La forma es un bastidor de madera sobre el que se dispone una capa de hilos. Su objetivo es soportar la pasta de papel que posteriormente será la hoja. Al inicio, los hilos que formaban la forma estaban hechos de fibras vegetales y de crines de caballo, pero con el tiempo se fue cambiando a materiales más duraderos y útiles como el metal. 

Estos alambres reciben el nombre de corondeles y los puntizones, y dejan una serie de marcas muy características a través de la cuales puede reconstruirse la forma. Tradicionalmente en la forma se han incorporado, además, dibujos – la filigrana o marca papelera- para dejar constancia del fabricante del papel o de su calidad. 

Se utilizaban tres tipos de forma: la forma flotante, la oriental o flexible y la occidental o rígida.

• La forma flotante es la más antigua y en ella no se emplean corondeles o puntizones metálicos sino un entramado de fibras vegetales o animales (juncos o crin de caballo). El proceso es muy simple: la forma se sumerge en la tina con el agua y la pasta de papel y se la deja libre hasta que regresa a la superficie¹. Es un proceso lento y, por tanto, poco rentable económicamente hablando.
• La forma flexible está formada por un entramado de madera doblemente reforzado por los lados cortos. Los puntizones estaban fabricados con fibras vegetales y se encontraban unidos entre sí en grupos de dos o tres. En esta técnica, el laurente coge la forma y la hunde en la tina llena de agua. Inmediatamente se saca y se deja escurrir el agua. Una vez escurrido se coloca la pasta de papel sobre un fieltro. Este proceso es mucho más ágil que el anterior, pero al no existir refuerzo acaba deformándose². Es más frecuente en el papel oriental³.
• La forma rígida tiene los puntizones reforzados por unas piezas de madera de sección triangular denominados corondeles que actúan como soporte de los puntizones y sobre las que discurren unos hilos de cadeneta para evitar que la forma se deforme⁴. Es la más usada en Occidente.

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Sara Fernández Aguilar y Carmen Moreno