campesinas, la violencia de los sindicatos agrarios, los grandes propietarios, la Guardia Civil y los Guardias de Asalto, impusieron la violencia de muchos modos en las provincias de Sevilla, Córdoba y en municipios tales como Castilblanco, Villa de Don Fadrique (Toledo), y sobre todo los acontecimientos luctuosos que tuvieron lugar en Casas Viejas (Cádiz), que como se ha escrito recientemente, significaría la tumba política de Azaña. Todavía hoy (febrero de 2016) se han publicado en el diario El País dos artículos en relación con los trágicos acontecimientos de Casas Viejas.

 

Desde mi Tesis Doctoral y mi bibliografía producida en torno a la Reforma Agraria, afirmo que ésta se constituyó en la manzana de la discordia que escindió bruscamente a la sociedad española de la 2ª República en dos bloques antagónicos y que se encaminaron hacia su propia destrucción mediante la Guerra Civil (1936-1939).

 

85 años después, el diario 20 Minutos -con fecha 31 de marzo de 2016- ha evidenciado "la mayor brecha del siglo entre la España rica y la pobre" utilizando los datos del INE de ese mismo mes; en efecto, el PIB per cápita por regiones sitúa en la cola a Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura con una diferencia de 15.646 euros entre las regiones de Madrid y País Vasco y las tres regiones antes citadas, donde no se realizó la Reforma Agraria. Por si fuera poco, en los municipios andaluces de Sanlúcar de Barrameda y la Línea de la Concepción, el paro supera el 40% duplicando al del conjunto de España.

 

Concluyo citando el famoso artículo de Ortega y Gasset: "no es esto, no es esto" y a Javier Cercas en El País Semanal del 10 de abril de 2016, que en su artículo "La izquierda pija" dice así: "No queremos una izquierda cínica, gestera, telegénica y ornamental. Queremos una izquierda humilde y decente, que se parta la cara por resolver los problemas de todos, empezando por los que más problemas tienen, no queremos una izquierda pija. Queremos una izquierda de verdad. La izquierda pija es el peor enemigo de la izquierda".

 

Alejandro López López, profesor jubilado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, es autor de "El boicot de la derecha a las reformas de la Segunda República" y "La minoría agraria, el rechazo constitucional y la cuestión de la tierra"

 

 

 

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