Verónica Aranda
Verónica Aranda (Madrid, España, 1982) es poeta, gestora cultural y traductora, y curso el Máster en Filología Hispánica de la Universidad Autónoma de Madrid.
Ha recibido los premios de poesía Antonio Carvajal de Poesía Joven, Arte Joven de la Comunidad de Madrid, Antonio Oliver Belmás, Miguel Hernández, Ciudad de Salamanca, Ciudad de Pamplona, Leonor y el Accésit del Adonáis, entre otros.
Entre la docena de poemarios que ha publicado, destacan: Tatuaje (Hiperión, 2005), Cortes de luz (Rialp, 2010), Café Hafa (El sastre de Apollinaire, 2015), Épica de raíles (Devenir, 2016), Dibujar una isla (Reino de Cordelia, 2017), Cobalto oscuro (Cénlit, 2020), Humo de té (Diputación de Soria, 2021) y el poemario infantil Islas Galápagos (Aguadulce, Puerto Rico, 2019). También cultiva el haiku, el microrrelato y la literatura de viajes.
Ha traducido a los poetas Yuyutsu RD Sharma, António Ramos Rosa, Maria do Rosário Pedreira, Clarissa Macedo, Salgado Maranhão, Firas Sulaiman, Michel Thion y Flaminia Cruciani.
En la actualidad dirige una colección de poesía latinoamericana actual (“Toda la noche se oyeron”) en la editorial Polibea y prepara su tesis doctoral sobre La representación de la mujer en la copla y en el fado, en la UAM.
Embarque
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
Konstantino Kavafis
Sé que el viaje también era una forma
de escapar del amor o de entendernos
sacrificando establos sosegados.
Sin indagar el rumbo,
subirse a la primera caravana
y percibir en ruta, a la intemperie,
todo el peso que tienen las palabras
medidas en la ausencia,
y la revelación de una posible
entrega cuando intuyo el panteísmo
al paso de un rebaño tramontano,
y a dos jornadas de las atalayas,
vaciada de brújulas la alforja,
atravesar ciudades invisibles.
(De Postal de olvido, El Gaviero, Almería, 2010)
Juegos de tahúr
Miré los muros de la vieja Delhi,
sus juegos de tahúr por callejones,
la incertidumbre de los comerciantes.
Se fraguó mi escritura en la oscura trastienda
donde un músico errante
afinaba un sitar. De la extrañeza
al extravío sólo hay siete dunas,
la devoción, sus diosas flotando sobre lotos.
Del extravío al lecho donde asoman las ramas,
pues para adormecerme junto a ti
encadené más de una noche en blanco
en lúdicos vagones de tercera,
un sadhu embadurnado de cenizas
me trazó un mapa astral. La desnudez
se dispersaba por los arrozales.
Llegué indemne al umbral del templo de alabastro,
a la carne asombrada donde se curva el miedo,
a los bazares de la vieja Delhi.
(De Cortes de luz, Rialp, Madrid, 2010)
SHATABDI EXPRESS
Cabe la incertidumbre en un expreso
que atraviesa suburbios, maizales.
Va cortando la luz de arcilla seca,
va llevando la luz de los abrevaderos.
Este intermedio nómada que se va prolongando…
Y la extranjera que hace el viaje sola
pasa la enfermedad y los monzones.
Yace en el coche cama
cuando es la noche el recorrido ingenuo
al rapto del temblor.
Si renueva su don para el asombro
en alguna estación dejará ofrendas
en el árbol de Shiva.
Remendará la luz que arriesgó en el periplo.
(De Épica de raíles, Devenir, Madrid, 2016)