Cada 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Hace diez años la UCM hizo coincidir esa fecha con la inauguración de su Oficina para la Integración de las Personas con Discapacidad. Como destaca la vicerrectora de Estudiantes, María Encina González, "han sido diez años positivos, en los que no siempre se ha podido dar atención a todas las demandas recibidas, pero que han servido para que hoy podamos afirmar que las personas con discapacidad están integradas en la Universidad y en nuestras vidas. El próximo paso es seguir avanzando en la normalización. Hay que conseguir -concluye la vicerrectora- que no sean diferentes".
Para celebrar esta década de funcionamiento de la Oficina, la Complutense organizó el pasado día 3, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una serie de actos en las Facultades de Medicina, Trabajo Social, Educación, Ciencias Geológicas y Psicología. En ellos participaron algunos de los estudiantes que han recibido atención de la Oficina en estos años.
Johanna Ospina fue la primera alumna que se acercó a las instalaciones de la Oficina, en el edificio de Alumnos. Johanna había comenzado un año antes, en el curso 2002-03, la carrera de Psicología. Su silla de ruedas y la movilidad reducida de sus brazos y, sobre todo la falta de ayudas, hicieron que el reto de cursar estudios universitarios se convirtiera en algo "muy duro. Me matriculé de diez asignaturas y sólo aprobé una -recuerda-. Todo era muy complicado para mí. Cuando escribo me canso mucho y por ello tenía que pedir apuntes a mis compañeros. Me los dejaban pero me tuve que hacer una experta traductora en chino, inglés y japonés para poder entenderlos. Además mi movilidad por la Facultad era muy complicada. Al final del curso estaba casi decidida a dejar la carrera. Entonces, una profesora me animó a no desistir. Me dijo que el rector iba a crear una Oficina de atención. Aquello fue un grito de auxilio que no pensé yo que nadie iba a escuchar tan en serio. Diez años después miro atrás y no puedo menos que decir gracias y ver que la Oficina es una realidad que apoya al invidente, al que tiene problemas para hablar o para oir, a quienes como yo vamos en silla de ruedas... Y gracias a la labor de gente como Toñi, Charo y ahora Vicky han logrado que no sea una hazaña hacer una carrera universitaria", concluyó Johanna.
A quien también, en sus propias palabras, la Oficina cambió su vida fue a Jesús Argumedo. Su ceguera, según contó, le había imposibilitado estudiar en las universidades mexicanas, donde entonces vivía. "Había perdido casi la esperanza, pero un día, en 2007, en la página web de la Complutense escuché en un vídeo al rector de la Universidad hablando de la Oficina. Decía que todo ciudadano por el mero hecho de serlo tiene derecho a su desarrollo, incluidas las personas con discapacidad. Fue como una luz para mí. Hoy, ya como licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, puedo afirmar que si hubiera un ranking mundial de universidades que midiera el capital humano, la UCM estaría, sin duda, entre las cinco mejores del mundo", afirmó Jesús.
Javier Martínez entró en la UCM coincidiendo con la apertura de una sede de la Oficina en Somosaguas, en 2007. Apenas cinco años después Javier es licenciado en ADE, a pesar de la lesión cerebral que sufre desde el parto. Como señaló, sin la Oficina, el apoyo de los compañeros y la comprensión de los profesores no lo habría logrado. "Todos han hecho una labor encomiable".