Colectivo de Estudiantes de Arteterapia. El Reflejo del Arte
Visita a la Exposición
El arte tiene el poder de reflejarnos. Por eso, cuando visitamos una exposición y conectamos con una obra, no necesariamente lo hacemos porque nos parece bella o por la explicación que hace el artista de ella. Es una experiencia mucho más profunda y misteriosa: la de encontrar inesperadamente algo de nosotras mismas en la obra.
Así, en estas dos visitas-taller invitamos a las estudiantes del Máster de Arteterapia y Educación Artística para la Inclusión Social, a escapar de la mirada intelectualizada del arte y recorrer la exposición prestando atención a su cuerpo y a su sentir; y con esta escucha activa salir al encuentro de una obra que evocara en ellas una conexión particular. Cada una se aproximó a su ritmo y a su manera a las piezas: se agacharon, las miraron desde distintas perspectivas, se detuvieron, les dieron la vuelta, se acercaron, se alejaron… y de esta forma, desde el cuerpo y la emoción fueron dialogando con ellas.
Taller de Arteterapia
En el espacio del taller exploramos, a través de un ejercicio de escaneo corporal, las sensaciones experimentadas durante el recorrido y, a continuación, invitamos a las participantes a crear utilizando ceras, arcilla, carboncillos, canicas, alambre, hilos y otros materiales para plasmar el diálogo generado entre cada una y las obras. Poco a poco, con movimientos, trazos, modelado y tejidos, hicieron tangible su experiencia relacional.
Luego, en un círculo de confianza y escucha activa, dimos el paso a un momento de compartir en el que las estudiantes pudieron mostrar sus creaciones y expresar aquello que habían descubierto durante el recorrido. Cada experiencia, al igual que cada obra, fueron muy particulares.
Una participante conectó con la obra de Cristina Lucas a través del pelo y nos contó que éste es una extensión de las emociones, de la energía vital de cada persona, y que por eso, al cortarlo debemos hacerlo con cuidado y a la manera de ritual, para dejar ir las emociones negativas que hemos tenido. Otra, nos hizo reflexionar sobre la incomodidad que genera el permanecer mucho tiempo en lo profundo, el abrir los ojos y cuestionarnos, pero cómo esto es necesario si queremos generar un cambio en nosotras/os mismas/os y en el mundo. También hablamos de los monstruos que habitan en cada una y que dejan de ser tan atemorizantes a medida que los conocemos; del plástico como la huella del paso de los seres humanos por la tierra; de los sentires que no se pueden poner en palabras, pero sí expresar a través del arte; de las capas que todas tenemos y la necesidad de “ver más allá de lo aparente” para ser compasivas con nosotras mismas y con los demás; de las huellas que intentamos lavar de nuestras manos, pero que permanecen dentro nuestro; y del carácter circular de la vida. En palabras de una de las estudiantes: “a pesar de que la historia pese y te secuestre, siempre hay la posibilidad de confiar y proyectar. La fuerza de la historia es la fuerza de la proyección”.
Al final, cada participante enriqueció el espacio del Conde Duque con la singularidad de su mirada y de su sentir frente a la exposición, y dejó una pequeña parte de sí misma en él.