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Introducción a las Poesías de Eminescu

Dana Mihaela Giurcă y José Manuel Lucía Megías

Mihail Eminescu, Poesías

Madrid, Cátedra, 2004


Introducción

por

José Manuel Lucía Megías y Dana Mihaela Giurcă

 

1. Perfiles de una época: Rumanía en el siglo XIX

 

Mihail Eminescu nace justo a mitad del siglo XIX, en el norte de la actual Rumanía, en el principado de Moldavia y enfermará gravemente treinta y tres años después, muriendo en 1889. En su corta vida, le tocó participar –y en primera persona- en una de las épocas más trascendentales de la historia de Rumanía: los años en que la unidad lingüística, cultural, económica y social fraguada durante varios siglos terminará por verse reconocida también en su unidad e independencia política proclamada en 1877[1]. Esta fecha constituye el punto de llegada de un camino abierto –si queremos rastrear en los límites de la historia- con la conquista del emperador Trajano del territorio más allá del Danubio conocido como la Dacia en el 106 d.C., como se recoge –hasta en siete ocasiones- en la impresionante Columna Trajana que se alza, todavía hoy, majestuosa en el corazón de Roma. Nace así la Dacia romana que impondrá su lengua, su cultura, su romanización en fin, aún después de que el emperador Aureliano decrete años más tarde, en el 271, retroceder y convertir el Danubio en frontera natural de un imperio que ya va haciendo aguas por todas partes[2]. Roma se fue entonces del territorio dacio; pero Roma permaneció para siempre en el territorio dacio, como la lengua rumana –la más oriental de las lenguas románicas- pone de manifiesto y cada vez con más fuerza[3]. La Dacia romana, la que se convertirá con los siglos en la geografía de los principados rumanos estuvo sometida con el tiempo al paso de las grandes potencias, de los grandes imperios. Y con aclamadas victorias y con nombres heroicos (y con sangrientas derrotas y con nombres casi olvidados) se ha escrito su historia, esa historia que se recrea una y otra vez en los textos de los escritores, de los políticos, de los periodistas rumanos durante todo el siglo XIX... el siglo de la autoafirmación nacionalista, el siglo de las revoluciones liberales, el siglo del último sueño positivista de nuestra cultura occidental.

Rumanía se construirá a partir de varios territorios y principados fundados durante el siglo XIV de la mano de grandes vaiovodas, de grandes príncipes. Al sur, Valaquia, con Besarab I (1330-1352); y al norte, Moldavia, con Hega Bogdan, que consigue de Hungría en 1365 el reconocimiento de su independencia[4]. Desde su nacimiento, como así también sucediera con la Dacia romana, los principados rumanos se convierten en frontera frente al gran imperio otomano que extenderá la bandera verde de su poder por Europa desde 1357 hasta el siglo XIX. Serán años que convertirán el Mediterráneo y los caminos de Europa, incluidos los rumanos, en un campo de batalla. Serán años de alianzas y de enfrentamientos que tejerán múltiples leyendas, matanzas y victorias. En Valaquia, los turcos desplegarán su ejército tras cruzar el Danubio, y allí encontrarán algunas de sus derrotas más humillantes, como la del campo de Rovine a manos del vaiovoda Mircea el Viejo (1386-1418), que Eminescu recreará en su “Carta III” [nº 61], y en donde el gran imperio, que ha puesto de rodillas a los majestuosos reinos europeos, cae como trigo venteado a manos del ejército rumano. Esteban el Grande construirá monasterios a finales del siglo XV (como los de Putna o Voroneţ), que hicieron florecer la cultura, de la mano de los sabios bizantinos que tuvieron que abandonar Constantinopla (actual Estambul). Serán también los años de las grandes masacres, de la defensa a sangre y muerte de la tierra, como mostró otro vaiovoda de Valaquia, Vlad Dracul o Vlad Ţepes “el Empalador” (1436-1447), más conocido como Draculea (“hijo de Dracul”), que es recordado por Eminescu como príncipe victorioso y justo al final de este mismo poema, mientras que la leyenda sangrienta de la mano de sus enemigos turcos y húngaros puso la base para que el escritor irlandés Bram Stoker (1897) y las películas norteamericanas del siglo XX hayan creado un personaje de ficción que ha terminado por suplantar al histórico.

         En 1453 cae Bizancio en manos de los turcos y comienza una nueva época de dependencia y sometimiento de los principados al Imperio Otomano. Hasta principios del siglo XVIII el gobierno es ejercido por vaivodas elegidos de entre los nobles rumanos. Esta época no está exenta de luchas y rebeliones entre las que cabe rescatar un sueño y un nombre: la unificación del territorio rumano en 1600 de la mano del príncipe de Valaquia Miguel el Valiente que vence a los turcos a finales del siglo XVI en varias batallas, como la de Călugăreni, del 13/23 de agosto de 1595[5]. Un sueño que terminará muy pronto: al año siguiente muere el príncipe en manos de sus enemigos. Pero la unificación será ya un deseo vivo que se hará realidad en el siglo XIX. Tras la primera etapa de los vaivodas rumanos le sigue la llamada época fanariota, en la que los sultanes elegirán a los dirigentes de los principados entre los habitantes del barrio de Constantinopla conocido como Fanar. Este barrio estaba habitado por griegos de familias bizantinas, ricos y conocedores de las lenguas diplomáticas de Europa. La etapa fanariota se extiende desde principios del siglo XVIII (en Moldavia, en el 1711 y en Valaquia, en 1716) hasta después de la revolución de Tudor Vladimirescu en 1821. Este último siglo representa la época de mayor decadencia política, económica, social y cultural de los principados rumanos[6].

            Comienza el siglo XIX con unos principados sin autoridad, empobrecidos y con un sueño de unificación nacional que cada vez se hace más presente, y que se apoya en un origen común (la Dacia) y en una lengua románica propia: el rumano. A finales del siglo XVIII comenzará un movimiento para imponer el alfabeto latino frente al cirílico, que es el usado hasta el momento. En 1779, Samuil Micu-Clain publica en Viena su Carte de rogacioni (“Libro de oraciones”), y es el primero en hacerlo con caracteres latinos. Habrá que esperar hasta 1860 para que este deseo se convierta en un decreto oficial, y lo será de la mano del primer gobernante de los Principados Rumanos, Alexandru Ion Cuza, que impone su uso en la Administración... pero volvamos la mirada a los primeros años del siglo XIX.

            Estos años serán los de las revoluciones, las guerras, los tratados de paz y las de los pasos que marcan un único camino: la reunificación y la independencia de los Principados Rumanos, con el apoyo de ciertas potencias europeas (Francia, en primer lugar de la mano victoriosa de Napoleón, y Rusia, que ve en los principados rumanos un instrumento para su política de expansión en la zona) y de algunos recelos y miedos, como los del Imperio Astro-húngaro y, sobre todo, el Otomano que irá viendo como su estrella de victorias y de dominio va apagándose a medida que pasan los años.

            La historia de Rumanía, de estos perfiles de los principados rumanos que estamos aquí esbozando, estará marcada durante el siglo XIX, como se ha indicado, por el toque de las revoluciones y de las guerras (especialmente entre rusos y turcos), que ofrecen una primera cara amarga, pero que terminan por triunfar con el paso del tiempo. La primera será la Revolución encabezada por Tudor Vladimirescu, que comienza en enero de 1821 con la muerte del príncipe de Valaquia Alexandru Şuţu. El vacío de poder es aprovechado por Vladimirescu para ir conquistando monasterios y pueblos, hasta llegar a Bucarest el 16 de marzo, con el apoyo de numerosos boyardos, nobles rumanos, que deciden luchar contra los fanariotass. Por su parte, en Moldavia la revolución se hará de una manera más organizada: con el apoyo del príncipe, Mihai Şuţu, y del zar Alejandro I, y de la organización secreta Eteria, que tiene como finalidad la liberación de Grecia de la dominación turca. Ipsilante, dirigente de Eteria, es recibido como liberador de Moldavia, y llega el 27 de marzo a Bucarest, aunque abandona la ciudad cuando no consigue ser reconocido como jefe por Vladimirescu. La revolución de 1821 acaba de manera trágica, en un primer momento: Vladimirescu es vencido en Bucarest y asesinado por miembros de Eteria cuando intenta huir, mientras que Ipsilante también es vencido, y los principados de Moldavia y de Valaquia vuelven a ser sometidos por los turcos. Pero no todo se ha perdido. O mejor dicho: la revolución de 1821 acelera algunos de los idearios nacionalistas rumanos que habían nacido a finales del siglo XVIII. La cultura griega, la predominante en Rumanía, va a dejar paso a la defensa de una cultura nacional. Se cierran las escuelas superiores griegas y se vuelven a abrir las escuelas rumanas, como la Escuela de Lazăr, que había sido creada en 1818 en Bucarest y que ahora será dirigida por Ioan Heliade Rădulescu, protagonista de muchos de los acontecimientos posteriores. Por otro lado, algunos de los intelectuales y escritores mas progresistas de la época, dirigidos por Dinicu Golescu, crean una sociedad llamada Soţietatea literală românescă (La sociedad literaria rumana), cuyos estatutos, escritos por Ioan Heliade Rădulescu, ahondan en la necesidad de difundir la cultura rumana por todo el territorio, apoyándose en la educación; y así se defiende la creación de escuelas de educación secundaria en todas las capitales de provincia, y de escuelas primarias en todos los pueblos; la publicación de revistas y periódicos en rumano; la abolición del monopolio editorial en manos griegas; el impulso de buenas traducciones al rumano y su publicación o la formación de un teatro nacional que represente textos rumanos por todos el territorio. Y junto a la defensa cultural y lingüística, la Revolución de 1821 constituye el final de la época fanariota, de la dependencia política a los griegos, y se da principio a un programa de reformas económicas y políticas, aunque siempre sin tocar los privilegios feudales de los boyardos, cuyo mantenimiento en Europa será motor de las revoluciones liberarales europeas de mediados de siglo, siguiendo el ejemplo de la Revolución Francesa. Estas reformas se plasmarán en un reglamento, según lo establecido en el Convenio de Akerman firmado entre rusos y turcos el 7 de octubre de 1827, que será el germen del futuro Reglamento Orgánico. Los acontecimientos se precipitarán después de la derrota turca frente a las tropa rusas (que cuentan con el apoyo de los principados rumanos), y gracias a al Tratado de Paz de Andrinópolis (2-14 de septiembre de 1829), por el que Valaquia recuperará territorios (Brăila, Giurgiu y Turnu) devolviendo como frontera del país el Danubio, que vuelve a ser libre para la navegación y el comercio, lo que permitirá un florecimiento del comercio y de la economía. Y unos años después, mientras los principados siguen bajo protectorado ruso, se firmarán los Reglamentos Orgánicos (en realidad, puede hablarse de uno, ya que son casi idénticos): el 1 de julio de 1831 en Valaquia y el 1 de enero de 1832 en Moldavia. Considerada la primera constitución rumana escrita, el Reglamento establece que el cargo de príncipe debe ser vitalicio (frente a los continuos cambios de la época fanariota) y, lo más importante, elegido por una Asamblea formada por 42 boyardos e importantes representantes de la iglesia; además la Asamblea tiene la prerrogativa de la aprobación de las leyes y de la presentación al príncipe de las necesidades del pueblo. El príncipe, por su parte, puede disolver la Asamblea, pero para convocar y nombrar una nueva necesita el acuerdo del sultán (el poder soberano) y del zar (el poder protector). Por último, se aprueba la creación de un ejército nacional, a lo que se había negado el Imperio Otomano desde siempre, dado el peligro de contar con una fuerza militar tan cerca de sus fronteras.

            Y el segundo de los movimientos revolucionarios que sacudirán los Principados Rumanos será la Revolución de 1848, que se extendió por Valaquia, Moldavia y Transilvania con un punto común: la unificación nacional, siendo hermana de los movimientos revolucionarios liberales que se multiplican en Europa por estos años. Como sucediera con la Revolución de 1821, la Revolución de 1848 tampoco triunfó en un primer momento, entre otras circunstancias, por no ser un movimiento coordinado en los tres territorios: el 27 de marzo comenzó en Moldavia, para extenderse el 3 de mayo en Transilvania y el 9 de junio a Valaquia; éste último, más organizado y con el apoyo de la nueva clase emergente burguesa, contó con un mayor éxito y llegó a sobrevivir hasta septiembre. En todo caso, la Revolución de 1848, a pesar de su poco tiempo de triunfo, aceleró –una vez más- la unificación de los principados rumanos y la posterior independencia, gracias a la extensión de la idea de unidad nacional que se considera ya una petición inexcusable[7] y a la difusión de las pretensiones nacionalistas rumanas por parte de los exiliados, en especial en Francia, lo que resultará decisivo en los años siguientes.

            La unificación de los principados rumanos vendrá de la mano de una nueva derrota militar, en este caso, rusa: la Guerra de Crimea, que enfrenta al zar contra Francia, Inglaterra y Austria, apoyados por los principados rumanos. El 30 de marzo de 1856 se firma la Paz de París, que beneficia a Rumanía en varios puntos: a Moldavia se le devuelven tres de sus territorios, lo que hace que Rusia ya no tenga salida al Danubio; termina el protectorado ruso, y, por lo tanto, los principados quedan, de nuevo, bajo protectorado turco, con las garantías de las grandes potencias europeas; se decide la revisión de los Reglamentos Orgánicos según los deseos de los rumanos, que deberán ser discutidos en unas Asambleas (denominadas Divanes), cuyos resultados tendrían que aprobar las potencias europeas, que se encuentran en este punto divididas: mientras Francia apoya la unión de los principados, Austria y Turquía no lo quieren aceptar (Transilvania y el miedo a un vecino poderoso les hace ser cautos). El 7 de octubre de 1857, Mihail Kogălniceanu expone las peticiones del Diván de Moldavia, y en octubre lo hará el de Valaquia, con (casi) idénticos deseos: respetar los derechos de los Principados, especialmente el de la autonomía; promover la unión de los Principados en un estado con el nombre de Rumanía así como la elección de un príncipe extranjero, de carácter hereditario, elegido de una dinastía reinante en Europa y cuyos herederos serían educados en la religión del país; y defender la neutralidad de los territorios de los Principados y la formación de una Asamblea Común con poder legislativo, que represente todos los intereses de la nación. La solución de consenso que ofrecen las potencias extranjeras, y que se plasmará en el Tratado de París de agosto de 1858, intenta contentar a todos: no se admite la unificación, por lo que existirán dos principados –como hasta el momento- con su príncipes y gobiernos, pero sí que aceptarán el símbolo de un nombre común: Principados Unidos, además de compartir las mismas leyes, promulgadas por los dos parlamentos; en caso de peligro exterior, podrán también unir sus ejércitos. Los príncipes, de carácter vitalicio, serán nombrados por cada Asamblea. Los Principados Unidos quedan bajo el dominio turco, pero sus derechos estarán garantizados por las potencias europeas. Pero, sin saberlo, en el Tratado de París habían dejado una puerta entreabierta para la unificación real de los Principados, más allá del gesto (enormemente simbólico) de un nombre común: el 5 de enero de 1859 es proclamado Príncipe de Moldavia Alexandru Ioan Cuza, comandante del ejército moldavo, apoyado por el Partido Nacional (dirigido por Mihail Kogălniceanu y Costache Negri). El 24 de enero el diputado Vasile Boerescu propone la candidatura del príncipe de Moldavia para el trono de Valaquia, ya que el Tratado de París había decidido la existencia de dos asambleas y de dos elecciones separadas, pero no especificaba que no pudieran elegir al mismo candidato. La asamblea de Bucarest vota esta propuesta y Cuza es también elegido Príncipe de Valaquia. Durante los primeros años, se mantienen dos gobiernos, dos parlamentos, dos capitales (Iaşi y Bucarest) y un único príncipe; en 1861 los turcos aceptan, así como el resto de las grandes potencias europeas, la unión real de ambos principados. El 24 de enero de 1861, justo a los tres años de la elección de Cuza, se declara la Unión definitiva y se abre el primer parlamento común de Rumanía en Bucarest, que es elegida como capital del país. Hasta 1866, cuando es obligado a abdicar, el Príncipe Alexandru Ion Cuza se dedica a impulsar una serie de reformas de gran calado: en 1863 declara la desamortización de los bienes eclesiásticos (se calcula que ocupaban una cuarta parte del territorio de los principados); en 1864 se decreta el reparto de tierras de labranza entre los campesinos y se prepara una serie de leyes progresistas sobre la educación, por las que se fundan las Universidades (la de Bucarest se data en estos años), y se declara obligatoria la enseñanza primaria (aunque los problemas en las escuelas se agravarán en los siguientes años, como puso de manifiesto Eminescu en un informe que le envió al ministro Titu Maiorescu en 1875) y por último se ultima una nueva ley electoral, de tipo universal frente a la ponderada que estaba vigente, que beneficiaba a los boyardos, a los nobles boyardos. Estas reformas van a permitir la modernización de los principados y algunas de ellas se adelantan a las que se irán promulgando en otros países europeos; pero estas reformas también le costarán su cargo al primer gobernante de los Principados Rumanos. En la noche de 11 de febrero de 1866, un grupo de conspiradores entraron en el palacio y, bajo la amenaza de muerte, obligaron al Príncipe a firmar la abdicación y esa misma noche fue trasladado fuera de las fronteras del país. Vivió en Alemania hasta 1873, año de su muerte.

Se hace necesario la elección de un nuevo príncipe, y se buscan candidatos entre las casas reinantes de Europa. El elegido es Carol de Hohenzollern, de 27 años, perteneciente a una rama de la familia reinante de Prusia; el nuevo rey jura el cargo el día 10 de mayo de 1866. Al poco tiempo se redacta la Nueva Constitución de Rumanía, y es aprobada el 29 de junio. Los años siguientes serán testigos de las disputas en el poder entre liberales y conservadores, en donde estará involucrado directamente Eminescu, como tendremos ocasión de ver más adelante. La independencia de los Principados Rumanos está por llegar, y lo hará de la mano de un nuevo enfrentamiento entre turcos y rusos; los Principados Rumanos, que ansían la independencia del Imperio Otomano, se unirán a Rusia para apoyarla en su pretensión de extenderse hacia el oeste. El 11 de octubre de 1876, el príncipe Carol firma un acuerdo con el zar ruso por el cual se permite el paso de sus ejércitos por los territorios de Rumanía y, a cambio, los rusos garantizan la integridad del Principado. Los ejércitos zaristas cruzan el país y empiezan las hostilidades. El 9 de mayo de 1877 el Parlamento proclama la independencia de Rumanía. En un primer momento, los rusos avanzan con rapidez y sin encontrar resistencia, pero en junio se ven obligados a pedir ayuda al ejército rumano. En noviembre los turcos se rinden; en 1878, se firma el Tratado de Berlín, en el que todas las potencias reconocen la independencia de Rumanía, y Turquía devuelve Dobrogea; por su parte, Rusia se queda con tres departamentos de Besarabia, a pesar de las protestas rumanas. El camino a la independencia de Rumanía ha llegado a su fin en 1877; es el momento de comenzar a crear las instituciones que den cohesión a la unión política (ya que la cultural ya se habían vendo perfilando en los últimos siglos): en 1880 se crea el Banco Nacional; una año antes, La Sociedad Académica Rumana cambia su nombre por Academia Rumana, manteniendo sus tres secciones: científica, literaria e histórica. y los periódicos y las revistas literarias no dejan de multiplicarse: El universo, La verdad, La mañana, La voluntad nacional, El futuro, etc., que se unen a los circulaban durante estos años, como el conservador Timpul, al que nos referiremos en más de una ocasión.

Esta explosión de derechos políticos y de sueños que terminan por convertirse en realidad se acompañará de un movimiento cultural y literario, marcando una tendencia común a lo largo de todo el siglo XIX: la pluma y el escaño, la política y la literatura unidas para defender una determinada visión del presente, unos determinados ideales. Así sucederá con Eminescu –que los últimos años los vivirá en el ojo del huracán político desde la redacción del periódico conservador Timpul (“El tiempo”)-, así lo veremos con los protagonistas de la Revolución de 1848, y así también se repetirá a partir de los años 40, con la denominada Dacia Literară[8], que muestra como, antes que en la política, los diferentes principados rumanos están unidos por su cultura, su lengua y su literatura.

A partir de los años cuarenta del siglo XIX comienza la que se ha considerado como una de las primeras etapas de desarrollo de la literatura rumana culta. Lejos quedan los primeros escritos conservados en rumano: la carta escrita en 1521 por Neacşu de Cîmpulung, en la que, de manera confidencial, informa a Jean Benkner de una expedición militar que han comenzado los turcos[9], los códices rotacitantes del siglo XVI[10], o los impresos del diácono Coresi, los primeros que se hicieron en suelo rumano desde la ciudad de Braşov en Transilvania (desde 1559 hasta 1581)[11], así como las traducciones de textos religiosos o los poemas de Varlaam (como la Cazanie de 1643) o de Dosoftei (Psalteria în versuri, de 1673), sin olvidar las crónicas[12]. A partir de los años cuarenta del siglo XIX, los esfuerzos culturales estarán encaminados por un lado, a recuperar documentos, historias, leyendas, cuentos y demás representantes de la literatura popular, que muestren la riqueza y la antigüedad de la cultura rumana, y, por otro, a traducir y aclimatar los autores y los movimientos literarios que triunfan en Europa, en especial en Francia, que se había impuesto como referente cultural (y político) durante la centuria. De esta época, destaca una serie de escritores, al tiempo que revolucionarios y políticos, que terminan, en algunos casos, sus vidas en París, exiliados después de la Revolución de 1848. Entre todos rescatamos unos cuantos nombres: Mihail Kogălniceanu (1817-1891), líder del Partido Nacionalista, que se dedicará a rescatar y recopilar documentos y crónicas sobre la historia de los principados rumanos, y así demostrar la riqueza de su pasado, lleno de hechos gloriosos y de costumbres pintorescas, que sirvan de inspiración a otros tantos escritores sin tener que ir a beber a fuentes de otros países; Nicolae Bălcescu (1819-1852) que, por su parte, también defenderá la supremacía rumana frente a las culturas occidentales; lástima que una enfermedad que arrastraba desde la cárcel no le permitiera acabar su obra cumbre: Românii subt Mihai Vodă Viteazu (Los rumanos bajo Miguel Vaivoda el Valiente), que se deleita con uno de los momentos más gloriosos del pasado rumano; Alecu Russo (1819-1859) que volverá la vista al folklore, en donde quiere descubrir la voz del pueblo rumano, la voz grave y antigua de una cultura milenaria, que luego reflejará en sus libros de viajes y en sus obras, como Amintiri (Recuerdos) o Cugetări (Pensamientos); Dimitrie Bolintineanu (1819?-1872), el mayor representante del romanticismo rumano, gran admirador de la literatura francesa al tiempo que idealiza en sus obras a los personajes más heroicos del pasado rumano, como Miguel el Valiente o Esteban el Grande, sin olvidarse de la recopilación de cuentos populares; o Vasile Alecsandri (1821-1890), el primer gran poeta rumano, muy influido por la cultura francesa que conoció de primera mano gracias a su etapa de estudiante en París; pero como sucede con tantos otros escritores citados, este gusto por las modas literarias europeas no le aleja de la cultura rumana, a la que se acerca con recopilaciones de doinas, de baladas y de poesías populares a lo largo de su vida, así como en sus propias obras, tanto poéticas: Doine si Lăcrămioare (1835) o Pasteluri (1867-1868), como dramáticas. Muchos de estos escritores están vinculados a la Revolución de 1848, por lo que son conocidos por el nombre de paşoptişti[13], cuya larga nómina muestra la riqueza y la efervescencia de la literatura y la cultura rumanas en este periodo, cuando se ha librado del yugo de la cultura griega: los poetas Andrei Mureşan, C.A.Rosetti, los prosistas Alexandru Pelimon, Costache Negri, Ioan Voinescu, Dimitrie Ralet, George Sion; periodistas, profesores, filólogos como: George Bariţiu, Simion Bărnuţiu, Timotei Cipariu, Aaron Pumnul, etc[14].

            La segunda mitad del siglo XIX, por su parte, estará dominada por Junimea (La juventud), un grupo literario y político, de corte conservador[15], que se puede decir fundado hacia 1864 por algunos de los escritores y políticos llamados a protagonizar la vida pública rumana en los siguientes años: Titu Maiorescu, Th. Rosetti, P. P. Carp, Vasile Pogor y Iacob Negruzzi, entre otros, a los que años después se le unirán numerosos escritores, cuya nómina resulta abrumadora[16]. El 1 de marzo de 1867 se publica en Iaşi el primer número de Convorbiri Literare (Conversaciones Literarias), la revista de Junimea, en donde se darán a conocer numerosos poemas de Eminescu (véase Apéndice 2) así como diferentes textos y ensayos de otros autores de su época.

            Junimea será tanto un lugar de reunión literaria (las lecturas públicas y las críticas posteriores van a potenciar determinados modelos literarios) como una esfera de poder y de presión, que aumentará con la publicación desde Iaşi de Convorbiri Literare y del periódico Timpul, desde Bucarest. El éxito de su propuesta hay que buscarlo en una serie de elementos comunes que, a pesar de las enormes diferencias de talante de sus miembros, les une, y que tienen en la cultura germánica su referente: muchos de ellos han estudiado en colegios de educación alemana y realizado sus estudios universitarios en Berlín o Viena, y todos ellos se ven influidos por la filosofía idealista alemana (en especial por la de Schopenhauer); en el campo político, también será el universo germánico el punto de referencia, frente a Francia, el modelo de los liberales, y así se defenderá la adaptación de las instituciones frente a la importación, como deseaban los liberales para conseguir con rapidez la modernización de los Principados y que será criticado por Eminescu –miembro de Junimea- desde el periódico Timpul, como se aprecia en el siguiente fragmento de un artículo suyo fechado en 1881,

La cuestión fundamental para la historia y la evolución de este país es que el elemento rumano permanezca determinante, que modele el estado, que su lengua, sus tendencias honestas y generosas, su buen sentido, en una palabra, su genio permanezca también en el futuro como norma de la evolución y se introduzca en el desarrollo. Queremos un estado nacional y no un estado cosmopolita, no una América en el Danubio[17].

No ha de olvidarse que a partir de 1866 reina en los Principados Rumanos Carlos I, de una casa reinante prusiana, que apoyará a Junimea y a sus miembros, ya que verá con buenos ojos su defensa de la supremacía del espíritu alemán.

Pero su éxito, el mantenimiento de su éxito –no sin grandes debates y críticas entre los propios miembros de la sociedad[18]-, se debe también a la mediocre vida cultura rumana de estos años. En una carta que le envía Eminescu a Titu Maiorescu desde Iaşi el 15 de octubre de 1877, días antes de marchar para Bucarest para trabajar en el periódico Timpul, el mismo año de la proclamación de la independencia de los Principados Rumanos, el poeta dibuja una imagen de este momento, en donde la pluma de nuestro autor cae sobre sus contemporáneos con extrema acidez:

 

[...] Su carta me desalentó, aunque una escapada de Iaşi habría sido muy bienvenida, pues nada supera la limitación provincial de Iaşi, los juegos de intrigas arraigados en Junimea, el pomposo modo de discutir con el que la honorable sociedad recibe cualquier obra. Por el otro lado, tenemos que considerar que dicha sociedad es la única que muestra algún entendimiento en lo que se refiere a la producción literaria. Desde hace tiempo, dicho entendimiento se ha vuelto sumamente filisteo, mientras que el juicio crítico ha adquirido un carácter que no actúa como un estímulo en ninguna de sus tres formas. La primera forma, algo pequeño-burguesa, la de Jacques, Gane y otros es paralizante; la segunda, la escéptica que siempre se cree superior, la de Carp, que en el caso de Pogor se mezcla con insolencia, es deprimente; la tercera, superficial, la de Naum, Vârgolici y otras, está demasiado cerca de la incomprensión. En lo que me concierne, creo haber dado unos cuantos pasos hacia delante, aunque Junimea considera que los he dado hacia atrás. A pesar de todo ello, es una apreciación crítica que, verdadera o falsa, podría difícilmente esperarse de otra parte. En Bucarest parece que la política, elevada al rango de actividad espiritual, ha eclipsado desde hace tiempo a la literatura. En cualquier caso, la estrechez de la conciencia humana difícilmente podría abarcar al mismo tiempo dos direcciones, la política y la literaria. La coexistencia simultánea de las mismas en una misma conciencia es dañina para alguno de los dos campos de ideas o, incluso, para ambos[19].

 

            La cita resulta un poco extensa, pero en ella Eminescu despliega sus dotes de orador, en donde critica a un tiempo a los enemigos de Maiorescu y defiende al final algunas de las propuestas estéticas de su mentor, que éste había expuesto desde la tribuna privilegiada de Convorbiri Literare, como se aprecia en las siguientes: “La política es un producto exclusivo de la razón lógica, mientras que la poesía es y debe ser producto de la fantasía; una niega a la otra” o “la poesía perdida en la esfera de la ciencia y de la política resulta no entendible y en absoluto interesante para la mayoría de los contemporáneos y resulta totalmente perdida para las generaciones siguientes”[20]; y por otro lado, nos ofrece un testimonio de primera mano de la importancia que Junimea y sus diferentes actividades en el desarrollo de la literatura rumana de la segunda mitad del siglo XIX, en ese momento en donde no sólo se va a celebrar la unificación y la independencia de los Principados Rumanos, sino también se va a consolidar su lengua (escrita en alfabeto latino a partir de 1860) y su literatura.

Pero Eminescu no va a ser un poeta que vaya a separar política y literatura; todo lo contrario como se aprecia en algunos de los poemas publicados en 1884 y traducidos en el siguiente volumen, así como en otros de su época juvenil[21]; en este ambiente de euforia nacionalista, en el continuo enfrentamiento entre liberales y conservadores a la hora de configurar un modelo de nación –más afrancesada y cosmopolita los primero, más germanizada y nacionalista los segundos- hemos de situar la obra de Eminescu; una obra que, en sí, es también un arma para la defensa de una determinada forma de entender la literatura, la que Titu Maiorescu y muchos de los integrantes del grupo de Junimea van a consolidar. De este modo, no deben extrañar las referencias a los dacios, a Mircea el Viejo, a Draculea, a los grandes escritores rumanos en la obra de Eminescu, ni tampoco las críticas a los liberales, a los que ridiculiza perdiendo el tiempo hablando de virtudes en tabernas y lupanares parisinos. En su obra poética, Eminescu va a dar rienda suelta a su nacionalismo, como eco de la época que le ha tocado vivir, una época que vio reconocida la unificación y la independencia del pueblo rumano. En la “Carta III” [nº 61], Eminescu abre -¡una vez más!- su abanico de críticas contra los liberales, y en algunos artículos publicados en el periódico Timpul, por aquellos años se escuchan ecos de estos versos:

 

De la misma manera que al vestirnos, metemos el brazo en la manga de paño vienés y el pie en un calzado parisino, así hacemos también con los principios y con las ideas: las tomamos bellas y creadas de libros extranjeros, las tiramos sobre el papel en lengua de gallinas.

 

Le tocó vivir a Mihail Eminescu una de las época más trascendentales para la historia de Rumanía; y no fue Eminescu ejemplo del escritor, del poeta que Maiorescu había defendido en sus artículos, ese escritor encerrado en su torre, en ese tiempo de la literatura que vuela por encima del tiempo histórico, sino que lo vivió en primera persona, y su voz poética, gracias a su mentor y a la edición que preparó de sus poesías en 1884 (y que ahora se ofrecen por primera vez completas y en su orden al público español), se convirtió en esa voz de la nación rumana, que empieza a dar sus primeras pasos –unificada e independiente- en los últimos años del siglo XIX.

                                     

2. Perfiles de un autor: Mihail eminescu

 

Poesía y política unidas en la obra de Eminescu, literatura y periodismo unidos en la vida de Eminescu, a pesar de las recomendaciones recordadas de Maiorescu. El periódico y la política son descritos por el poeta con estas palabras, en una carta que le envía a su padre, Gheorge Eminovici[22], desde Bucarest el 18 de mazo de 1881:

 

Me alegró mucho recibir tu carta en verso y me entristeció igualmente saber por la misma que no te encuentras del todo bien. También a mí me han afectado esos fríos primaverales tan frecuentes en nuestro país. No he podido responderte enseguida, pues tuvo lugar lo de la proclamación del reino y en estas nuevas circunstancias los comerciantes de patrañas y palabrerías, es decir los periodistas, estamos ocupadísimos. Desearía de todo corazón poder ir a casa para veros, si pudiera encontrar a alguien de confianza que me reemplazara, pues este negocio, aparte de no dejar nada, ni siquiera te permite cerrar el tenderete uno o dos días y largarte, sino que, por el contrario, tienes que exprimirte la cabeza para encontrar alguna nueva mentira. Si puedo escaparme, querido papá, ya sea ahora o en verano, con seguridad iré a la casa[23].

           

            No es nuestro propósito en este apartado completar un acercamiento a la biografía de Eminescu (para lo que puede leerse la “Cronología” final), sino entreabrir diversos temas como una forma de dibujar algunos perfiles de nuestro autor que ayuden a la mejor comprensión de sus poesías.

            Eminescu dedicó toda su vida a trabajar sus textos literarios, y los diecisiete volúmenes de sus Obras completas dan buena fe de ello; y trabajó ya fuera volviendo una y otra vez a sus textos, puliéndolos, buscando una forma definitiva (como se aprecia en los comentarios genéticos del Apéndice 1), ya fuera experimentando con diferentes registros y géneros. Eminescu es considerado –con toda razón- el más grande de los poetas rumanos, pero también dedicó sus esfuerzos y su tiempo al teatro (su gran pasión, como se aprecia en sus dramas juveniles –algunos de ellos transformados en poesías-, en sus trabajos con varias compañías o en las crónicas de estrenos que publicó en diferentes periódicos, como en Timpul), a la novela y al cuento, algunos publicados en vida (el cuento El príncipe azul de la lágrima, en 1870 o la novela corta de carácter fantástico Sărmanul Dionis -El pobre Dionisio- de 1872), así como otras dejadas inéditas como Geniu pustiu (Genio solitario), que verá la luz en 1904, sin olvidar los innumerables artículos que escribió en varios periódicos, y en especial algunas series que se pudieron leer en Timpul, así como sus traducciones (de Kant, Nerval, Dumas, Baltasar Gracián, de Tucídides o una gramática paleo-eslava), y los estudios científicos y filológicos (como diccionarios de rimas).

            Pero entre todos ellos, se alza (casi nos atreveríamos a escribir) un aspecto que ha condicionado como ninguno otro la recepción de Eminescu a lo largo del siglo XX, la recepción de su imagen, y, por extensión, la de su obra: las circunstancias de su muerte, que le han colocado en la estela de algunos poetas románticos del XIX; joven, enfermo y solitario, son demasiados detalles para no dejar una determinada impronta en el imaginario colectivo. A los 33 años, en julio de 1883, cae enfermo Eminescu, cae irremediablemente enfermo, tal y como se anuncia, en una escueta nota, en el periódico Timpul, de Bucarest, en donde trabajaba de manera frenética desde 1877, como hemos tenido ocasión de vislumbrar en la carta que le ha enviado a su padre dos años antes:

 

Uno de los colaboradores de este periódico, Mihail Eminescu, ha cesado de formar parte de nuestra redacción, al haber caído enfermo de manera imprevista. En todo caso, deseamos que la ausencia de nuestro estimado colega sea muy breve.

 

            Eminescu no volverá jamás a la redacción del periódico. Los seis años que todavía le quedan de vida los pasará en hospitales, sanatorios y en cortos viajes por Italia y largas estancias en Botoşani, en casa de su hermana. Hay, en todo caso, un detalle en la escueta nota publicada que llama la atención: “de manera imprevista”, lo que no se corresponde, en absoluto, con la realidad, ya que, desde hace años, Eminescu arrastraba problemas de salud, por los que había solicitado, en más de una ocasión, su relevo en la redacción. Son años de grandes tensiones, años de trabajo agotador, años en los que es necesario luchar contracorriente, atacar y defenderse sin tregua, sin capacidad de descanso. Sus posiciones políticas y sociales –no lo olvidemos, desde el periódico conservador más influyente- le llevan a soportar numerosos ataques de una parte del ambiente periodístico, contra los que tiene que utilizar parte de su energía[24]. Estos años de esfuerzo son retratados, como nadie, por el propio poeta en una carta dirigida a un amigo de Iaşi a finales de 1882, y que multiplica la imagen que le había escrito a su padre un año antes:

 

Desde hace casi seis años, he tomado a mi cargo una vana fatiga; desde años me debato como en una espiral viciosa en este círculo, que es el único verdadero; desde hace años no tengo paz, no tengo aquel reposo sereno del que tendría necesidad para poder atender a otra cosa que a la política. Siento que no aguanto más, siento que me encuentro moralmente seco, que tendría necesidad de un largo, largo reposo para volver a encontrarme; y sin embargo, como el más humilde trabajador de una fábrica, un reposo semejante no puedo conseguirlo en ningún puesto y cerca de nadie. Estoy destrozado, no me reconozco en absoluto. Espero el telegrama Havas para volver a ponerme a escribir, naturalmente a escribir por trabajo.

 

Pero los problemas de salud de Eminescu no nacen en la redacción de Timpul (aunque el ritmo de vida frenético que lleva en Bucarest bien pudieron aumentarlos). En una carta que escribe a sus padres desde Viena, en donde se encontraba para seguir sus estudios universitarios, nos revela lo falso de ese “manera imprevista” que venimos comentando. En la carta, fechada al 10 de febrero de 1872, confiesa la causa de su silencio: una grave gripe que le ha tenido postrado en la cama por más de veinte días. Pero más allá de los detalles cotidianos, de la continua –e implorante- solicitud de dinero que nos dibuja la situación de miseria que sufrió en Viena y que pudo ver paliada–en parte- en Berlín gracias a una beca de Junimea, interesa destacar la opinión del médico que le ha tratado, que viene a mostrarnos –en toda su crudeza- los ataques de soledad y aislamiento que persiguieron al poeta durante toda su vida:

 

Nadie vino a verme, pues les había prohibido a todos venir; así que me quedé solo, presa de mis pensamientos y mis alucinaciones, que eran de todo menos serenos. El doctor me dijo que la principal causa de mi enfermedad era el aislamiento pleno en el que vivo y la sociedad y la gente que me rodean. Yo no creo que sea así. Es cierto que no voy a reuniones sino en contadas ocasiones, pero a veces, sin embargo, voy.

 

La enfermedad en julio de 1883 le va a apartar, para siempre, de la frenética vida –política y literaria- de la Rumanía de aquellos años. Una enfermedad tanto física como mental; de la mental se confiesa haberse recuperado en una carta que le envía a Alexandru Chibici Revneanu, compañero de estudios del poeta a principios de 1884, desde el sanatorio vienés de Ober-Döbling, donde había sido internado gracias a la intervención de algunos de sus amigos (muchos de ellos miembros de Junimea), pero no así de la física, que parece que tampoco vaya a superar con facilidad, teniendo en cuenta el régimen de hambre al que denuncia le someten[25]. En la carta se mezclan sus preocupaciones por el dinero (“¿Quién paga aquí por mí? ¿Quién cuida de mí?”[26]), con las de sus objetos personales y sus libros; pero al margen de todo ello, no dejan de estremecer sus primeras líneas, esas en las que deja constancia de su lucidez cuando habla de su enfermedad:

 

Querido Chibici,

No estoy, de ningún modo, en situación de darme cuenta de la terrible enfermedad por la que he pasado, ni del modo en que fui internado aquí en el hospicio de enfermos mentales. Tan sólo sé que la enfermedad mental ya me ha pasado, aunque de la física me encuentro aún muy mal. Estoy débil, mal alimentado y sumamente preocupado por un futuro que, sin duda, de ahora en adelante, será más inseguro que nunca para mí. [...] Sufro terriblemente, querido Chibici, por el golpe moral que me ha dado la enfermedad, un golpe irreparable que tendrá una mala influencia sobre el resto de la vida que me queda por vivir.

 

Un “golpe moral” que venía ya persiguiéndole en los últimos tiempos. En julio de 1883, más concretamente el 17 de julio, se celebraron en Iaşi una serie de actos para festejar la inauguración de una estatua dedicada a Esteban el Grande, con la asistencia de los recién nombrados reyes de Rumanía. Eminescu debía leer para la ocasión un poema (“Doina”, nº 51), pero no fue capaz de hacerlo en aquella ocasión (lo tuvo que dejar para una sesión de Junimea, en la que obtuvo un rotundo éxito). Y la historia de su decadencia sólo ha completado sus primeros capítulos.

Los años que median entre el comienzo (inexorable) de su enfermedad y su muerte en Bucarest, en el sanatorio del Doctor Şuţu, el 15 de junio de 1889, se llenará de nombres de varias ciudades y de varios sanatorios, de algún que otro empleo menor en la Biblioteca de Iaşi, y de algún que otro poema en Convorbiri Literare (que luego se añadirían a las reediciones de sus poesías). A margen de las crisis que padeció durante estos años, serán los problemas físicos los que salgan a la luz en las cartas que escribe[27], así como el dinero, ese dinero del que nunca gozó en vida, y los esfuerzos económicos que hacen sus amigos por sostenerle, por ayudarle. En una carta escrita al poeta Alexandru Vlahuţă, fechada el 26 de enero de 1887 en el Monasterio de Neamţ, contestación de otra en la que le comunicaba su idea de recaudar fondos para enviarle a un buen sanatorio de Viena, Eminescu dibuja su situación económica así como su pensamiento:

No puedes llegar a creer cuán odiosa me resulta esta especie de mendicidad, disfrazada bajo el título de suscripción pública, recompensa nacional, etc. etc. Es cierto que no tengo dinero, pero esto no es un motivo para extender el llanto y pedir en público. Te ruego, entonces, que desistas totalmente de tu plan, por muy bien intencionado que sea, de llevar a cabo una suscripción pública en mi favor. Quedan todavía otros medios más decorosos para ayudarme, siendo éste que me habéis propuesto el último al que yo quisiera recurrir.

Y aislado en su soledad, en su enfermedad, en su pobreza, el poeta se va consumiendo, y las crisis son cada vez más frecuentes, lo que le lleva a ser internado el 3 de febrero de 1889 en un hospital, para terminar meses después en la clínica para enfermos mentales del Doctor Alexandru Şuţu, en donde muere el 15 de junio, después de no haberse recuperado de las heridas que le ocasiona otro enfermo del sanatorio en mayo. Pero su poesía, de la mano de la edición de Titu Maiorescu en 1884 y de las continuas reediciones que se suceden en estos años, le han ido abriendo el camino para el reconocimiento, que le negaba su carácter (sólo hay que recordar sus palabras en la “Carta II” [nº 60]): el entierro se celebró dos días después, en el Cementerio Bellu, y el cortejo fúnebre estuvo presidido por algunas de las más altas instancias del nuevo estado rumano, como el primer ministro Lascăr Catargi. Se hace necesario, por tanto, alejar a Mihail Eminescu de la imagen romántica que ha ido convirtiendo su vida en un mito, el mito del poeta, del genio creador que termina en su juventud por enfermar de locura y abandonar el mundo que ni le comprende ni él es capaz de comprender; un mito que no permite apreciar en todo su esplendor las mil facetas del escritor rumano.

            Y si hay otro mito –necesario para ir construyendo esa imagen de poeta romántico tan del gusto de los editores- que acompaña a Eminescu es su amor por Verónica Micle, que le coloca en la estela de las pasiones desafortunadas que han ido llenando de sal las historias de la literatura. Como ha sucedido con tantos poetas, en la recepción de la figura de Eminescu se va a confundir el “yo” poético con el “yo” biográfico, y se ha leído como una biografía lo que no es más que literatura. Pero, además, como tendremos ocasión de analizar más adelante, esa imagen del enamorado que vive y muere por su amada, que es capaz de devolverle la vida (o de quitársela) con sólo un gesto, que permanece bajo su ventana a la espera de una mirada y que se siente el ser más feliz del mundo si es capaz de rozar su mano en un descuido, viene apoyada por la ordenación de los poemas de Eminescu en 1884, que es obra de su editor, Titu Maiorescu, y en la que el poeta no tuvo ninguna participación.

La revista Facla rescata en 1911 unas palabras del poeta, que muestran una imagen bien diferente a la que parecen deducirse de tantas historias de la literatura:

 

Aunque he estado muchas veces enamorado, a decir verdad, no he amado nunca. Me engañaba a mí mismo confundiendo el amor con el deseo de amar, es decir ese deseo de arrodillarse delante de una mujer hermosa, la que dibujaban mi imaginación y mis sentidos. Tal vez me parece que sí que haya amado una vez, pues en aquella ocasión sufrí mucho, probablemente porque la mujer a la que amaba no quiso saber nada del amor y de las esperanzas que nacieron en mi alma. ¿Qué es lo que había visto en aquella criatura? No lo sé, y tampoco quiero pensar en ello[28].

 

El amor traspasa como un rayo la poesía de Eminescu. Pero el amor no es el único motor de su poesía, ni mucho menos. Y nunca un amor en concreto. Como se aprecia en los comentarios genéticos del Apéndice 1, el poeta irá transformando versos, imágenes de sus poemas a medida que su idea del amor y de la pasión se vayan modificando, a medida que unos nombres de mujer entren a formar parte de su vida, y lo que pudo ser un poema nacido de una pasión juvenil (como la “Elena” que está en la base de “Mortua est!” [nº 23]), se convertirá en un canto a Verónica Micle; y así sucederá también al revés: lo que comienza siendo un poema amoroso de la época de Micle se transforma cuando conoce a Mite Kremnitz, cuñada de Maiorescu y una de las primeras traductoras de Eminescu al alemán. Y los nombre de las amadas del poeta aumenta con los de la joven actriz Eufrosina Popescu o con el de Cleopatra Poenaru.

            Sin ser la única, lo cierto es que Veronica Micle, la también poetisa Verónica Micle[29] sí que puede ser considerada el gran amor de su vida; y los condicionantes de su amor (ella estaba casada desde los 14 años con el profesor de Iaşi Ştefan Micle, treinta años mayor que ella) sí que pueden explicar imágenes que se multiplican y repiten en toda la obra poética de Eminescu... sólo hay que recordar el “Iubind în taina...” (“En secreto amé...” [nº 16]), al que volveremos más adelante. La pasión entre ambos, llena de complicaciones y de sinsabores, parecía estar llamada a un final feliz cuando el 6 de agosto de 1879 Ştefan Micle muere y con él, aparentemente, los obstáculos para materializar su amor. En la carta que Eminescu le envía entonces a la joven viuda da rienda suelta a su pasión, a las palabras de amor, tantas veces silenciadas, tantas veces ahogadas en las reuniones en Iaşi, en los escasos momentos de soledad:

 

            Mi dulce amiga,

Tú sabes que, si hay alguien que pueda valorar la gravedad de la pérdida que has sufrido, ese soy yo. De la posición segura y respetada en que vivías, te ves hoy, poco después de esta desventura, expuesta a imprevistos cambios que no es posible conocer, que un carácter tímido de mujer como tú eres no puede en ningún caso prever, y si la calma de un puerto seguro en la vida es la verdadera felicidad, tú al menos, si feliz no has sido, no has conocido el sufrimiento, ya que tiene su origen en las dificultades de la existencia. Has gozado de un apoyo que siempre has respetado como yo sé muy bien. Y si me permites hablar de mí, de aquella dolorosa pero profunda felicidad que el fugaz roce de tu mano, tu sonrisa, tu mirada han reflejado en una vida tan solitaria y ausente de alegrías como es la mía, en todo caso, no olvido que aquella felicidad me fue concedida entre las paredes de tu casa, de la suya.

Tú sabes, dulce y noble amiga, que en el sentimiento del que te hablo no hay nada de banal, nada que encuentre en común ni con la teoría del placer, a la que se inclina la muchedumbre de los que se dicen felices, ni con la normal exigencia de una juventud sana. Ni tu juventud, ni tu belleza, ni la virtud espiritual, ni las gracias físicas fueron la causa de aquel sentimiento que ha lanzado una sombra profunda sobre toda mi existencia. No me atrevo a darle un nombre ni nunca se lo he dado. A menudo existen leyes, enigmas matemáticos, que para solucionarlos sólo es necesario un dato. A menudo un complejo enredo de causas se suelta mediante una sola incógnita. Así mi existencia, extraña también hoy y para todos aquellos que me conocen, incomprensible, no tiene ningún sentido sin ti. No sé tampoco porqué tú eres parte integrante de todos mis pensamientos ni me preocupo de saberlo, porque a nada me serviría, pero existe entre tú y yo un lazo inexplicable; si no entre tu vida y la mía, sí entre mi vida y todo lo que te concierne, entre yo y tu presencia viva sobre la tierra.

Verónica, es la primera vez que te escribo llamándote por tu nombre y que me atrevo a extender tu nombre por el papel, no querría decírtelo, pero tú no sabes, no puedes saber cuánto te he amado, cuánto te amo. A tal punto que me sería mucho más fácil comprender un mundo sin sol, que a mí mismo sin mi amor por ti.

 

            Y Verónica le escribe unos días después anunciándole que le ha llegado su “certificado de matrimonio” para así poder realizar los trámites para la pensión, pero que quiere ir a Bucarest para estar a su lado. Se habla de matrimonio, pero lo desaconseja Maiorescu: ni Eminescu, poeta y periodista pobre, podría costear el alto nivel de vida de su amada ni mantener a sus dos hijos; ni tampoco ella –con sus enamoramientos y desenamoramientos, sus caprichos, su carácter nervioso- le podría ofrecer la tranquilidad que el poeta necesitaba. Desde 1880 la relación se deteriora, y parece ser que no dura realmente más tiempo, aunque formalmente hasta 1882 permanezcan juntos. En el ms. 2255 de la Academia Rumana, en los fols. 316 y 317, se ha conservado la copia manuscrita de una carta que le escribe el poeta a la que ha sido su gran amor, que grita (mas que dice) el gran abismo que se ha levantado entre ellos:

 

Señora,

Hace mucho que desempeño un papel indigno para mí mismo y digno de los sentimientos que tuve por usted, pues espero ya no tenerlos. Mientras permaneció lejos, tuve tiempo de reflexionar sobre mi estado y lo encuentro inaguantable.

Llevo dos años, señora, sin poder trabajar nada y persiguiendo como un idiota una esperanza - no sólo vana, sino también desmerecedora. Ya que, de verdad, ¿qué podría esperar? Ahora por primera vez me has hablado claro, y eso sin decirme ni una palabra, sin escribirme ni una letra... Pues se ve que en el monasterio ya no le hace falta un manto, como le hacía en Iaşi, ya no le hace falta una persona que unos u otros presupongan que quiere, mientras que, en realidad usted quiere a quién sabe quién. Sé muchas cosas sobre usted, yo, que hasta venir a esta maldita tierra, tenía el alma limpia y la mente sana.

 

            La mujer, la mujer-ángel que resulta una presencia tan habitual en la poesía de Eminescu, también puede convertirse en un demonio (sólo hay que recordar “Venus y Madona” [nº 15] o “Ángel de la guarda” [nº 32]). Y de ahí, estamos a un paso de la misoginia, tan presente en los últimos poemas de Eminescu, como silenciada en la elección de los poemas y de las últimas versiones por Maiorescu en 1884, y en las reediciones posteriores. No hay que olvidar que en la base del pensamiento (y de la biografía) de nuestro autor se encuentra siempre el pesimismo vital; el amor (unido al deseo) se convierte en el único mecanismo para poder trascender este pesimismo personal, para poder trascender la naturaleza humana, y alzarse hasta la divinidad, hasta la felicidad. Pero la misma formulación de este amor salvador es el principio de la tragedia, de la decepción, que arrastra de nuevo al hombre al pesimismo (y ahora mucho más allá, ya que no tiene ninguna otra esperanza). El amor perfecto, ese amor purificador sólo llegará con la muerte, con lo que el círculo se cierra una vez más. Desde esta perspectiva han de leerse los poemas de amor dedicados a Verónica Micle, así como a otras de sus amadas: como el deseo de realizar un sueño... que terminará en decepción. Poemas llenos de ángeles, de demonios, de seres que no son de este mundo, como el propio Hiperión. La mujer, poco a poco, irá encarnando en la poesía de Eminescu esa imposibilidad amorosa, la demostración de esa imposibilidad: del primer ángel se llegará al demonio, a Dalila, a la Venus corrompida. De ahí, que frente a la imagen –idealizada en la elección de los textos por parte de Maiorescu- de la mujer, Eminescu ofrezca otros matices en sus últimas poesías, como así sucede con la „Carta V”, que se publicó en el número XXIII, 11 del 1 de febrero de 1890 de Convorbiri Literare, aunque sus primeros borradores se datan de 1881. La última de las cartas del poeta termina con estos versos:

 

Así pues, cuando lleno de sueños, persigues a alguna dama

cuando la luna, escudo dorado, destella por el sendero

y mancha la sombra verde con sus fantásticas líneas:

no te olvides, la dama tiene mente corta y faldas largas.

Te embriagas de la magia de un bello sueño de verano,

que sucede dentro de ti... pero intenta preguntárselo,

y te hablará de ribetes, de volantes y de modas,

mientras que tu corazón late al ritmo de una oda...

Si ves piedra que no siente ni dolor ni compasión,

si tienes corazón y mente - ¡huye, pues es Dalila!

 

Versos que nos muestran nuevos matices, nuevos caminos recorridos por un poeta que, con treinta y tres años, va a dejar escrito una de las obras poéticas más ricas y coherentes de toda la literatura mundial, la mejor que se había escrito en rumano hasta el momento. Y esta visión ya la tenían algunos de sus contemporáneos. Así comienza y acaba el largo artículo que Titu Maiorescu dedica a la poesía de Eminescu en 1889 (“Eminescu şi poeziile lui” “Eminescu y su poesía”)[30], que ha puesto las bases para la comprensión de su obra hasta nuestros días:

 

La joven generación rumana está hoy bajo la influencia de la obra poética de Eminescu. Sería por lo tanto conveniente que comprendiéramos la parte característica de esa obra y que intentáramos, al mismo tiempo, fijar la individualidad del ser humano que ha personificado en sí mismo, con tanta brillantez, la última fase de la poesía rumana de nuestros días. [...]

 

Este ha sido Eminescu, ésta es su obra. Por lo que se puede prever, la poesía rumana que inaugura el siglo XX bajo los auspicios de su genio, y la forma de la lengua nacional, que encontró en el poeta Eminescu su más bella realización hasta hoy, será el punto de partida para todo el desarrollo futuro del fundamento del pensamiento rumano.

 

3. Perfiles de una edición: Bucarest, 1884[31]

 

En enero de 1884 se puso a la venta en Bucarest un libro con el título Poesii de Mihail Eminescu (Poesías de Mihail Eminescu), publicado por la editorial Editura Librăriei Socecu & Comp. 307 páginas que recogían, por primera vez en un volumen, 64 composiciones poéticas de uno de los escritores más admirados y criticados (dependiendo del lugar en que situemos los comentarios) de aquella época. Desde diciembre de 1883 y primeros días de enero de 1884, ya se venía anunciando la publicación del libro[32], y en diciembre y en Bucarest data Titu Maiorescu el pequeño prólogo que acompañará a esta edición, que reproducimos íntegro a continuación:

 

Esta colección abarca todos los poemas de Eminescu publicados en Convorbiri Literare desde hace unos 12 años hasta hoy, y también los que hasta ahora habían quedado sólo en manuscritos o en posesión de algunas personas particulares.

La publicación se hace en ausencia del poeta, que se encuentra fuera del país. Pero él siempre se ha mostrado demasiado ajeno e indiferente sobre el destino de sus trabajos como para poder convencerle de que completara él mismo una colección de estas características, a pesar de las insistencias de sus amigos literarios. Los poemas, tal y como se presentan en las páginas siguientes, no están revisados por Eminescu y, por consiguiente, faltan las correcciones que él iba a realizar, por lo menos en los antiguos (Venus y Madona, Mortua est, Egipto, Por la noche, Ángel de la guarda, Emperador y proletarios, La oración de un dacio, Ángel y demonio).

Si a pesar de todo he publicado estos poemas, junto con el resto, tal y como están, lo he hecho por un sentimiento de deber literario. Es necesario que fueran más accesibles a los amantes de nuestra literatura todos los trabajos poéticos, incluso los de sus inicios, de un autor dotado del talento de encarnar su profundo sentir y el pensar más elevado en una belleza de formas, bajo cuyo encanto la lengua rumana parece recibir nueva vida.

 

            El éxito no se hizo esperar: en siete semanas se habían vendido más de 700 ejemplares, como le indica Titu Maiorescu en una carta a nuestro poeta. Al año, siguiente, se pone a la venta una segunda edición (a la que sólo se añade una fe de erratas), y en los años sucesivos las reediciones serán constantes y en algunas de ellas se van a incorporar los poemas que Eminescu publicará en algunas revistas antes de su muerte[33].

            Eminescu no participó personalmente en la edición de su poesía; en este momento estaba internado en el sanatorio vienés de Ober Döbling; y no debió de estar de acuerdo con el resultado final, a tenor de su reacción, que recuerda Diaconu en su prefacio a nuestra traducción: arroja al suelo el ejemplar que le entrega su editor en unarápida visita a Viena[34]. En una carta que le envía Maiorescu, en contestación a la que había escrito Eminescu a Alexandru Chibici Revneanu en enero de 1884 desde el sanatorio en donde estaba confinado, le anuncia el éxito –que ha sorprendido a todos- que ha tenido su libro y le abre las puertas para que modifique todo lo que considere necesario en la siguientes reediciones:

 

Debe saber también que el volumen de poemas [que] publicó Socec, según mi consejo, en diciembre del año pasado, tuvo un grandísimo éxito, así que Socec está todavía asombrado. En las 7 semanas que han pasado desde su publicación se han vendido 700 ejemplares; la edición cuenta con mil, por lo tanto ya tiene que ir pensando en la segunda edición, que se necesitará por el otoño, y en la cual podrá hacer todas las correcciones que estime necesarias. Sus poemas son hoy leídos por todas las señoras, desde la corte hasta el arrabal de Tirchileşti, y a su regreso al país se encontrará siendo el escritor más popular de Rumanía... «Was ich mir dafor Koofe!»! así están las cosas, pero no están mal, cuando te sientes recibido con tanto calor por tus compatriotas[35].

 

El hecho de que las siguientes reediciones mantuvieran las lecturas de la primera, y que los únicos cambios que se lleven a cabo serán la corrección de erratas y la incorporación de nuevos poemas publicados por Eminescu en la revista Convorbiri Literare, permite pensar que el poeta se desentendió de la edición de su obra durante los seis años que todavía le quedaban de vida, a pesar de la enorme fama (acompañado de su trágica enfermedad) que estaba obteniendo en aquel tiempo.

En su escueta introducción, Titu Maiorescu ofrece informaciones muy interesantes sobre la primera edición de 1884; aunque más curiosas resultan las que omite en este momento. Los poemas que forman parte de este libro proceden, en su mayoría, de la revista Convorbiri Literare, publicados desde 1870 hasta el mismo 1883; revista, como se ha visto, vinculada a Junimea y controlada por Maiorescu. Pero no sólo: hay también poemas que proceden de la revista Familia (de 1875 y de 1883), así como del Almanachulu Societăţii Academice Socialu- Literare «România- Jună» de Viena, donde vio, por primera vez, la luz „El lucero” [nº 63]. Los poemas publicados por el autor en Familia antes de 1870 serán marginados de esta primera edición. ¿Consideraba Eminescu que su carrera como poeta maduro comenzaba con el primer poema enviado a Convorbiri Literare, „Venús y Madona”, o, lo que parece más lógico, se trata de una decisión arbitraria de Maiorescu?

            Por otro lado, el mismo editor confiesa que muchos de estos poemas –en especial los más antiguos- no están revisados por el autor, lo que, conociendo un poco el modo de trabajo de Eminescu, hubiera sido inevitable en el caso de haber pensado en una nueva publicación de los mismos, en forma de libro

            Pero además de estos poemas publicados, se han incorporado otros veinte inéditos, que poseía el mismo Maiorescu, o personas muy cercanas a él, como Verónica Micle, con los problemas textuales que analizaremos más adelante. En este sentido, en la edición de Maiorescu de 1884 –que puso las bases del primer ámbito de recepción de la poesía de Eminescu como una unidad textual hasta bien entrado el siglo XX- se consumaron cuatro tipos de intervenciones que, de alguna manera, han condicionado la recepción de la obra poética de nuestro poeta:

 

  1. Elección de los poemas: Maiorescu no publica „todos” los poemas publicados en vida de Eminescu, dejando a un lado, no sólo los que son anteriores a la publicación de „Venús y Madona” en 1870, sino también algunos poemas posteriores que vieron la luz en Convorbiri Literare (véase Apéndice 2).
  2. Nueva ordenación, más allá de un criterio cronológico, que es el seguido por los editores modernos de la obra desde Perpessicius (y es también el utilizado por los traductores al español que se han acercado con anterioridad a la obra poética de Eminescu).
  3. Cambios textuales y de puntuación. En algunos casos, se trata de un cambio de una palabra que se considera errónea, o de cambios textuales que no quieren difundirse dentro de la imagen que se quiere ofrecer del poeta que estaba llamado a ser el poeta del pueblo rumano. En algunas ocasiones, se suprimen estrofas –en especial de los poemas inéditos- en las que Eminescu ataca a las mujeres y ofrece su misoginia en todo su esplendor, y que hemos rescatado en el Apéndice 1, en los comentarios de crítica genética.
  4. La elección de las versiones definitivas en el caso de los poemas inéditos, en donde, en ocasiones, una forma preliminar y no la última ha terminado por convertirse en el „textus receptus” del poema.

 

De este modo, en la producción poética de Eminescu es posible descubrir varios motores y varios centros, que, de manera inevitable, influyen en la comprensión final de su poesía: por un lado, el motor creador, que se extiende desde sus primeros borradores hasta las últimas correcciones antes de su publicación; correcciones que irán „actualizando” los versos y las imágenes a los nuevos condicionantes –personales, amorosos, políticos...- de cada momento; por otro, un motor editorial, que le lleva a retomar textos anteriores para su publicación en un momento determinado, o para su difusión por medio de las lecturas públicas que se organizan desde Junimea; en este sentido, no ha de olvidarse, cómo la poesía es entendida por Eminescu también como un arma política, como pone de manifiesto la serie de las „Cartas” que publicó durante 1881 en la revista Convorbiri Literare. Y por último, el motor de difusión de su obra, al que, siguiendo las palabras del prefacio de Maiorescu, no le prestaba Eminescu mucha atención, y que se convertirá en uno de los más productivos, después de que Maiorescu tomara a su cargo la difusión de su obra en 1884.

De este modo, en la difusión final de la obra de Eminescu se consuma una curiosa paradoja: uno de los escritores que más trabajaron en su vida por la forma final de sus textos, por la „versión definitiva” que quería que llegara a sus lectores, como se aprecia en algunas de las cartas que le envía a Iacob Negruzzi, director de Convorbiri Literare, o en los 15.000 folios manuscritos que Maiorescu entregó a la Academia Rumana en 1902, se encuentra totalmente ajeno a la „versión definitiva” de sus textos poéticos en forma de libro, ese que, en parte, le convirtió en el mayor poeta rumano de todos los tiempos. Y en este itinerario y motores es necesario rescatar la figura del editor, de Titu Maiorescu, y acercarnos –aunque sea con dos o tres brochazos- a algunas de sus intervenciones textuales, a las que nos parecen más trascendentales, para así comprender en algunos de sus matices el perfil real de la edición de 1884, que es la que aquí se ofrece al lector en español.

 

a) Un nuevo orden, un nuevo pensamiento

 

            Nada indica Titu Maiorescu sobre el criterio que le movió a ordenar de una manera precia –al margen de la cronología- los poemas en la edición de 1884; pero, al analizarlos, encontramos la defensa de un determinado pensamiento poético que hace de la edición de 1884 algo más que una simple antología, una simple colección de algunos poemas publicados e inéditos de Eminescu recogidos por un amigo suyo (que le admira, no lo olvidemos), que se siente justificado por una deuda moral con el pueblo rumano, tal y como parece confesar en el prólogo antes citado.

            Hacia 1881 se data el ms. 2277. Al inicio de este testimonio manuscrito, que conserva copiadas a limpio una serie de poesías amorosas, ha escrito de su puño y letra Eminescu el siguiente texto: „Lumină de lună. Poezii > Versuri lirice”, lo que ha hecho pensar a la crítica en un posible libro de poemas en que estaría trabajando el poeta en estos momentos, teoría que parece que se apoya además en una serie de comentarios escritos por aquí y por allá en cartas enviadas a Verónica Micle en este mismo periodo. Pero el título y el proyecto permanecen en el terreno de las hipótesis; lo que sí que es cierto, por el contrario, es que, cuando Eminescu envía conjuntos de poemas a las diferentes revistas –especialmente a Convorbiri Literare- subyace en ellos una determinada unidad textual. Por otro lado, en las cartas que acompaña el envío a sus poemas al director de la revista, Iacob Negruzzi, pasará de describir sus poemas como „pequeñeces”[36] a manifestar que no se modifique nada en el texto, y que se publique, en la medida de lo posible, sin erratas[37]. Todo ello nos muestra una clara conciencia de autoría por parte de Eminescu, que no se verá reflejado en la primera publicación de sus poemas en forma de libro, de ahí la importancia de Maiorescu en la recepción coetánea de su obra poética.

            En seis ocasiones Eminescu enviará un conjunto de poemasa la revista Convorbiri Literare para que se publiquen juntos, ofreciendo una determinada unidad textual, o, como tal, así lo podríamos leer:

 

fecha

revista

título

ed. 1884

1

1871 (15 de junio)

Convorbiri Literare (V, 8)

Noaptea...

24

Înger de pază

32

2

1876 (1 de febrero)

Convorbiri Literare

(X, 6)

Melancolie

6

Crăiasa din poveşti

12

Lacul

28

Dorinţa

22

3

1878 (1 de marzo)

Convorbiri Literare

(XII, 1)

Singurătate

1

Departe sunt de tine..

43

Povestea teiului

35

Povestea codrului

38

4

1879 (1 de febrero)

Convorbiri Literare (XII)

Pajul Cupidon..

4

Pe aceeaşi ulicioară...

8

O, rămâi...

10

5

1879 (1 de septiembre) Convorbiri Literare (XIII, 6)

Atât de fragedă...

33

De câte ori, iubito...

9

Rugăciunea unui dac

7

6

1879 (1 de octubre) Convorbiri Literare (XIII, 7) Sonet (Afară-i toamnă, frunză-mprăştiată

17

Sonet (Sunt ani la mijloc...)

18

Sonet (când însuşi glasul gândurilor tace)

19

Despărţire

11

Freamăt de codru

44

Revedere

49

 

A estos, habría que sumar la serie de “Cartas” publicadas en números seguidos de Convorbiri Literare durante los meses de abril y septiembre de 1881, y la serie de poesías que la revista Familia publicó desde el 24 de abril hasta el 13 de noviembre de 1883. En este sentido, dos van a ser las intervenciones de Maiorescu: por un lado, sólo los sonetos (nos 17, 18 y 19) van a mantener el orden en la edición de 1884 frente a lo que había decidido Eminescu cuando los publicó; y por otro lado, se van a suprimir algunos poemas de los publicados, como “Foaia veştedă” (“La hoja seca”), que se dio a conocer también junto a los poemas del 1 de octubre de 1879, quizás por tratarse de una recreación de un poema de Lenau, como se indica en el propio título.

El cambio del orden de los poemas puede dar lugar a una serie de cambios en la interpretación de los textos, ya que el poema en un libro se llena de sentido dentro de una estructura más compleja de pensamiento, que es el poemario. Algunos de estos cambios que van de la unidad textual ideada por Eminescu en sus publicaciones en vida, y la nueva unidad textual de la edición de 1884 ideada por Maiorescu, se irán comentando en los análisis genéticos del Apéndice 1. Recordemos, ahora, un solo ejemplo; Melancolía [nº 6] acaba con una pregunta:

 

Cine-i acel ce-mi spune povestea pe de rost

De-mi ţin la el urechea - şi râd de câte-ascult

Ca de dureri străine?... Parc-am murit de mult.[38]

 

Esta pregunta que queda sin contestación en la ordenación textual de 1876, y que daba paso a un poema de tema folclórico, como es el de “La princesa de los cuentos” [nº 12], ahora, en la edición de 1884, se ha situado detrás del poema “Ce te legeni...” (“¿Por qué razón te meces...”), en donde el poeta dialoga con el bosque. Y así la pregunta del poema siguiente parece que en la conversación, en las palabras del bosque (el emperador, el protector, el hermano de los rumanos) tiene su respuesta. Bosque y poeta unidos en una misma pasión, en una misma desesperación, en un mismo inevitable paso del tiempo.

¿Existe un hilo conductor en la nueva ordenación de los poemas de Eminescu en la edición de 1884? Seguramente sí. Un solo hilo para Maiorescu, un solo hilo con la intención de ofrecer una determinada visión de la poesía de Eminescu, esa visión que le permite defender cómo a partir de sus versos “la lengua rumana parece recibir nueva vida”. Más difícil es rescatar ese único hilo conductor desde el presente. No es casual que el libro comience con el poema “Soledad” ni que acabe con una respuesta a los posibles críticos de la obra: “A mis críticos”, como tampoco lo es que “El lucero”, las “Cartas”, y algunos de los poemas más filosóficos, más complejos en su estructura se hayan recogido al final del poemario (como “Epígonos”, “Almas en pena” o “Calin”). Más que una historia de amor, más que el paso de una historia amorosa que comienza con una serie de poemas que parecen cantar una relación gozosa (a pesar de no saber nunca si nos movemos en el mundo de la realidad o del deseo) para terminar con los poemas más trágicos y dolorosos, parece potenciarse un fluir entre el amor y el desamor para volver a comenzar una y otra vez, aumentando la sensación de continuidad y de coherencia poética, que se ha defendido como una de las características más sobresalientes de la obra de Eminescu. Este itinerario amoroso parece que es el que triunfa en un primer momento. Recordemos que en la carta que Maiorescu envía al poeta en 1884 anunciándole el éxito de su libro, a la que ya hemos hecho relación, especifica los lectores más entusiastas de su poesía: “las señoras, desde la corte al arrabal de Tirchileşti”.

En los poemas publicados no incluidos en la edición de 1884 y en las decenas de los que quedaron sin editar en vida, aparecen otros matices y otros tonos que enriquecen la poesía de Eminescu, pero que lo alejan de esa visión –de un (falso) romanticismo tardío- del poeta enamorado, del poeta paseando por delante de la ventana de la amada, del poeta sentado en su sillón, ante la chimenea, esperando –ansioso, desesperado- que la puerta se abra y que la mujer-ángel venga a salvarle en un segundo de felicidad de una eternidad de sufrimiento.

            Pero, al margen de las diferentes líneas argumentales que podamos identificar en la nueva ordenación de los poemas de Eminescu consumada por Maiorescu en su edición de 1884 –todas ellas hipotéticas ya que nacen más de la interpretación que de la deducción de datos objetivos-, lo cierto es que rompen completamente, en la mayoría de los casos, las ideadas por Eminescu en sus publicaciones anteriores, y le otorgan un nuevo sentido. Por este motivo, para la comprensión de la poesía de Eminescu, de su recepción coetánea, será necesario conjugar el estudio de las primeras unidades textuales ideadas por el autor (y publicadas en su vida) con la nueva ideada por Maiorescu en 1884, y que constituyó el „textus receptus” de la poesía de Eminescu, la que triunfó desde finales del siglo XIX, y la que le convirtió en el poeta universal que hoy conocemos y admiramos.

 

b) Las versiones definitivas

 

Como ya hemos tenido ocasión de indicar en varias ocasiones, la intervención textual de Titu Maiorescu no se limita a una nueva ordenación de los poemas, a una nueva interpretación del pensamiento de Eminescu, para convertirle en voz del alma rumana, en imagen de un poeta romántico sometido a los crueles designios del amor. Como se ha indicado, y como se indica en los comentarios de crítica genética del Apéndice 1, en su gran mayoría Titu Maiorescu va a incluir en la edición de Poesías de 1884 aquellos poemas que Eminescu había publicado en diferentes revistas en los últimos diez años: Familia y Convorbiri Literare, a los que se suman veinte composiciones inéditas que se leerán impresas por primera vez en esta edición. ¿Cuál es el criterio textual que Maiorescu usará para elegir una versión u otra, dado que Eminescu no participó, como sabemos, en la elaboración de su libro? ¿Acaso la última versión sancionada por el poeta? Pero ¿en qué modo se concreta esta “última versión” dado el modo de corrección continua, de revisión permanente al que sometía sus composiciones antes de su publicación? Lo cierto es que la edición de Maiorescu ha transformado –por su autoridad y éxito- algunas versiones preliminares en definitivas... ¿Elección debida al desconocimiento de estas nuevas versiones por parte de Maiorescu? ¿O elección debida a una clara intención ideológica del editor? Veamos un ejemplo, un ejemplo de uno de los poemas del presente libro: nº 16: “Iubind în taină” (“En secreto amé”), para comprobar (una vez más) el tamiz editorial que se ha impuesto en la lectura de la poesía de Eminescu desde sus orígenes editoriales.

El poema se ha conservado en una primera versión (=A), fechada entre 1875 y 1876 (ms. 2288, fol. 6r), cuando el poeta se encuentra en Iaşi, viviendo “en secreto” su pasión amorosa por Verónica Micle. De esta primera escritura, proceden dos versiones (B1 y B2), realizadas en momentos diferentes, con sus particulares condicionantes; y de la primera de ésta (B1), otras dos (C y D), como se aprecia en el siguiente cuadro genealógico:

 

 

 

 

 

A= 1875-1876

(ms. 2288, fol. 6)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

B1=1876

(ms. 2306, fol. 9)

 

 

B2=1878

(ms. 2261, fol. 142)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

C=1876

(ms. 2281, fol. 72)

 

D=1878

(ms. 2261, fol. 141v)

 

 

 

 

            La versión que publicará Maiorescu en 1884 será la que presenta el ms. 2281 (la versión C), copiada con una limpia caligrafía, y que se fecha en momentos muy cercanos a los de la versión B1. Y esta versión, la que se escribe y se retoca en Iaşi es la que se ha convertido en la versión definitiva del poema, cuando el tono y los matices de las reescrituras de 1878 (B2 y D), quizás merecerían esta consideración, ya que están reelaborados –como tantas otras composiciones del poeta- durante su estancia en Bucarest, con los cambios biográficos, literarios y políticos por todos conocidos.

            La primera versión del poema deja traslucir ya lo que será la estructura final del poema, ese deseo final, que se va a mantener inalterable en todas las versiones: “vin la sînu-mi!” („¡ven a mi pecho!”). Pero lo que en la primera versión es un cúmulo de exclamaciones y de descripciones, se llenará de matices en las continuas reelaboraciones.

            Vayamos por partes, y antes de llegar a las versiones C de 1876 (elegida por Maiorescu) y D de 1878, veamos los cambios que se introducen en B1 y B2, frente a su modelo común A. La versión B2, a pesar de presentar en apariencia mas variantes frente a A, mantiene el espiritu de la primera versión con más exactitud que B1, más cercana en el tiempo pero más alejada de sentido. En B2, se puede apreciar un modo habitual de cambios en el taller poético de Eminescu: la transformación del primer hemistiquio de los versos, conservando la rima final, sólo hay que comparar la primera estrofa de ambas versiones:

 

A

B2

Iubind în taină mi-am impus tăcere

Gândind tăcerea că îţi place ţie

In ochii tăi citeam cu bucurie

Un blând răspuns la ceea ce voiu cere[39]

Iubind în taină, am păzit tăcere

Ştiind că astfel o să-ţi placă ţie

Vorbeam cu ochii şi cu bucurie

Citeam răspunsuri dulci la ce voiu cere[40]

 

            Y este mantenimiento del espíritu se aprecia, sobre todo, en la segunda estrofa, que en B2 va a permanecer casi sin cambios (al margen de unas variantes iniciales en los vv. 7 y 8), mientras que en B1 se transformará casi por completo, pasando del „deseo” al „dor”, y de la descripción (el desgarro que produce el deseo vivo pero no consumado) al deseo (respirar, ahogarse o abrazar a la amada), que viene a justificar mejor la exclamación final del poema:

 

B1

B2

Dar nu mai pot. A dorului tărie

Cuvinte dă l'a ochilor mistere

Vreau să respir duioasa 'nvăpăiere

Acelui suflet care doru-mi ştie[41]

Dar nu mai pot să tac. Dorinţa vie

De a culege pe-a ta buză miere

De-a respira duioasa 'nvăpăiere

A sufletului tău ah mă sfâşie.[42]

 

            La versión C, tal y como la eligió Maiorescu, mantiene el espíritu de estas primeras versiones, de la versión inicial (A) y de la versión B1: la queja se sigue dirigiendo a esa “copila mea cu lungi şi blonde plete” del v. 11, en donde por primera vez aparece el posesivo “mea”, y el final feliz sólo se desencadena en las últimas palabras del verso final. Y ese deseo parece la antesala de un nuevo mundo, de una nueva vida, en donde los silencios no se conviertan en torturas ni las bocas se quemen, ni en los ojos febriles se aprecie en todo momento el dolor del amante. Al estar situado al inicio de un conjunto de sonetos amorosos[43], parece una isla de optimismo dentro de un conjunto trágico, que terminará con la profecía de las Sibilas: “Nu-nvie morţii - e-n zadar, copile” (“No resucitan los muertos. ¡Es en vano, niño!”) del poema Venecia [nº 21]. Hay en C una variante nueva que parece llenar de optimismo el poema, una variante que parece un grito, y que no aparece en ninguno de los otros testimonios: ese “Fă un sfârşit durerii” (“Pon fin a mi dolor”) del último verso, que viene a sustituir la siguiente lectura de B1: “Cu braţu 'ntins te chem” („Con el brazo extendido te llamo”)[44]. Por su parte, la última versión del soneto, la que se ha conservado en el folio 141v del ms. 2261, fechada hacia 1878, dos años después de la versión C, la elegida por Maiorescu para publicar en 1884, ofrece un matiz nuevo, un matiz que llena de „olvidos” y, nos atreveríamos a decir, de reproches el poema. La versión D ofrece el siguiente texto:

 

Iubind în taină, am păzit tăcere

Ştiind că astfel o să-ţi placă, ţie

In ochii tăi citeam cu lăcomie

Cruzime dulce, stranie plăcere.

 

Dar nu mai pot. .. A dorului tărie

Cuvinte dă duioaselor mistere

A respirării tale 'nvăpăiere,

Să te cuprind în braţe mă îmbie

 

Nu vezi că ochii mei îmi ard de sete

Nu prelungi nendurătoare chinu-mi

C'un zîmbet faci durerea mea să 'ncete

 

Cu o privire tu înneci suspinu-mi

In rîul vecinicei uitări — în Lethe, —

Desfă a tale mâni şi vin la sînu-mi.[45]                                                    

 

            Los cambios, frente al resto de la tradición textual y no sólo en relación a C, se van a consumar en los últimos tercetos. No sólo aparece por primera vez Leteo, el río del olvido en el infierno clásico, con tantas resonancias románticas, que hará olvidar al poeta el tiempo de sufrimiento, sino que el grito esperanzador que hemos creído leer en la versión C, y que se amplía en la ordenación nueva de Maiorescu en 1884, ahora parece haberse convertido en una petición lastimera, en una súplica, como aparece en el v. 10: “nos prolongues...”. Y esta súplica, estos nuevos versos (vv. 10 y 11), nuevos en toda la tradición textual del poema, vienen a darle otro sentido a ese “Dar nu mai pot” del v. 5. El cambio frente a B1, su modelo, no ha sido, como sí sucederá con C, el del ultimo verso, el transformar el gesto de brazos o manos en un grito, sino en los versos anteriores: en donde la “copila”, la de la “larga y rubia melena” ha desaparecido para volver a ser un pronombre (ese “tu” del v. 12), a ser sólo un sueño que nos es capaz de ver cómo se queman los “ojos” del poeta de tanta sed (v. 9), volviendo al inicio de todo el proceso textual, ya que ésta es la lección de A (así como la de B2), frente a B1, que había preferido “buza mea” (“mis labios”), que es la que se mantendrá en D, con la forma “gura-mi” (“mi boca”).

            Valga este ejemplo, que podría aumentarse con algunas de las otras 20 composiciones de Eminescu que por primera vez se publicaron en la edición de 1884, para mostrar -¡una vez más!- cómo la poesía de Eminescu se difundió a partir de la visión –parcial e interesada- de su mentor Maiorescu, y cómo una serie de ideas de recepción de su obra, y de su misma vida, se explican y se iluminan cuando se sitúa al poeta en los momentos históricos que le tocó vivir, y a su obra en los intereses políticos y culturales de su primera difusión.

 

Nuestra traducción

 

Por primera vez se ofrecen en español los poemas que formaron parte de la primera edición de las poesías de Mihai Eminescu, que, bajo el cuidado de Titu Maiorescu, se publicó en 1884, en Bucarest (aunque ya estaba terminada en diciembre de 1883). Sobre el valor textual de la misma y la enorme influencia del editor en la recepción de los poemas de Eminescu, se remite a las páginas precedentes. Para la traducción de algunos términos específicos, nos ha sido de enorme utilidad el Dicţionarul Limbii poetice a lui Eminescu, Bucureşti, Editura Academiei Republicii Socialiste Romana, 1968.

Sólo en una última fase del trabajo, hemos consultado las traducciones al español de las que teníamos constancia, en especial la de Mª Teresa León y Rafael Alberti (1958), y la de Omar Lara (1980), que nos han permitido comprender algunos pasajes difíciles. Algunas discrepancias de traducción se han indicado en nota. Desde un principio, nuestro propósito era el de ofrecer una nueva “versión” de los poemas de Eminescu –lo más literal posible- y al tiempo mantener el diálogo –siempre fructífero y enriquecedor- con los que anteriormente se habían acercado en español al gran poeta rumano. Esperemos haberlo conseguido.

Las traducciones se acompañan de un pequeño aparato de notas que tienen como única finalidad la de acercar al lector hispánico las claves y datos de la cultura rumana a las que se hace referencia en los poemas de Eminescu.

Se completa el libro con tres apéndices: en el primero (“En el taller del poeta”), se ofrecen una serie de comentarios de crítica genética, desde las primeras versiones a las últimas, en donde se desgranan algunas de las características básicas de la poética de Eminescu; en el segundo, se ofrecen una serie de cuadros de las fechas de publicación de los diferentes poemas que aparecen en la edición de 1884, así como de los inéditos, y de aquellos textos que fueron publicados por Eminescu desde esta primera edición hasta su muerte, acaecida en 1889. Por último, el tercer apéndice ofrece un índice de los títulos y de los primeros versos en rumano de los poemas incluidos en la edición de 1884, para así hacer más fácil la búsqueda y lectura de un texto en concreto.

 

Bibliografía

 

            La bibliografía sobre la vida y la obra de Eminescu puede llenar estantes y estantes de librerías, desde los primeros estudios de Titu Maiorescu del siglo XIX hasta nuestros días. La celebración en el año 2000 del 150 aniversario del nacimiento del poeta, -¡cómo no podía ser de otro modo!- ha multiplicado los estudios y las herramientas, dejando un tanto obsoleta la utilísima Bibliografia Mihai Eminescu 1866-1970, de la Biblioteca Academiei Republicii Socialiste România, realizada, entre otros, por Nicolae Liu, Valeria Trifu, Sevastia Băláeşcu, así como sus addendas posteriores.

            Por este motivo, sólo se indican aquellos títulos más significativos, y otros más relacionados con la literatura española, sin olvidar los escasos trabajos en español que el lector interesado puede consultar. Lamentablemente, carecemos de traducciones al español de herramientas y estudios básicos para el conocimiento de la literatura rumana (en general) y de Mihail Eminescu (en particular) en suelo peninsular. Esperemos que esta situación cambie en los próximos años, y que las editoriales abran sus puertas a la traducción de historias de la literatura y de estudios críticos más específicos, como así sucede en Francia o en Italia, por poner sólo dos ejemplos cercanos a nuestro ámbito cultural románico.

 

a) Ediciones de la obra de Eminescu

  • Marian, Rodica (ed.), Mihai Eminescu, Luceafărul. Text poetic integral, variantele şi textul definitiv, Cluj-Napoca, Editura Remus, 1999.
  • Mazilu, D. R., M. Eminescu, Poezii şi variante, Bucureşti, 1940.
  • Murăraşu, D. (ed.), M. Eminescu, Poezii, 3 vols., Bucureşti, Editura Minerva, 1982.
  • Perpessicius (pseudónimo de Dimitrie S Panditeseu; ed. de los primeros seis tomos), y Petru Creţia y D. Vatamarriuc (eds. del resto), M. Eminescu, Opera completă, 17 vols.; Bucureşti, 1939-1993 (existe versión en CD-rom: Bucureşti, Petar Computers 2000; y versión electrónica en Internet[46], así como reedición de la obra de 1994).

 

b) Traducciones al español

  • Georgiadi, Valeriu (trad.), Mihai Eminescu, Poesías, Bucarest, Editorial Minerva, 1989.
  • León, Mª Teresa y Rafael Alberti (trads.), Mihail Eminescu, Poesías, Barcelona, Seix Barral, 1973.[47]
  • Lara, Omar (trad.), Mihai Eminescu, Poemas, Bucarest, Editorial Minerva, 1980.
  • Motatu, Demetri y Martín, Bonifacio (trad.), El Presente Eterno. Poema Poético-Musical: Poemas de M. Eminescu. Música original de Demetri Motatu, Zaragoza, 1999 (Cd-Rom).

 

c) Estudios

  • Arghezi, Tudor, Eminescu, Bucureşti, Univers Enciclopedic, 2000.
  • Bălan, George, Nebănuitul Eminescu, Bucureşti, Universal Dalsi, 1999.
  • Bucur, Marin y Victoria Ana Tăuşan, Dicţionar de rime, Bucureşti, Editura Albatros, 1976.
  • Bucur, Marin (ed.), Caietele Eminescu, 4 vols., Bucureşti, Editorue Eminescu, 1974-1977.
  • Buşulenga, Zoe Dumitrescu, Eminescu, Bucureşti, Editura tineretului, 1963.
  • Călinescu, George, Viaţa lui Mihai Eminescu, Bucureşti Editura pentru literatură, 1964 (hay edición del 2002, a cargo de Ileana Mihăilă: Bucureşti, Editura Academiei Române).
  • -----, Eminesco/ Eminescu, Bucureşti, Editura Didactică şi Pedagogică, 1965.
  • -----, Opera lui Mihai Eminescu, Bucureşti Editura pentru literatură, 1969 (hay edición del 2000, a cargo de Ileana Mihăilă, Bucureşti, Editura Academiei Române).
  • Conte, Rosa del Mihai Eminescu o dell’Assoluto, Módena, Società Tipográfica Editrice Modenese, 1961.
  • Crestomaţia romanică, I, Bucarest, 1962, pp. 143-194; II, Bucarest, 1965, pp. 5-153.
  • Dicţionarul Limbii poetice a lui Eminescu, Bucureşti, Editura Academiei Republicii Socialiste România, 1968.
  • Dumitrescu Zoe Buşulenga, Eminescu viaţa, Reşiţa, Timpul, 1999.
  • Duţu, A., Coordonate ale culturii româneşti în secolul al XVIII, Bucarest, 1968.
  • Giurescu, Constantin C.; Dinu C. Giurescu, Istoria românilor din cele mai vechi timpuri până astăzi, Bucureşti, Editura Albatros, 1971.
  • Guillermou, Alain, La genèse intérieure des poésies d’Eminescu, París, Librairie Marcel Didier, 1963.
  • Marian, Rodica y Felicia Şerban, Dicţionarul luceafărului eminescian, Cluj Napoca: Clusium, 2000.
  • Marino, Adrian, Littérature roumaine- Littératures occidentales, trad. De Annie Bentoiu, Bucarest, Editura ştiinţifică şi enciclopedică, 1982.
  • Mecu, Nicolae, « Indicele manucriselor eminesciene în Opere, volumene I-VI, Bucureşti, 1939-1963, ediţie îngrijită de Perpessicius », en Bucur, Marin (ed.), Caietele Miau Eminescu, vol. III, Bucureşti, Editorue Eminescu, 1975, pp. 200-244.
  • Mihai Eminescu. Viaţa şi opera poetului (en rumano, inglés, español, francés, ruso, italiano y alemán), Bucarest, Libra Cultural Foundation, 2000.
  • Munteanu, George, Eminescu. O sută de documente noi, Bucureşti, Editorua Eminescu, 2000.
  • Murăraşu D., Naţionalismul lui Eminescu, Bucureşti, Atos, 1999.
  • Mureşanu Ionescu, Marina, Eminescu şi intertextul romantic, Iaşi, Editura Junimea, 1990.
  • Ornea, Z., Junimismul, Bucureşti, Editura pentru literatură, 1966.
  • Panaitescu, Petre P., Istoria românilor, Bucureşti, Editura didactică şi pedagogică, 1990.
  • Papu, Edgar, Eminescu (trad. al francés por Claude Dignoire), Bucureşti, Les Editions Univers, 1982 (hay reedición en Bucureşti, Cartea Romaneasca, 2000).
  • Piru, Alexandru, Istoria literaturii române de la origini până la 1830, Bucureşti, Editura ştiinţifică şi enciclopedică, 1977.
  • Popa, Mircea, Mihai Eminescu contextul receptării, Reşiţa, Timpul, 1999.
  • Radulescu, Domnica, “Eminescu and the Romantic Interpretation of Don Quijote”, Cervantes, Bulletin of the Cervantes Society of America, 11.1 (1991), pp. 125-133.
  • Rotaru, Ion, O istorie a literaturii române, vol I: Bucureşti, Editura Minerva, 1971.
  • Roşu, I., Legendă şi adevăr în biografia lui Eminescu, Bucureşti, 1989.
  • Ruffini, Mario, Antología romena dei secoli XVI e XVII, Turín, 1964.
  • Sala, Marius, De la latină la romană, Bucarest, 1998 (hay traducción francesa: Du latin au roumain, Paris-Bucarest, 1999).
  • Scarlat, Mircea, Istoria poeziei româneşti, vol. II, Bucureşti, Editura Minerva, 1984.
  • Strachinaru, Constantin N., Mihail Eminescu şi Gustavo Adolfo Bécquer, Iaşi, Fides, 2000.
  • Streinu, Vladimir, Eminescu, Iaşi, Junimea, 1989
  • Taladoire, Berthelemy-A., Mihail Eminescu, Paris, Les Belles Lettres, 1974.
  • Ungureanu, Gheorghe, Eminescu în documente de familie, Iaşi, Junimea, 2001.
  • Zaziu, Mircea, Marian Papahagi, Aurel Sasu, Dicţionarul Scriitorilor Români, 2 vols., Bucureşti, Fundaţiei Culturale Române, 1998,

 

d) Sitobibliografía: algunas herramientas informáticas

d.1. Biblioteca digital

  • Biblioteca Românească: http://biblioteca.euroweb.ro/ (con posibilidad de comprar la primera edición de las poesías de Eminescu de 1884, gracias a la editorial electrónica Folium)

d.2. Historias de la literatura rumana y estudios críticos

d.3. Sobre Mihail Eminescu

 

Cronología de Mihail Eminescu

 

 

1848

Comienzan en los principados rumanos, Moldavia y Valaquia, así como en Transilvania, diferentes movimientos revolucionarios que exigen, como en el resto de Europa, reformas políticas, sociales y económicas.

 

1850-

1857

En Botoşani, en el nordeste de Rumanía, nace el 15 de enero Mihai Eminescu, el séptimo hijo de Gheorghe Eminovici y Raluca Juraşcu. Su infancia transcurre en Ipoteşti, una aldea de la provincia de Botoşani, donde sus padres poseían una pequeña propiedad. Allí se encuentra actualmente la Casa Memorial Mihai Eminescu.

Se declara la Guerra de Crimea (1853-1856), en la que Turquía, Francia, Austria y el Piamonte se enfrentan a Rusia. La derrota rusa abre el camino para la unificación de los Principados Rumanos.

 

1858-1860

Se matricula en la National Hauptschule (escuela primaria ortodoxa oriental) en Cernăuţi, ciudad que pertenecía por aquel entonces a Austria, y que es hoy parte de Ucrania.

El 7 de agosto de 1858 finaliza la Conferencia de París, que pone las bases para la futura unificación de los principados rumanos de Moldavia y de Valaquia.

El 5 de enero de 1859, el Diván de Iaşi elige como príncipe de Moldavia a Alexandru Ioan Cuza. El 24 de enero de este mismo año el Diván de Bucarest le elige también como príncipe de Valaquia; proclamándose príncipe de los Principados Rumanos, unión que reconoce el Imperio otomano el 11 de diciembre de 1861.

 

1860-1863

Continua sus estudios en el Ober-Gymnasium (instituto alemán fundado en 1808) de Cernăuţi; en estos años se aprecia ya su pasión por la lectura y por la historia, pero también su rechazo por las matemáticas o por las clases de religión. No termina sus estudios y, después de repetir el segundo curso, abandona la escuela.

24 de enero de 1862 se reúne la Asamblea Nacional Única, y se forma el primer gobierno de Rumanía.

 

1864

Vuelve a Ipoteşti, pero a finales del curso regresa a Cernăuţi para hacer los exámenes como alumno a distancia y reside en casa del profesor Aron Pumnul[48].

En la primavera de este año había llegado a esta ciudad el grupo teatral dirigido por Ştefania Tardini[49], muy rico y variado en cuanto al repertorio, y además con un pronunciado carácter nacionalista. Durante la estancia del grupo en Cernăuţi (desde el 13 de marzo al 27 de mayo), Eminescu asistió regularmente a sus representaciones, gracias a las entradas gratuitas que se repartían entre los estudiantes. Cuando el grupo teatral abandona la ciudad, también desaparece Eminescu y se defiende que se fue con los actores en su gira por Moldavia y Transilvania.

Titu Maiorescu, Th. Rosetti, P. P. Carp, Vasile Pogor y Iacob Negruzzi fundan el grupo cultural y político Junimea (La Juventud). Se funda la Universidad de Bucarest.

 

1865

El 5 de junio aparece el primer número de la revista literaria Familia, creada y dirigida por Iosif Vulcan, en donde Eminescu publicará sus primeros poemas.

En junio de este año Eminescu regresa a Botoşani (al parecer en las misma fechas también llegaba el grupo teatral de Tardini) y durante unos meses trabaja como ayudante en el tribunal de la ciudad.

Abandona su trabajo y, con el acuerdo del padre, decide regresar a Cernăuţi para continuar sus estudios; vive en casa de Aron Pumnul desde octubre, lo que le permite acceder a su espléndida biblioteca, una de las bases de su amplia cultura.

 

1866

E 12/24 de enero, muere Aron Pumnul y en el folleto conmemorativo editado por sus alumnos y repartido durante los funerales aparece una poesía de Eminescu: La mormântul lui Arune Pumnul (Ante la tumba de Aron Pumnul).

Debuta el 19 de marzo en la revista Familia con el poema De-as avea... (Si tuviera...), fechado en septiembre de 1865; en este momento Iosif Vulcan, director de la revista, le cambia el apellido de Eminovici a Eminescu. Mantiene la colaboración con esta revista hasta 1870. También publica en otra revista literaria fundada por Vulcan: El humorista.

Trabaja como apuntador en el grupo teatral de los hermanos Caragiale. Viaja por Transilvania desde abril hasta agosto, en donde participa en la Reunión Anual de la Asociación Transilvana para la Literatura Rumana y la Cultura del Pueblo Rumano.

En la noche de 11 de febrero, Alexandru Ion Cuza es obligado a firmar el documento de abdicación y abandona el país y como consecuencia el 10 de mayo es proclamado rey Carol de Hohenzollern-Sigmaringen, con el nombre de Carol I. Se comienza la redacción de una nueva constitución.

 

1867

Eminescu trabaja de apuntador, traductor y asistente de dirección, esta vez en el Teatro Nacional de Bucarest, considerando probablemente que el teatro le podía ofrecer una carrera.

El 1 de marzo aparece en Iaşi el primer número de Convorbiri literare (Conversaciones literarias), revista de la sociedad Junimea.

Se crea un sistema monetario nacional, y se funda la Sociedad Académica Rumana.

Acuerdo Austro-húngaro, por el que se crea una monarquía dualista. Transilvania pierde su autonomía y pasa a formar parte, de nuevo, del reino de Hungría.

 

1868

El 31 de marzo aparece el primer número de la gaceta semanal Curierul de Iaşi, en la que trabajará Eminescu desde junio de 1876 hasta octubre de 1877.

Con el grupo de teatro de Mihail Pascaly realiza Eminescu, desde mayo a septiembre una gira por Transilvania, pasando por varias ciudades: Braşov, Sibiu, Lugoj, Timişoara, Arad, etc. Traduce obras del alemán al rumano para ser representadas por Pascaly.

En agosto y septiembre siguen apareciendo poesías de Eminescu en la revista Familia.

 

1869

El 1 de abril se constituye en Bucarest el cenáculo literario Orientul (El oriente), formado en torno a la revista literaria Albina Pindului, patrocinada por Dimitrie Bolintineanu. Eminescu es nombrado miembro, y estudia el folklore en Moldavia.

En junio comienza una gira por Moldavia con el grupo de teatro de Pascaly.

En septiembre viaja a Praga con la intención, no conseguida, de matricularse en la Universidad Carolina. Jan Tomas, fotógrafo de Praga, realiza su famosa foto de juventud.

El 2 de octubre se matricula en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Viena, en calidad de ausserordentlich (oyente) donde permanecerá hasta 1871, para seguir cursos de filología, filosofía, incluso derecho y ciencia, poniendo las bases de su amplia cultura. Sus padres se habían comprometido –a pesar de sus penurias económicas- a apoyarle en sus estudios en el extranjero, lo que se aprecia en las distintas cartas que les envía Eminescu desde Viena.

El 20 y el 23 de octubre se inscribe en las dos sociedades literarias rumanas en Viena: România y la Sociedad Literaria y Científica de los Rumanos en Viena, solicitando, desde un principio, la unificación de ambas.

 

1870

El 15 de abril se publica en la revista Convorbiri literare (Conversaciones literarias) su poema Venere şi Madonă (Venus y Madona), con el entusiasmo tanto de su director, Iacob Negruzzi, como de Titu Maiorescu. Será el inicio de una fluida y permanente colaboración con la revista.

Proclamación de la tercera república en Francia, después de la revuelta de París y de la capitulación de Napoleón III.

 

1871

El 19 de enero se unifican las dos sociedades literarias rumanas en Viena, dando lugar a România jună (La Rumanía joven), de la que Eminescu es nombrado secretario.

En junio, se encuentra en Ipoteşti para la organización junto a la sociedad România jună del cuarto centenario de la fundación del monasterio de Putna, impulsada por Esteban el Grande, que se celebrarán en agosto, con la presencia de más de 3000 representantes de todas las provincias rumanas.

En octubre, vuelve a Viena para continuar sus estudios universitarios.

 

1872

En marzo, conoce a Veronica Micle (1850-1889), poetisa del círculo de Junimea y esposa del profesor Ştefan Micle, con la que tendrá una larga, intensa (y compleja) relación.

El 15 de mayo, publica en Convorbiri Literare Titu Maiorescu un artículo Direcţia nouă în poezia şi în proza română (La nueva dirección en la prosa y en la poesía rumanas), en donde sitúa a Eminescu, a pesar de su juventud y del escaso número de poemas publicados, sólo detrás del prestigioso y reconocido poeta Vasile Alecsandri.

En otoño, Junimea le concede una beca a Eminescu para continuar sus estudios en la Universidad de Berlín.

El 18 de diciembre se matricula en la Facultad de Filosofía de la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín, en donde permanecerá hasta 1874; en esta universidad estudia filosofía, historia, economía política y derecho, sin seguir una especialidad en particular, y sin ningún interés en obtener cualquier título, lo que más tarde le va a impedir acceder a cargos relevantes.

A finales del año se leen en uno de los encuentros que organizaba Junimea fragmentos de Panorama deşertăciunilor (El panorama de las vanidades), Înger şi demon (Ángel y demonio), Floare albastră (Flor azul) y de la novela corta Sărmanul Dionis (El pobre Dionis).

 

1873

Continúa sus estudios en Berlín. Al año siguiente, Titu Maiorescu le conmina a terminar el doctorado, ya que con él podría acceder a algún puesto de profesor universitario.

Se publican numerosos poemas en Convorbiri Literare, así como fragmentos de su novela: Sărmanul Dionis (El pobre Dionis).

 

1874

El 7 de abril, Titu Maiorescu es nombrado Ministro de Cultura en el gabinete del conservador Lascăr Catargi.

En agosto, Eminescu viaja a Cracovia, en donde trabaja en los archivos de la ciudad para prepararse en eslavística y así terminar su doctorado, como le comunica en una carta a Ion Al. Samurcaş, fechada en Iaşi el 19 de septiembre. Durante este viaje, tradujo el tratado de Leskien, Manual de lengua paleo-eslava).

El 10 de septiembre toma posesión del cargo de director de la Biblioteca Central de Iaşi (actualmente Biblioteca Central Universitaria Mihai Eminescu), gracias a la ayuda de Titu Maiorescu. Como director se preocupa tanto de inventariar sus fondos (más de 30.000 volúmenes) como de completarlos con colecciones de manuscritos y obras de historia de la literatura antigua, entre otras iniciativas.

Al mismo tiempo, continúa sus estudios en filosofía, con la intención de acabar su doctorado. Ştefan Micle es el rector de la Universidad, y el poeta es invitado a participar en las reuniones literarias de su mujer, Verónica.

 

1875

En junio es destituido como director de la Biblioteca, como resultado de las intrigas de D. Petrino, un oscuro poeta afincado en Iaşi y cercano a los círculos literarios de la ciudad.

A partir del 18 de junio ocupa el cargo de inspector escolar para las provincias de Iaşi y Vaslui. Visita escuelas en pequeñas aldeas con la finalidad de reorganizar el sistema de enseñanza primaria y, debido a la mala impresión que estas visitas le producen, escribe un informe dirigido al ministro Maiorescu, en el que propone una solución social al problema. El informe permite conocer la triste realidad educativa en la época: la baja asistencia de los niños a las aulas, la pobreza de los campesinos que están obligados a realizar trabajos para cubrir antiguas deudas, la alta mortalidad infantil, etc. Estas inspecciones, además, le facilitarán un conocimiento directo de la situación social de los campesinos, los abusos de los arrendatarios y de los funcionarios de la administración.

Conoce al escritor Ion Creangă (1837-1889), al que insta a seguir escribiendo. Llegó a ser uno de los prosistas rumanos más importantes.

 

1876

El 15 de marzo aparece en Bucarest el primer número del periódico conservador Timpul (El tiempo), dirigido por Titu Maiorescu, y con Ioan Slavici como redactor.

El 3 de junio de 1876 Eminescu es destituido de su cargo de supervisor, ya que el nuevo gobierno liberal (nombrado en abril) lo considera un funcionario muy incómodo, siempre criticando la pésima situación administrativa en la que el estado había abandonado la enseñanza.

El 13 de junio comienza a trabajar como redactor, administrador y corrector en una insignificante publicación, Curierul de Iaşi (El correo de Iaşi) que era el boletín de las publicaciones de la Corte de Justicia, donde realiza también la página político-literaria; escribe en esta época algunas excelentes crónicas políticas y teatrales.

En el mismo año se ve obligado a dimitir, debido al conflicto en el que se ve involucrado con el director de la Tipografía Nacional, donde se imprimía Curierul de Iaşi, al rechazar redactar un artículo en defensa del alcalde.

 

1877

El 9 de mayo, en una sesión extraordinaria de la Asamblea de Diputados, se proclama la independencia del Principado Rumano, pero las luchas contra los turcos, tanto del ejército ruso como del rumano, duran hasta finales de año, cuando el comandante turco Osman Paşa se entrega.

El 27 de octubre, comienza, tras la oferta que le hace Titu Maiorescu, a trabajar Eminescu en la redacción del periódico Timpul (El Tiempo) de Bucarest, en donde permanecerá hasta 1883. Los acontecimientos de 1877 junto con la gran enemistad entre el Partido Conservador y el Liberal hacían que Timpul necesitara un buen redactor jefe que, al mismo tiempo, demostrara una sólida doctrina conservadora. Además, el anterior responsable del periódico había disgustado a los miembros de Junimea por la poca publicidad que hacía a su revista, Convorbiri literare. Eminescu era, pues, la mejor solución, ya que era conservador y "junimista" por cultura, por pertenencia al círculo literario, y también por el odio que sentía contra los liberales.

En diciembre, aparecen los primeros artículos de Eminescu en Timpul: Icoane vechi şi icoane nouă (Iconos viejos e iconos nuevos).

 

1878

Publica Eminescu en el periódico Timpul una serie de artículos con el título de Besarabia en contra de la política anexionista de Rusia. En este tiempo, su trabajo en el periódico le consume casi todas las energías. En todo caso, sigue enviando poemas para su publicación en Convorbiri Literare: Povestea codrului, Povestea teiului, Singurătate y Departe sunt de tine... (El cuento del bosque, El cuento de los tilos, Soledad o Lejos de ti me encuentro...).

En julio, se firma la Paz de Berlín, que pone fin a la guerra ruso-turca. Se les reconoce a los Principados Unidos la independencia, así como sus derechos sobre la provincia de Dobrogea. Por su parte, Rusia se anexiona el sur de Besarabia.

 

1879

Eminescu conoce a Mite Kremnitz, cuñada de Maiorescu, con la que se cree que mantuvo un apasionado romance, especialmente a partir de 1882; algunos poemas reescritos en estos años, se considera que pudieron ser inspirados por ella.

El 4 de agosto muere Ştefan Micle, el marido de Verónica Micle, y como consecuencia, la relación entre los dos amantes se vuelve más estrecha. Eminescu permanece una pequeña temporada en Iaşi, junto a su amor. Piensan en casarse, pero no terminan haciéndolo dada la oposición de, entre otros, Titu Maiorescu.

Durante este año, Eminescu publica numerosas poesías en varios números de Convorbiri literare.

 

1880

Es un año de continuo trabajo en la redacción de Timpul. Su relación con Verónica empeora, llegando incluso a la ruptura; a sus deseos iniciales de boda se había opuesto de manera contundente Maiorescu.

El príncipe Ferdinando de Hollenzollern, sobrino de Carlos I, es proclamado heredero al trono de Rumanía.

 

1881

Aparece en Leipzig el libro Poezii româneşti (Poemas rumanos), traducidos al alemán por Carmen Sylva, y editados y comentados por Mite Kremnitz. De Eminescu se publica un total de 18 composiciones.

En abril, publica en Convorbiri Literare, la Satira III (Carta III), y en mayo es reproducida en Timpul como un artículo político. Anteriormente había publicado las dos primeras cartas en la revista literaria. El 3 de julio, publica la Satira IV (Carta IV). Durante este año, Verónica Micle publica diferentes poemas en varias revistas, que son acogidos con entusiasmo. La relación amorosa con el poeta termina por deteriorarse.

El 10 de mayo, Rumanía se convierte en monarquía, y Carlos I es coronado como rey.

 

1882

En una carta fechada en febrero, le anuncia a Verónica Micle su intención de reunir sus poesías en un volumen, con el título Lumină de lună (Luz de luna); proyecto que nunca llegó a llevar a término.

Lee en octubre Luceafărul (El lucero) en varias sesiones de la sociedad Junimea. Durante este año, no ha publicado ninguna poesía.

 

1883

Durante los meses de enero y febrero permanece internado en el Spitalul Brâncovenesc. El 16 de febrero presenta su dimisión como redactor de Timpul, por problemas de salud, pero la dimisión no le es aceptada.

El 3 de julio aparece en Timpul una nota que anuncia que, debido a una enfermedad, Eminescu permanecerá un tiempo lejos del periódico. No volverá nunca más a regresar.

El 1 de agosto publica la versión definitiva de Luceafărul (El lucero), la que es considerada su obra maestra.

En octubre es ingresado en el sanatorio de Über-Döbling (actualmente un barrio de Viena) a petición de Maiorescu y de algunos miembros más de Junimea, acompañado de su amigo Alexandru Chibici Revneanu.

En diciembre, Titu Maiorescu termina de redactar el prólogo que acompañará la edición del libro Poezii (Poesías), impreso en Bucarest a principios del año siguiente. El libro ha sido organizado por Maiorescu; se incluyen 44 poemas anteriormente publicados (casi todos en Convorbiri Literare) y otros 20 inéditos. Es el único libro publicado en vida de Eminescu.

Rumanía se adhiere a la Triple Alianza, formada por Alemania, el imperio Austro-Húngaro e Italia).

 

1884

En febrero, Convorbiri Literare publica numerosas poesías inéditas de Eminescu, que se habían dado a conocer en el volumen de 1884.

El 18 de febrero, abandona el sanatorio vienés y, siguiendo el consejo de los médicos, realiza un viaje por Italia; visita Florencia y Venecia.

En septiembre vuelve a Iaşi, y el 24 de este mes es nombrado sub-bibliotecario de la Biblioteca Central de Iaşi.

 

1885

Aparece la segunda edición del volumen Poesías, que había gozado de un enorme éxito desde su primera publicación. Alterna su trabajo en la biblioteca con clases en una escuela comercial.

Desde agosto hasta septiembre permanece en tratamiento de baños de lodo en el Sanatorio de Iahiovicz de Kuialnic, a las afueras de Odessa.

 

1886

En diferentes revistas, se siguen publicando poesías inéditas de Eminescu, que día a día gana más fama como poeta. Desde el 9 de noviembre hasta el 8 de abril de 1887 se encuentra internado en el Hospicio del Monasterio de Neamţ.

 

1887

Su estado de salud empeora durante los meses de mayo y junio, y se traslada a Botoşani; vive en casa de su hermana menor, Henrieta Eminescu, quien se encarga de su cuidado.

Durante los meses de julio y agosto, permanece en el Sanatorio vienés de Halle. En septiembre, vuelve a Botoşani. Verónica Micle se ha trasladado a Bucarest, donde publica su volumen de Poesías, dedicado a Eminescu.

 

1888

Se publica la tercera edición de su libro de poesías, que incluyen las nuevas composiciones publicadas desde 1884 en Convorbiri Literare; el éxito es tal, que se multiplicarán las ediciones después de la muerte del poeta: 1889, 1890, 1892, 1895, 1901, 1903, 1909, 1913...

El 2 de febrero es internado en el Hospital Mărcuţa. Verónica Micle le convence para que se traslade a Bucarest.

 

1889

El 3 de febrero es internado en el sanatorio del doctor Şuţu en Bucarest. Su estado de salud ha empeorado enormemente.

El 15 de junio, Eminescu muere solo, en el sanatorio. Al día siguiente, su cuerpo es colocado en la Basílica Sf. Gheorghe cel Nou en Bucarest.

El 17 de junio es enterrado en el cementerio Bellu, acompañado de un numeroso cortejo fúnebre, en el que destaca la presencia de varios políticos, de amigos y compañeros de su vida: como el primer ministro Lascăr Catargi o Titu Maiorescu, Mihail Kogălniceanu, Th. Rosetti y D. Laurian.

El 3 de agosto, muere Verónica Micle.

 

1902

El 25 de enero, Titu Maiorescu dona a la Academia Română los manuscritos de Eminescu, con todos los materiales y borradores que le había legado el poeta: suman más de 15.000 folios.

 

                                 

 

Notas

 

[1] Aunque todavía la historia tenía reservado un último capítulo al pueblo rumano con el nombre de la Gran Rumanía y la unión de Besarabia, Bucovina, Transilvania, Banat, Crişana y Maramureş en 1918, después de la victoria de la Triple Alianza en la Primera Guerra Mundial y la Revolución de Octubre.

[2] No se olvide que, a pesar de no conservar ningún testimonio, puede considerarse a Ovidio como uno de los primeros poetas rumanos. Durante su exilio en Costanza, escribió versos en lengua gética, si tomamos como cierta su confesión en las Pontica: “A, pudet, et Gético scripsi sermone libellum /    Structaque sunt nostris barbara verba modis” (Pontica, 1, 13, 19).

[3] Véase Carlo Tagliavini, Orígenes de las lenguas latinas, México, FCE, 1993 y Marius Sala, De la latină la româ, Bucarest, 1998 (hay traducción francesa: Du latin au roumain, Paris-Bucarest, 1999).

[4] El territorio de Transilvania está llamado a correr una suerte política dependiente del reino húngaro o del imperio astro-húngaro... y así será hasta principios del siglo XX, aunque siempre mantendrá lazos lingüísticos, culturales, económicos y sociales con los principados rumanos

[5] Es costumbre ofrecer las fechas siguiendo tanto el calendario Gregoriano (el impuesto por el papa Gregorio XIII en 1582) y el calendario Juliano (el promulgado por Julio César); el primero fue seguido por la Iglesia de Roma y extendido a todo el occidente; mientras que parte de la Iglesia Ortodoxa, y sobre todo, Rusia seguirán el Juliano (sólo se adopatará el calendario gregoriano después de la Revolución de Octubre).

[6] Además de perder poder e independencia frente al Imperio Otomano, la continua sucesión de príncipes (se contabilizan 40 soberanos en Valaquia y 36 en Moldavia durante este periodo), conlleva también un debilitamiento político y un empobrecimiento económico, ya que una de las medidas habituales de los nuevos dirigentes era la subida de impuestos o la imposición de nuevos tributos con la intención de enriquecerse lo antes posible. Por otro lado, también durante este período fueron continuas las guerras; hasta seis se contabilizan, algunas de ellas con una duración de 5 a 6 años. Algunos territorios rumanos fueron cedidos por los sultanes otomanos como resultado de sus derrotas militares: Bucovina y Oltenia al Imperio Astrohúngaro, o Basarabia a los rusos. Transilvania ya había sido cedida desde 1699 a Austria.

[7] De hecho, Barbu Ştirbei (príncipe de Valaquia después de 1848), en una memoria que envía al gran visir en 1855, recoge este deseo de los moldavos y valacos, lo mismo que Grigore Ghica (príncipe de Moldavia) quien manda una memoria a la Conferencia de París cuando termina la guerra de Crimea.

 

[8] El nombre procede de la revista literaria fundada por Mihail Kogălniceanu en Iaşi en 1840. El referente de la Dacia, como elemento aglutinador, se aprecia también en el título de la revista qiue se publica en Bucarest a partir de 1845: Magazinistoria pentru Dacia (Revista histórica para la Dacia).

[9] Facsímil: I. Bianu, N. Cartojan, Album de palografie românească, en escritura cirílica, II, Bucarest, 1929, tabla. XV. Así como en Internet: http://www.cimec.ro/Istorie/neacsu/rom/default.htm. Una traducción puede encontrarse en Carlo Tagliavini, Ob. cit, p. 717.

[10] Así se denomina a una serie de textos religiosos, traducciones al rumano desde el eslavo, que aparecen en Maramureş y en la Transilvania septentrional (las zonas más cercanas a la Reforma), y que documentan casos de rotacismo: el paso de -n- a –r-.

[11] Facsímiles de los mismos pueden consultarse en http://www.cimec.ro/carte/cartev/default.htm; así como de la mayoría de los textos y autores del siglo XVII.

[12] Como las de Grigore Ureche (Cartea ce se cheamă letopiseţ, ce într-însa spune cursul anilor şi descălicarea Ţării Moldovei şi viiaţa domnilor, “El libro que se llama letopiseţ en donde se cuenta el paso de los años y de los acontecimientos de Moldavia y la vida de los príncipes”), de Miron Costin (De Neamul Moldovenilor, “De la estirpe de los moldavos”), de Ion Neculce (O samă de cuvinte, “Una serie de historias”) o de Dimitrie Cantemir (1673-1723), que escribió tanto textos geográficos como históricos.

[13] Palabra formada a partir del numeral patruzeci şi opt (48).

[14] Muchos de ellos aparecen citados por Eminescu en “Epígonos” [nº 56], así como otros autores menores, lo que fue muy criticado en su época, como se indican en las notas al poema.

[15] Y así parece serlo hasta 1881, cuando se produce un acercamiento a la burguesía y al Partido Liberal y, por lo tanto, un alejamiento del Partido Conservador; de hecho en el año siguiente Junimea lo abandona y empieza a colaborar activamente con el Gobierno liberal, aunque siempre actuando como grupo independiente.

[16] Z. Ornea en su libro Junimismul, (Bucarest, Editura pentru literatură, 1966) ofrece los siguientes nombres: Niculai Scheletti, Leon Negruzzi, Nicu Gane, Ioan Melik, N. Niculeanu, Ioan Ianov, M. C. Cerchez, Pavel Paicu, N. Mandrea, Scarlat Capşa, Mihail Korne, Ioan Caragiani, Gheorghe Roiu, N. Quintescu, Ştefan Nei, Dimitrie Rosetti, Gheorghe Racoviţă; y más adelante, cuando también se incorpora Eminescu: Gr. Buicliu, Th. Şerbănescu, Samson Bodnărescu, Mihai Eminescu; más tarde también Al. D. Xenopol, Miron Pompiliu, Ioan Slavici, Th. Nica, Matilda Cugler, V. Burlă, St. Vîrgolici, Cernescu, G. Panu, V. Conta, Ion Creangă, P. Missir, A. Naum, I. L. Caragiale, Duiliu Zamfirescu, etc.

[17] Las citas a los artículos publicados por Mihail Eminescu proceden de los tomos XI, XII y XIII de sus Obras completas. En este caso concreto, el texto puede leerse en el tomo XII, Publicistică. 1 ianuarie-31 decembrie 1881. Timpul, Bucarest, Editura Academiei Republicii Socialiste România, 1985. La traducción es nuestra.

[18] Titu Maiorescu publicó en 1872 un artículo sobre la literatura rumana del momento con el título: Direcţia nouă în poezia şi proza română (La nueva dirección en la poesía y prosa rumana), en donde defiende una determinada visión de las letras rumanas, de la importancia de su carácter artístico, que será contestado –de manera enérgica- por algunos miembros de Junimea: Al. D. Xenopol (En contra de la dirección de hoy), Ştefan Vîrgolici, G. Panu, N. Xenopol, N. Pătraşcu o Vasile Conta.

[19] Las citas de las cartas de Mihail Eminescu, a no ser que se indique lo contrario, proceden del tomo XVI de sus Opere, Corespondenta. Documentar, Bucarest, Editorial de la Academia de la R. S. R., 1989.

[20] También lo había expuesto, como no podía ser de otro modo, en su artículo La nueva dirección...: “Precisamente, para despertar al público rumano de su indiferencia, hay que presentar solamente las formas estéticas más puras, pues en medio de las agitaciones políticas y sociales el arte está destinado a darnos un amparo. Cuando el estremecimiento pasajero de un corazón lleno de sentimiento quiere encarnarse en forma de poesía, penetra en un mundo donde el tiempo pierde su sentido. Por lo tanto, la primera preocupación por purificar la forma es un deber del poeta, para que de este modo, de su concepción quede una intachable herencia para las generaciones futuras. Y ¿qué poeta, en el momento del verdadero entusiasmo, no debería olvidar los límites de la actualidad, y, al calor de una confianza con frecuencia ilusoria, elevar su aspiración hacia una humana inmortalidad?”.

[21] El 2/14 de abril de 1867, publica, con sólo 17 años, en la revista Familia, el siguiente poema: „Brindo por ti, dulce Rumanía”, que comienza con los siguientes versos: („¡Brindo por ti, dulce Rumanía/ mi país de glorias, mi país de dor! / ¡Brazos nerviosos, y armas potentes, / y a tu gran pasado, un futuro grande / el vino en copas que hierva, que la copa espume, / si tus grandiosos hijos así lo desean; / pues permanece la roca, aunque muera la ola, /dulce Rumanía eso te lo brindo„).

[22] El cambio de apellido de Eminovici a Eminescu lo lleva a cabo Iosif Vulcan, director de la revista Familia, cuando el poeta publica su primer poema: De-as avea... (Si tuviera...), el 19 de marzo de 1866.

[23] Publicada en Mihail Eminescu, Opere, tomo XVI. Corespondenta. Documentar, Bucarest, Editorial de la Academia de la R. S. R., 1989, pp. 188-189.

[24] En una carta que le envía desde Iaşi su amigo Ion Crangă, le dice: “Te peleas con los políticos en El tiempo. ¿Qué te ha pasado para volverte tan peleón?”. En la carta, le describe la vida (casi paradisíaca) que podría disfrutar en Iaşi, y las fiestas que celebraron en Navidad: “Esperé a que llegaras en navidad, pero... ¡bribón, fanfarrón, que no que más que decir! ¡Perdón! Lo dicho el viento se lo llevó, como el humo en el cielo se disipó. ¡Bravo! Nosotros, o sea, Ienachescu, Raceanu, y otros comensales hicimos una fiesta a lo turco con vino griego de Amira. Después nos fuimos con el trineo fuera de la ciudad... ¡y a comer de nuevo! El segundo día lo pasamos igual, y, el tercero, nos dispersamos, como gorriones, cada uno a su nido. Ahora estoy sentado junto a la chimenea con mis gatos y pongo en orden algunas notas”.

[25] “Por lo demás, quisiera saber cuándo puedo escaparme de aquí, pues, en realidad, me parece que estoy aquí sin obtener provecho alguno. El tratamiento consiste en comida poca y mala, y, además, en reclusión. Aparte de eso, no he observado nada en la manera de tratarme. [...] Yo quisiera irme de aquí lo más pronto posible, regresar al país y saciarme de mamăliga ancestral, pues desde que estoy aquí, no he tenido la suerte de comer hasta saciarme. El hambre y la desmoralización; he aquí los dos estados continuos en que se encuentra su desgraciado amigo, M. Eminescu”. La carta está fechada a principios de enero del 1884; meses después los dos amigos comenzarán un viaje por Italia, que tendrán que interrumpir por culpa de la enfermedad del poeta.

[26] En una carta, Maiorescu le aclara la situación, además de repetirle una vez más su cariño y admiración: “¿Quieres saber con qué medios estás sostenido de momento? Pues bien, Señor Eminescu, ¿es que estamos tan ajenos los unos de los otros? ¿No conoce usted el amor (y si me permite utilizar la palabra exacta, aunque sea más fuerte) la admiración, a menudo entusiasta, que siento yo y todo el círculo literario [Junimea] por usted, por sus poemas, y por todo su trabajo literario y político? Ha sido una verdadera explosión de amor con el que todos nosotros, sus amigos (y no sólo ellos) hemos contribuido para las pequeñas necesidades materiales que la situación reclamaba. ¿No habría hecho usted lo mismo, de lo mucho o poco que hubiera tenido, si se hubiera tratado de cualquier amigo, para no decir un amigo de su valor?”. En la carta le comunica, además, el éxito de su libro de poemas recientemente publicado, como se indicará más adelante.

[27] Por ejemplo, en la que le envía a su amigo Vasile Burlă desde Liman, el 12 de agosto de 1885: “Han pasado dos semanas desde que estoy aquí y me cuezo diariamente en baños de arcilla caliente de 30 grados Réamur. No puedo decir que este tiempo haya pasado sin hacerme ningún bien. Los dolores constantes que tenía en Iaşi, ya no los siento más aquí. Sin embargo, no todas las heridas se han cerrado aún y mucho me temo que, aunque se cerrarán, la cura sólo sea temporal y aparezca nuevamente la enfermedad al volver al país”.

[28] Citamos por Zamfir Arbure, “De los amores de Mihail Eminescu”, en Facla, II, nº 41, 8 de octubre de 1911, p. 293.

[29] En Târgu Neamţ puede visitarse la casa de Verónica Micle, convertida en la actualidad en Museo.

[30] Citamos por Titu Maiorescu, Opere, edición de Georgeta Rădulescu-Dulgheru y Domnica Filimon, Bucureşti, Editura Minerva, 1984, pp. 91-110.

[31] A pesar de que, como se indicará más adelante, la edición estaba ya terminada en 1883 (así como constata el prólogo de Maiorescu) y que algunos periódicos se hacen eco de ella a finales de ella, lo cierto es que apareció con pie de imprenta de 1884 y fue en este año, en sus primeras semanas cuando se difundió con gran éxito. Por este motivo, y para no crear confusiones, hemos creído pertinente hablar siempre de 1884 como fecha de la primera edición de la publicación de las poesías de nuestro poeta.

[32] Así, el 22 y el 23 de diciembre aparecen sendas noticias en dos periódicos: en Romanulu de Joui, el 22 de diciembre de 1883, se lee en la sección “Noticias del día”: “Se han publicado en la editorial de la librería Socec de Bucarest, Los poemas de Mihail Eminescu, en un espléndido volumen de 300 páginas, que honra al arte tipográfica etc.”. Un día después, en Rumanía libre, en la sección “La crónica del día”, se escribió: “Los poemas de nuestro eminente poeta Eminescu se han publicado... Recomendamos insistentemente a nuestros lectores el volumen publicado hoy en la librería del señor Socec, una perla inestimable de nuestra poesía”. Estas notas ponen en evidencia la expectación con que se esperaba el volumen y las opiniones que Eminescu merecía entre sus contemporáneos.

[33] Para los detalles, puede consultarse el Apéndice 2.

[34] En una carta fechada el de enero de 1884, y enviada a su amigo y compañero de estudios Alexandru Chibici Revneanu, le describe con estas palabras la entrevista en el sanatorio con Maiorescu: “El señor Maiorescu pasó por aquí un día y se quedó menos de un minuto y no me dijo nada respecto a mí, de modo que, aunque me recuperé hace ya dos semanas, no sé nada sobre la suerte que me espera, pues sigo confiando en que no seré condenado a pasar aquí años y años enteros sin ninguna necesidad”. Nada del libro de poesía, ningún comentario sobre su reciente publicación: sólo su obsesión por el origen del dinero que paga las facturas del hospital y sus miedos a permanecer en el sanatorio por mucho tiempo, ya que se siente curado de sus dolencias., como hemos tenido ya ocasión de indicar.

[35] Citamos por la edición de Perpessicius, Obras Completas, tomo I, Bucureşti, Fundaţia Pentru Literatură şi Artă „Regele Carol II", 1939, „Introducere Tabloul Ediţiilor”

[36] Así lo hará en la carta que acompaña el envío de “Por la noche...” [nº 24] y “Ángel de la guarda” [nº 32], fechada el 16 de mayo de 1871: “Yo no os mando ahora más que pequeñeces porque para corregir y dar una forma mejor a unas obras más largas necesito tiempo y disposición [los preparativos para la fiesta de Putna era uno de los obstáculos]. Si lo que añado de mi parte [ya que mandaba, copiadas por él, la introducción y el primer estudio de Slavici sobre los húngaros] fuera malo, no tengáis inconveniente en tirarlo al fuego”. Así, también duda de la calidad de algunas estrofas en los “Epígonos”, en una carta envida a Iacob Negruzzi el 17 de junio de 1870 desde Viena, como hemos reproducido en una nota al texto (pp. ¿??).

[37] Así, por ejemplo, se lo comunica en una carta que acompañará a las cuatro composiciones poéticas que se publicarán en Convorbiri Literare el 1 de marzo de 1871:   “Querido amigo, no titubeo al decirte que mi intención era la de no publicar más versos. Esta cura radical para sanar del lirismo se la debía a Junimea de Iaşi, ya que es cierto que para las convulsiones líricas la risa es el medio mejor y, al mismo tiempo, también el peor. Depende entonces siempre del valor que ésta tenga en sí mismo y del valor que le atribuya el autor. Este último punto de especialmente importante, no por vanidad personal (me encuentro bien lejos de sentirla), sino por la convicción de sentir que se trabaja o no inútilmente. Soy un escritor de ocasión y si he creído oportuno fijar en el papel pocos momentos de una vida bastante insignificante y vacía, es signo de que los he creído dignos de ello. Si la forma con que los he vestido es digna de risa, he de admitir que no ha sido ésta mi intención y que ahora es mucho mejor que no sean jamás publicados. En todo caso, no he querido darles una forma tal que suscitara la risa y si son erróneos, por lo que me afecta, yo he sopesado cada palabra.

            Te mando entonces el fascículo de versos, junto con toda la insistencia de que puedo ser capaz de tres ruegos, declarándote que consideraré siempre como un signo de amistad el hecho de que tú los hayas acogido: que cuanto he escrito, nada se cambie, porque al momento en que se publican y con firma, la responsabilidad de los errores me pertenece totalmente; que se impriman los cuatro al mismo tiempo, y que no tengan, en los límites de lo posible, ni un error de imprenta”.

[38] “¿Quién es el que me cuenta de memoria mi historia / que me quedo escuchándolo - y me río de lo que oigo / como de dolores ajenos? ... Parece que he muerto hace tiempo.”.

[39] „Amando en secreto, me he impuesto el silencio / pensando que el silencio te gustaría / en tus ojos leía con alegría / una tierna respuesta a lo que te pediré”.

[40] „Amando en secreto, he vigilado el silencio / sabiendo que así te iba a gustar / hablaba con los ojos y con alegría / leía respuestas dulces a lo que te pediré”.

[41] „ Pero ya no puedo más. La fuerza de la pasión (dor) / da palabras a los misterios de los ojos. / Quiero respirar la delicada llama /de aquel alma que conoce mi pasión (dor)”.

[42] „Pero ya no puedo callarme. El vivo deseo / de recoger miel de tus labios, / de respirar la tierna llama / de tu alma, ay, me desgarra.”. En A, se leen así los versos 7 y 8, los únicos que han sido modificados: “De a sorbi de pe-a ta buză miere / De-a răsufla duioasa 'nvăpăiere” (de sorber miel de tus labios / de respirar la tierna llama”).

[43] Este grupo de cinco sonetos forman una unidad textual (tres de ellos, publicados juntos por Eminescu en 1879, y el primero y el último, inéditos, e incorporados por Maiorescu en la edición de 1884), que reproduce –a pequeña escala. La historia amorosa explícita en todo el poemario.

[44] En los otros testimonios, se lee: A: „[Cu] braţe 'ntinse strig...:” („Con brazos extendidos grito”); B2: „Deschide-a tale braţe” („¡Abre tus brazos!”); y D: „Desfă a tale mâni” („Abre tus manos”).

[45] „Amando en secreto, vigilé el silencio / sabiendo que a ti te gustaría, / en tus ojos leía con avidez / crueldad dulce, extraño placer. // No puedo más... la fuerza del amor / da palabras a los tiernos misterios; / la llama de tu respiración, / me induce a cubrirte con mis brazos. // ¿No ves mis ojos quemarse de sed? / No prolongues implacable mi tormento / con una sonrisa acabas con mi dolor. // Con una mirada tú ahogas mis suspiros / en el río del eterno olvido - en Leteo ,- / abre tus manos y ven a mi pecho.

[46] http://eminescu.petar.ro/opera_completa/index.html

[47] Las primeras ediciones de esta traducción datan de Buenos Aires, Losada, 1958, que también hemos consultado; aunque hemos preferido la de Seix Barral, por venir acompañada del texto en rumano y ampliar el número de poemas, de los 27 originales. La primera vez que se habló de Eminescu en español fue en la revista sudamericana Atlántida, en 1921. Véase Constantin Crişan y Victor Crăcium, La littérature roumaine dans le monde, Bucarest, Éditions Meridiane, 1969, esp. pp. 57-65.

[48] Aron Pumnul (1818-1866), gran patriota, lingüista, y filólogo; es conocido por su Libro de lectura rumano (Viena, 1862-1865), primera historia de la literatura rumana con textos.

[49] El grupo teatral Tardini-Vlădicescu había sido invitado a actuar en Bucovina por varios boyardos rumanos y fue recibido con gran entusiasmo por el público, ya que era el primero que actuaba en rumano. Entre las obras que presentaron en Cernăuţi en la primavera del año 1864 mencionaremos Chiriţa en Iaşi (Chiriţa în Iaşi) y Dos muertos vivos (Doi morţi vii) de Vasile Alecsandri, Radu Calonfirescu de Millo, La hija del peletero (Fata cojocarului) de Miclescu, etc.