Como la sombra que se va
por Andrés Torrrejón
¿Qué pasaría por la cabeza del asesino de Martin Luther King los días siguientes a cometer el crimen? ¿Cómo viviría la huida por lugares tan remotos como Londres y Lisboa, para alguien que no era más que un provinciano yanqui? Son preguntas que parecen imposibles de responder, o al menos lo eran hasta la aparición de esta novela de Antonio Muñoz Molina. El escritor granadino siempre se ha caracterizado por un gran dominio del lenguaje y el vocabulario, pero en los últimos tiempos, digamos que desde El viento de la Luna, su literatura se ha vuelto muchísimo más imaginativa y muy, muy personal. No sólo en su estilo, que ahora ya es propio y no se parece al de ningún otro, sino también en su manera de enfrentarse a las historias. Aquí lo hace creando ambientes y personajes, entre los que se encuentra un joven Antonio que también viaja a la capital portuguesa en busca de inspiración para su novela El invierno en Lisboa.
Las alegres comadres de Windsor
por Julia Rubio
Un personaje tan relevante en la literatura de Shakespeare como Falstaff apareció en tres de sus obras, siendo la última de ellas esta de Las alegres comadres de Windsor. Es una de las piezas del inglés más difíciles de entender en su idioma original, tanto por sus juegos de palabras que en muchos casos ya no tienen ningún sentido, como por la jerga que utilizan algunos de los personajes que hacen que su lectura sea complicadísima. También pudiera ser que estuviese escrita de manera un tanto precipitada si hacemos caso a las leyendas o rumores que afirman que la propia reina fue la que ordenó a Shakespeare que hiciese, rápidamente, una obra en la que Falstaff apareciese enamorado. Y aunque aquí es más apaleado que otra cosa, lo cierto es que cumple también a la perfección el papel de vividor que busca ganarse el afecto de unas buenas señoronas para llevarse los cuartos de sus maridos cornudos.
Somewhere else
por Vicente Pérez Alcalde
En un mundo tan internacional como este en el que vivimos ocurre muy pocas veces que los artistas no den el salto desde el otro lado del charco para llegar a Europa. A veces lo que llega es terrible y nos gustaría que se quedase allí para siempre, pero otras veces lo que no llega es de lo mejorcito que se hace en Estados Unidos, como la música de Lydia Loveless. No te molestes en buscar sus discos en ninguna tienda, ni siquiera en esas pequeñitas que traen lo más indie del mundo, porque no lo vas a encontrar. Las dos opciones son pedirlo específicamente o escucharlo en Spotify. Y cuando lo hagáis podréis quedaros con la boca abierta con la voz tan alucinante de esta mujer pequeñita que hace temblar las paredes con sus temas. Lo suyo es el country más americano, pero mezclado con una pizca de blues, soul, jazz y pop que da un resultado alucinante. Por suerte nos ha incluido en su gira europea de 2015.