SESIÓN 2. Una imagen, múltiples miradas
Visita a la exposición
En la segunda visita a la exposición, todavía un otoño incipiente, nos acompañó un tiempo suave y aún cálido. Entrar desde el sol de domingo por la mañana al espacio de la Sala de Bóvedas, supone siempre un contraste, hay que realizar un esfuerzo no sólo físico -hay muchas escaleras tanto hacia abajo como de subida que nos hacen entrar en otra dimensión y la subida nos ayuda a emerger de la misma- sino mental: situarse en otro lugar. Antes de ello, animamos a las participantes a que tomen conciencia del espacio, recuerden que fue el espacio Conde Duque y que es, y que centren/ descentren su mirada, la dirijan a distintas partes del espacio: el suelo, las paredes que envuelven, el cielo…Tras ello explicamos la intención de la comisaria, Maria Virginia Jaua, con la exposición, la selección de 13 narrativas de artistas sobre imágenes provenientes de distintos orígenes: registros políticos e institucionales, prensa, imágenes de álbumes familiares, imágenes de arte realizadas por otros artistas. Conocer, más allá de las obras de las y los artistas, su modo de mirar las imágenes.
Para no condicionar su mirada sobre las obras que vamos a trabajar posteriormente en el taller, les pedimos que se centren en la contemplación y escucha de la locución por parte de los artistas de tres obras: la de Antoni Muntadas, Esther Ferrer, Eva Lootz. El espacio de la exposición, su disposición permite la escucha cercana frente a la imagen y la inmersión en la mirada del artista, su pensamiento paralelo a la contemplación.
Algunas obras de nuestro itinerario
GONZALO ELVIRA. Retrato tomado por Jorge Muneta. Buenos Aires, 1976.
IGNASI ABALLÍ. Anónimo, estado en el que se halló el Museo del Prado al ser liberado Madrid., ca. 1939.
Taller de Arteterapia
Tras la visualización, subimos al auditorio y trabajamos en el escenario, que aporta un juego interesante entre escuchar y ser escuchado, ver y ser visto, traspasando la cuarta pared. Hacemos un ejercicio de conciencia corporal y vocal, sintiendo nuestro cuerpo en el aquí y ahora, sintiendo nuestras diferentes partes, recibiendo cómo lo hemos tratado durante la semana. Hacemos ejercicios vocales, poniendo en marcha nuestras cuerdas, notando los tonos más graves, más agudos, pronunciando diferentes sonidos.
Tras ello, hablamos de la perspectiva constructivista y construccionista del conocimiento frente a las visiones positivistas que apelaban a una sola mirada hacia la realidad, pretendidamente neutra y universal. Frente a ella hablamos sobre cómo estas nuevas visiones, junto con la planteada por Donna Haraway y el conocimiento situado, abren al sujeto que mira como un sujeto con cuerpo, biografía y que toma partido. Un sujeto que vive en un cuerpo y con una perspectiva fenomenológica. Hablamos también de cómo la voz nos hace más creíbles, nuestra voz habla de nuestro cuerpo sexuado y de nuestros orígenes, de cómo la voz grave es más apreciada como voz de poder, y resulta más convincente. Recordamos la frase de Derridá “la voz del imperio se habla siempre sin acento”, y reflexionamos sobre cómo la raza, la clase y el sexo influyen en la percepción de las voces. Como señaló Michel Foucault, citada por la comisaria Maria Virginia Jaua, entre lo visible y lo decible se extiende una neblinosa tierra de nadie, aunque enormemente transitada (1).
Tras esta reflexión entre la imagen y la voz, invitamos a las participantes a elegir una de las tres imágenes propuestas: Gonzalo Elvira, Paloma Polo e Ignasi Aballí. Dos de las imágenes (las de Ignasi Aballí y Paloma Polo) son espacios cerrados y las proponemos porque pueden evocar muchos aspectos de la vida de las personas. Una música suave acompaña el proceso de creación de relatos, que se alarga unos veinte minutos- media hora.
Situamos sillas cerca de la imagen, proyectada en el plasma, añadiendo una más, vacía, que será la voz del, de la artista con su propia narrativa. El resto de participantes nos situamos en el espacio de los espectadores, amplificando la experiencia que el escenario de un auditorio nos proporciona. Notamos esa cuarta pared y a nosotras mismas “poniendo cuerpo” a nuestro relato frente a la imagen.
Algunos relatos, ante la imagen elegida por Ignasi Aballí toman el tono neutro y de autoridad de una subasta, “infografía del proceso mental”; otros, el relato poético de quien recuerda estancias habitadas, los cuartos, las fotografías, la mirada del amado y su ausencia probable, el polvo, la huella, “la marca de quien se es y quien ha sido”, la ausencia, lo escondido, el último instante, lo habitado; otras más, el relato cercano de quien busca vivienda en Madrid, pero también de infocasa; otros, ante la imagen de personas en un parque propuesta por Paloma Polo, recuerdan su infancia, o la infancia perdida; otros se centran en el objeto foto perdido en el horror de un atentado, como un rastro de una vida perdida. De repente vidas, experiencias y miradas desde el centro y los márgenes; el Estado y la gente común confluyen en una imagen. La escucha se hace participativa y las personas escuchan concentradas y a veces emocionadas, los distintos relatos que como capas estratigráficas, se amontonan bajo la superficie.
En el cierre, las participantes, que repiten por segunda vez la experiencia, agradecen el tiempo y el espacio de reflexión a través de la mirada de los artistas, a través de la suya propia, la generación de un relato significativo y la escucha compartida.
(1) Jaua, M.V. (2020) “Algunos apuntes acerca de la imagen”. en el catálogo Una voz, una imagen, Espai de Art Contemporani de Castelló, p. 3.