Percepción errónea del color
La exposición continua de nuestros ojos a un determinado color disminuye la actividad de los fotorreceptores asociados a dicho color, dejando así que la actividad de los otros fotorreceptores aumente de forma automática. Por eso, cuando se contempla fijamente una muestra de color determinada durante cierto tiempo y se deja de observar, mirando a continuación a una superficie blanca, se produce un tipo de postimagen negativa del color complementario de la imagen original.
Además, la percepción del tono de un color se determina también por los colores colindantes. Esta presencia influye en la percepción modificando la realidad de su tono por el contraste simultáneo debido a la influencia o contaminación que se genera entre ellos. Los estudios de los teóricos del color en este sentido ejercieron una influencia determinante en algunos movimientos de vanguardia como el puntillismo.
Como ejemplo de contraste simultáneo, el color verde del cuadrado central se percibe como un verde más oscuro que el del fondo, aunque ambos son iguales. La influencia contaminante del rayado negro y del rayado blanco en cada uno de los cuadrados oscurece y aclara perceptivamente el color.
Otro ejemplo es este cuadro con bandas diagonales que tienen el mismo tono de verde, sin embargo, a medida que atraviesan zonas claras se perciben más oscuras y, al contrario, al pasar por zonas más oscuras, se ven más claras.
En la versión de la obra de Josef Albers, Fondos invertidos, las bandas diagonales que atraviesan el campo de color superior se perciben más clara de distinto color que las que lo hacen en el inferior. La influencia respectiva de los campos de color en estas bandas altera la percepción correcta de su verdadero tono aunque son iguales.