Grupos de investigación

Ketty Blanco Zaldívar



Ketty Blanco Zaldivar (Guáimaro, Cuba 1984) estudió licenciatura en Ciencias de la Religión, en el ISECRE (La Habana, 2012). Graduada del Curso Nacional de Técnicas Narrativas “Onelio Jorge Cardoso” (La Habana, 2005).

Ha obtenido, entre otros premios y reconocimientos: Primer Premio en el Concurso Nacional de Poesía “Regino Pedroso” (Cuba, 2009). Primer Premio en el Concurso Internacional de Minicuentos “El Dinosaurio” (Cuba, 2010). Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuento “Ernest Hemingway” (Cuba, 2010). Beca de Novela "Fronesis" (Cuba, 2015). Finalista del Concurso Internacional "El Mejor Poema del Mundo" (España, 2016). Premio de Poesía "PortusPatris" (Cuba, 2016). Premio en el Concurso Internacional de Poesía “Abriendo Puertas” (Cuba 2016). Beca de literatura infantil “La noche” (Cuba 2016).

Tiene publicado “Quién anda ahí”, (Poesía, Editorial Polibea, Madrid 2019)


Cebollas moradas


Él no puede dejar de sangrar,
entonces corre a la cocina
y corta cebollas.
Ella come dulces
hasta que el azúcar se vuelve vértigo,
se esconde para cortar
cebollas.
Ante estas ganas de matar,
corto los bulbos en trozos muy delgados.
Miro el filo del cuchillo. El agua corre.



Days like these


Tendida estoy en el piso
entre cajas, montones de cajas,
desaliñada, flaca y más vieja,
creyéndome la gran protagonista
a la que nadie predijo esta grandeza.
Ratones caminan por encima
y debajo de mi cuello.

 

Tras un vidrio oscuro


He visto el futuro
con ojos que pedí a los muertos.
Todo amarillo como la bilis,
como una densa niebla donde pintar la rabia.
De allí he surgido.


Vísperas


Sentada en la escalera,
calle extraña, aguardo una sorpresa,
un hilo prendido a tu vestido,
un cabello que el viento coloque
al este de tus ojos. Y espero
–pájaros helados– a que los minutos
se queden. Yo me marcho.

 

Escrito en el reverso de una foto de Nobuyoshi Araki

Cuando la geisha camina por el bulevar,
el tenue parpadeo eleva de sus ojos gotas de vapor.
Los hombres le brindan cervezas,
le imploran deliciosamente abrirse.
Al andar ella tuerce un pie hacia adentro.

 

Kabuki

Acaba por encorvarse, mira abajo,
o se tumba en la cama como un cuerpo sin nervios.
Todo está en su cabeza.
Las soluciones, digo, las empleará un día.
Por ahora calla contemplan.