SESIÓN 8. Dejarnos sorprender
Visita a la exposición
En el último día de LABE domingos se contó con la participación de cinco personas: una pareja, una madre y su hijo provenientes de Irlanda, y una mujer jóven china, que había visitado antes la exposición, pero que decidió vivir la experiencia de una forma distinta a través de la mediación arteterapéutica de LABE. Se inició el recorrido con una breve presentación de cada persona en la que compartieron su nombre y la última vez que se habían sorprendido por algo.
Luego se continuó con la introducción al espacio del Conde Duque, que se hizo a partir del diálogo generado por la pregunta “¿Qué es lo que más les llama la atención?”. Justo coincidió que en el patio sur se encontraba la instalación de Cecilia Paredes “El no retorno”, que impactaba por sus barcos varados, destruidos y semienterrados en medio del lugar. La instalación representa la pérdida y el desarraigo de los migrantes que, por fuerzas externas, han tenido que embarcarse en un viaje forzado, dejando atrás a su familia, su hogar y sus sueños. A raíz de esto, la conversación se centró primero en lo que reconocían de aquella instalación. Uno de los participantes, observando el cuerpo óseo de una de las naves, comentó: “me llama mucho la atención que esa pieza se ve que es un barco, pero también parece un portal o la entrada de un refugio”. Otra participante dijo: “me hace pensar que es un naufragio en el que no ha sobrevivido ni una persona”. Respecto al lugar comentaron que se asemejaba al patio de un colegio y algunos sabían de antemano que se trataba de un antiguo cuartel militar, así que se les contó la historia de cómo este cuartel militar había pasado a ser un centro de cultura contemporánea.
Al bajar a la sala de bóvedas, los participantes hicieron una corta deriva por la exposición y luego se reunieron en la bóveda 1 para contemplar y escuchar la obra de Dora García: una fotografía de una instalación del Museo Sumida Hokusai, en la que se ve a un hombre japonés dibujando mientras que una mujer lo observa. La sorpresa de esta obra recae en que la artista describe muy detalladamente la escena poniendo al espectador en contexto y haciéndole pensar que es real, para luego revelar que en realidad se trata de dos figuras de cera que se encontraban en el museo.
Algunas obras de nuestro itinerario
DORA GARCÍA. Instalación en una de las salas del Museo Sumida Hokusai.
Taller de Arteterapia
Al subir al taller se invitó a los participantes a vivir una experiencia de encuentro con el espacio, con los demás y consigo mismos. Se les pidió recorrer la sala y cerrar los ojos en un punto donde se sintieran cómodos. En ese momento el equipo guió, uno a uno, a los participantes hacia las ventanas del lugar para que, cuando los abrieran nuevamente, se encontrasen con un paisaje que antes no habían contemplado. Seguido de esto volvieron a caminar por el espacio y al cerrar los ojos fueron dirigidos y situados frente a frente por parejas. Abrieron los ojos y se encontraron con la mirada del otro, con su humanidad, se reconocieron y volvieron a cerrarlos. Por último, el equipo dirigió a cada participante hacia un gran espejo y al abrir los ojos se encontraron consigo mismos, con la sorpresa de su propia mirada.
Teniendo presentes las sensaciones experimentadas, la sorpresa de una imágen que no era lo que parecía y el encuentro con lugares, personas y situaciones totalmente nuevas, se invitó a los participantes a crear una obra con vaselina sobre cartulina negra explorando su textura y el rastro transparente que dejaba sobre el papel. Luego, se les pidió rociar la obra con harina, para hacer visible la imagen que algunos decidieron complementar después con otros materiales como pasteles, ceras y cinta de carrocero. Luego, cada uno escribió una pequeña narrativa sobre el proceso de creación y la obra.
Para finalizar, se reunió al grupo en un círculo para compartir la experiencia vivida. Una de las participantes reflexionó sobre cómo la sorpresa no siempre es una emoción que nos exalta, sino que puede suceder de manera silenciosa en los momentos cotidianos. Otro afirmó que, a partir de este día, no volvería a ver una imagen de la misma manera, pues había descubierto en la visita una nueva forma de dialogar con las imágenes, de hacerles preguntas y acercarse a ellas desde la curiosidad. Y otro participante nos habló sobre la forma en que las personas a veces sienten una explosión de emociones por dentro que están contenidas bajo una máscara sonriente que duele. Todas las experiencias, de una forma u otra, nos acercaron a realidades que al principio de la mañana eran desconocidas y que, al revelarse, expandieron un poco más nuestra percepción y nuestro conocimiento del mundo. La invitación a abrir la mirada y dejarnos sorprender fue la guía explícita de este último encuentro de LABE domingos, aunque subyace implícitamente a todas las visitas y talleres que se planean y transforma a quienes se permiten experimentar la vida de esta forma.