Proyectos de Investigación

Carabanchel en la pandemia: Asociacionismo y represión frente a la crisis social

por Pablo del Valle Vega

 

La entrevista se realizó el 22 de noviembre de 2020, en un parque situado en la Glorieta de los Cármenes, en el barrio madrileño de Carabanchel. Hablamos con Claudia, una joven estudiante de 23 años, que participó en la Despensa Solidaria de los Cármenes. Me contó su experiencia en este colectivo y hablamos sobre el papel que ha jugado el asociacionismo y la solidaridad popular en el barrio, tras la crisis alimentaria que exacerbó la pandemia. Además, tratamos otros temas como el cambio en los espacios públicos, el control social y policial o el diferente impacto que la pandemia ha tenido en los barrios de Madrid. La entrevista nos deja un sabor agridulce: por un lado, la esperanza que genera la solidaridad espontánea ante una situación extrema y, por otro, la respuesta institucional, centrada en la represión y restricción de los espacios públicos.

Termino la conversación convencido de la necesidad de cambiar de raíz las bases económicas y sociales de esta sociedad, si no queremos volver a tropezar una y otra vez con la misma piedra. Con gran contundencia, Claudia lo resume así: “Esto no es un problema de ahora, es un problema estructural de cómo socialmente está estructurado este barrio. Lo podemos llamar una crisis, pero no es una crisis”.

 

Quería preguntarte, así un poco más genéricamente, como has vivido tú en general desde el inicio de la pandemia y los cambios que has podido notar.

Bueno, para empezar, creo que el cambio más drástico que se ha vivido después de la pandemia es las relaciones sociales. Creo que veo una diferencia muy grande entre lo que percibo a nivel general ahora y como percibí el barrio y las relaciones de solidaridad a raíz de la pandemia, creo que se generaron muchos vínculos, creo que se generaron espacios de apoyo y solidaridad muy fuertes, que existían en otros planos, pero quizás no eran tan explícitos. En un barrio como Carabanchel, sí hay muchas relaciones sociales y un sentimiento de barrio, pero de alguna manera esos cambios se volvieron algo público, es decir, las despensas solidarias, los tejidos vecinales de los grupos de cuidados… Mucha gente juntándose para ayudar a los vecinos, que quizás eran unas relaciones que ya existían de ayuda a tu vecino, pero se hicieron organizadas, de alguna manera.

Otro de los cambios muy importante que he visto es el cambio en los espacios públicos. El cambio de las relaciones en los espacios públicos, la forma de entender los espacios públicos y las restricciones sobre los espacios públicos. Lo que antes se vivía como espacios públicos de intervención social, es decir, espacios que se podían intervenir desde la propia población, como son las plazas: en las plazas del barrio siempre había niños jugando, grupos de gente juntándose, jugando al vóley en los parques. De repente eran espacios restringidos y se han vuelto espacios restringidos en los que hay una normatividad, mucho más impuesta por un estado policial, de control social, en el que se determina lo que puedes y no puedes hacer de forma mucho más drástica.

Has comentado acerca de las nuevas experiencias colectivas que han surgido o que han cambiado a raíz de la pandemia. Tengo entendido que tú has participado en alguna de estas plataformas, en concreto creo que en un banco de alimentos. Cuéntame un poco como entraste a participar en este espacio, por qué y cómo ha sido tu experiencia en general.

Sí, yo he estado participando en la despensa solidaria de Los Cármenes, en Caño Roto. Esta despensa se crea a raíz de la asociación de vecinos, que históricamente ha sido muy importante en el barrio, en la zona, pero que había perdido algo de tirón durante los últimos años, ya era algo más residual. Pero es gente que lleva muchos años organizándose y que montaron un grupo de cuidados. Entonces, al principio se montó un grupo de cuidados, replicando las experiencias que estábamos viendo en otros barrios y estaba mucho más enfocada a cuando cerraron: ayuda a tu vecino mayor a hacer la compra o saca el perro de una persona que es grupo de riesgo o cosas así. (…) Y de pronto se empezó a ver que no había tanta gente que necesitase eso. (…) Lo que empezamos a ver es que había un problema alimentario, había una crisis. En la zona de Caño Roto hay muchísima población que vive del trabajo informal, es una de las zonas de más bajos recursos de Madrid y, bueno, la gente se quedó en la nada absoluta. No puedo trabajar, recibo un RMI, que es la renta mínima que existía antes del ingreso mínimo vital, que eran 400 euros para un núcleo familiar de 4 personas. Te quedas en la nada. (…)

La primera decisión fue que se ayudaba gente que nos derivaban los dos colegios del barrio, dos colegios que agrupan a gran parte de la población de bajos recursos de la zona. Y estaban viendo que había un problema, que la gente no tenía para comer. Empezamos con 30 familias. Dar apoyo a 30 familias es muchísimo. Cada semana hacíamos un reparto y cada semana aumentábamos y llego un momento que llegamos a dar a 150 familias. Y las que nos quedaban por atender… Nos quedaba muchísima gente en lista de espera. Y a raíz de eso surge un poco.

Entiendo, en este sentido, que la intención era rellenar la falta de actuación de las instituciones políticas, ¿no?

Por su puesto.

¿Has podido observar si ha habido algún cambio de perfil en las familias que requerían ayuda o que recurren a los bancos de alimentos o a las despensas solidarias? ¿Crees que ha habido algún cambio tras la pandemia o que se ven ciertos estratos sociales o cierto tipo de gente que antes a lo mejor no acudía a las despensas solidarias?

Creo que en otros barrios sí ha habido un cambio, creo que en este no. Realmente creo que Caño Roto ha sido un barrio pobre, obrero y muy precario. Creo que la gente subsistía más o menos y con ese trabajo informal, esas personas sin papeles tenían más o menos trabajo. Creo que la gente de este barrio ya era carne de cañón para acudir a una despensa, pero se mantenían. ¿Qué pasa? Que cuando cierras y de repente la gente se ve abocada a la nada sin ningún tipo de ayuda…

Claro, si tú eres una trabajadora doméstica y no te dan paro porque no tienes derecho a paro, pues… ¿Qué? ¿Depende del patrón con el que estés limpiando su casa? ¿Que si te paga o no te paga porque no puedes salir de tu casa y no puedes ir a limpiar la suya? O si trabajas haciendo cosas de manitas en obras. O, mira, incluso si vendes droga y de repente cierran, ¿qué haces? No haces nada, no comes. Entonces, creo que esos perfiles ya de por sí son carne de cañón para una despensa, porque no reciben ningún tipo de ayuda social, pero en otros momentos no estaban yendo y esto ha sido muy importante. No tanto el cambio, sino la visibilización, de alguna manera, de que hay un problema. Y este era uno de los debates que había dentro de la propia despensa, de la gente que estaba más implicada en la organización, ¿no? Decir: esto no es un problema de ahora, es un problema estructural de cómo socialmente está estructurado este barrio. Lo podemos llamar una crisis, pero no es una crisis.

¿Cómo ves el futuro de cara a todos los temas que hemos comentado en relación con los cambios que ha producido la pandemia?

El asociacionismo lo ha potenciado muchísimo. La despensa se cerró en agosto, pero ahora se ha abierto. (…) Y creo que ese tejido social se va a mantener. Pero, por otro lado, también veo muchísimo más individualismo. (…) Ese discurso del capitalismo, de “los recursos son limitados…” (…) Si tengo que pasar por encima del otro paso. (…) Y eso de cara a una organización que vaya más allá de ese sentido humanitario de crisis, que vaya a las causas estructurales… Me parece que lo complica. (…)

No soy muy positiva en cuanto al uso del espacio público. El nivel policial de Carabanchel es exagerado. Los controles, el hostigamiento… El hostigamiento a determinado tipo de personas: a personas racializadas, a personas que no visten bien, que no son el estándar que se espera... ese hostigamiento está siendo muy fuerte. A la juventud, muchísimo. (…) ¿Qué haces? Vives en una familia de 8 personas, vives con los abuelos, con tu hermano, con tus hijos, con los hijos de tu hermano… ¿En una casa de tres habitaciones? Necesitas usar los parques. (…) Esas restricciones sobre el espacio público, en barrios obreros, no son sostenibles. La gente necesita el espacio público y la gente interviene el espacio público y la gente lo usa. Entonces, eso en algún momento va a generar confrontación. Necesariamente, no veo otra alternativa.