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SESIÓN DOMINGO 21 de Febrero. Desde la mitología
El cuerpo es el medio a través del cual nos conectamos con el mundo y con nosotros mismos. Es gracias a él que percibimos y acogemos cada instante que nos regala la vida, como una corriente de agua acoge las gotas de lluvia. Sin embargo, muchas veces en el afán de la vida cotidiana, nos encontramos desconectados de él. Por eso, en esta ocasión quisimos explorar la exposición “Bajo la superficie” desde lo visceral, haciendo conciencia corporal desde el momento en que empezamos a sumergirnos en los remolinos del Maelstrom.
Con un grupo de niños y adultos entre los 7 y los 80 años, iniciamos un viaje a través de las obras. En él nos encontramos con la sensación de abismo: de ser absorbidos por lo desconocido y llegar a lo profundo de nosotros mismos para descubrir aquellas cosas que nos devuelven a la superficie; reflexionamos sobre los impactos de experiencias que han dejado cicatrices visibles e invisibles en nosotros; contemplamos cómo el paso del tiempo se va grabando de manera particular en nuestro cuerpo; y nos conectamos con las cargas físicas y simbólicas que llevamos a cuestas, como un Sísifo actual, y que muchas veces no sabemos cómo soltar.
CARLOS RODRIGUEZ-MENDEZ. La memoria, la fruta, 2020. Cuatro papeles de grabado
Al ascender nuevamente a la superficie, invitamos a las y los participantes a escuchar con cuidado, a través de un ejercicio de escaneo corporal, todas las sensaciones que les habían acompañado a lo largo de este viaje, prestando especial atención a las cargas que reconocimos al final del recorrido. A partir de esa conciencia corporal dimos paso al momento de creación donde cada uno y cada una eligió un papel continuo ya dispuesto sobre el suelo para dibujar su propia silueta. Utilizando ceras, carboncillos y pasteles, las y los participantes dieron forma y color a sus cargas, a sus emociones y a sus sensaciones.
Al terminar nos desplazamos por cada una de las obras para que los y las participantes tuvieran la oportunidad de compartir aquello que quisieran sobre su proceso. Ofrecer este espacio de mirar la obra del otro dentro del museo les permitió verse frente a los otros y hablar desde un lenguaje diferente al que usamos en el día a día. Con una escucha atenta y una mirada libre de juicios nos acercamos a distintos relatos sobre el cuerpo: el dolor físico que tiene una carga emocional; los miedos; lo que cargamos en la imaginación; los pensamientos que pesan; el color que representa cada emoción en el cuerpo; lo que queremos decir y no decimos; lo que expresamos a través del arte; la lucha por encontrar un balance interno entre el bienestar y el malestar; los sueños no cumplidos; todo lo que no conseguimos y nos pesa; lo que más nos gusta hacer con el cuerpo, caminar, salir; las mochilas que pesan; lo que pasa dentro de nuestra cabeza y cómo nos afecta; los líos que no sabemos qué hacer con ellos; las cicatrices, las huellas; las migraciones; los temblores en los dedos de los pies...
Al finalizar este viaje lleno de movimiento interior y exterior, nos dimos cuenta de la riqueza que emerge cuando permitimos que se remuevan las aguas de nuestras profundidades.
SESIÓN DOMINGO 21 de Febrero. Desde la mitología