Papiro
La palabra papiro proviene del término griego pápyros (en latín papȳrus) y está tomada del antiguo término egipcio, que significa “flor del rey”, puesto que su elaboración era monopolio real. Es, por tanto, un soporte de escritura elaborado a partir de una planta acuática, muy común del río Nilo, en Egipto, y en algunos lugares de la cuenca mediterránea. Se trata de un junco palustre de la familia de las ciperáceas, el Cyperus papyrus, una planta de sección triangular y varios metros de altura.
El papiro se puede considerar como el antecesor del papel, ya que comparten cualidades como la flexibilidad, se puede escribir bastante bien debido a su tersura y su facilidad para recibir la tinta.
El material tenía que ser elaborado en el mismo lugar en el que era recolectado, ya que era preciso que el tallo de la planta se mantuviese fresco en todo momento para facilitar su posterior manipulación. Principalmente se quitaba la corteza con las fibras y filamentos que están en el interior. La corteza que se retiraba los egipcios la usaban para hacer sandalias, bolsos, cestas resistibles entre otros, lo que tuvo sus efectos negativos debido a las múltiples utilidades proporcionadas para la vida cotidiana del pueblo egipcio que provocó una sobreexplotación.
Una vez que se quitaba la corteza, el papiro se loncheaba y se sumergía en el agua durante un tiempo para eliminar la fructosa (el azúcar de los vegetales) y evitar así el oscurecimiento del papiro. A continuación, sobre una tabla inclinada, se colocan tiras del largo total del papiro, recortadas en sus extremidades; luego se colocan transversalmente otros filamentos en forma de enrejado. Finalmente, se le quitaba el agua restante, se prensaba y se dejaba secar al sol para que soltase toda la humedad. Después se pulía con la piedra pómez para lograr un soporte lo más liso posible y quedaba dispuesto para su uso.
A continuación, se iban uniendo unas hojas con otras para formar el llamado rollo. Una vez formados, los rollos se barnizaban con resina o aceite de cedro para preservar el papiro del ataque de hongos o insectos. Para proteger los rollos, se recubrían con una funda de tela o cuero, a veces se guardaban en jarras, en cajas de madera o de metal llamadas capsae y en bolsas de piel.
El uso del papiro no comenzó a ser universal hasta la época de Alejandro Magno. Su uso decayó al declinar la antigua cultura egipcia, siendo sustituido como soporte de escritura por el pergamino. Disminuyó en el transcurso del siglo V d.C. y desapareció prácticamente del todo en el siglo XI. El papiro fue uno de los soportes artesanales más caros debido a que su fabricación era muy difícil y costosa. Por lo tanto, cuando un papiro dejaba de servir, el contenido que tenía escrito se reciclaba, de este modo se borraba el escrito con una esponja de mar y agua. Estos manuscritos reutilizados se denominan “Palimpsestos”.
Bibliografía
IGLESIAS-ZOIDO, J. Carlos "Del libro y sus soportes materiales en la Antigüedad: el rollo de papiro”, en Jornadas sobre la Antigüedad, (2021). En línea: http://antiqua.gipuzkoakultura.net/23-el-libro-y-sus-soportes-materiales.php
MARTÍNEZ MUSIÑO, Celso “Los soportes, las superficies y los visualizadores de la escritura: enfoques y materiales”, DataGramaZero, Revista de Informação, nº 6, 16 (2015). En línea: http://eprints.rclis.org/28796/1/Lossoportes%2Clas%20superficiesylosvisualizadoresdelaescritura.pdf