Reseña de José Luis Gotor (2011)
Reseña de Trento
por
José Luis Gotor
Prometeo Digital (2011)
“TRENTO (o il trionfo dell’attesa)” de José Manuel Lucia Megías (Ibiza, 1967) es la octava entrega de su poesía desde que en el año 2000 se estrenó con un “Libro de horas”, seguido por “Prometeo condenado”(2004), ”Diario de un viaje a la tierra del dragón” (2004), ”Acróstico” (2005), ”Canciones y otros vasos de whisky” (2006), ”Cuaderno de bitácora” (2007) y “Tríptico o la cuadratura del circulo” (2009). Se diría que una necesidad de entregarse impone al tiempo físico del poeta la comunicación publica de su cotidiano crecimiento interior, de los desahogos, sueños y proyectos, ambiciones y desencantos de que se compone el tejido mismo de la vida. Los poemas suelen quedarse aislados en el cajón de su escribanía o en el rincón de su más secreta memoria personal que se cancela o reproduce como por partenogenesis hasta que un día cualquiera vienen desempolvados y recogidos bajo un lema común o epígrafes individuales que se abren a la entrega y posible unificación y comprensión del poemario. Un poeta con estas exigencias interiores escribe infinitos poemas instantáneos de noche y de día, fulminantes intuiciones y estados de animo que escapan a la autodestrucción, nunca encuentran la letra de molde y le rondan insistentemente en la cabeza. El poeta no esta siempre inspirado se dice. Ni la poesía puede ser comunicada y absorbida como un relato o una fabula , prefiere ser oída y recitada. Elaborando una poética personal desde el Puerto de Santa María, José Manuel se dirigía así a la Poesía: ”A ti/que te deseo a todas horas con mil voces/para ser, al fin, voz de la mía. A ti,/desnuda de intenciones, de programas,/de embelesos mas allá de la mística”…
Con fidelidad a esa poética se sitúa la octava entrega, mejor que poemario o cancionero, elaborada, madurada y macerada por José Manuel en Trento, una ciudad italiana de frontera o ciudad inmortalizada por la celebración de un Concilio “contra la herejía de Lutero en pro de la reforma de la Iglesia”, que anunciado en 1524,convocado oficialmente en 1542 y abierto en 1545 , se concluyo, tras dos largas interrupciones, el 4 de diciembre de 1563.Trento ,que era la sede ideal por tratarse de una ciudad gobernada por un obispo vasallo del Emperador, con de seis mil a ocho mil habitantes, llego a albergar en 1562 hasta cuatro mil forasteros. Cada prelado se hacia acompañar de consejeros, teólogos y juristas. En 1545 el cocinero del Obispo de Cádiz fue apresado por haber tratado de abusar de una “putta” en la catedral y en una refriega entre españoles e italianos el 12 y 13 de marzo de 1563 hubo 25 heridos, gracias solo a la mediación del embajador de Portugal, segón el diario de Angelo Massarelli.
¿Qué hace en Trento un filólogo cervantista sobre todo experto en libros de caballerías que es a la vez poeta? ¿Qué hace en esta ciudad que trato de ser bisagra del mundo germánico con el latino? En la soleada plaza del Duomo, por Via Cavour, Via delle Orfane, Via Pozzo el poeta camina “sin mirar a nadie./sin conocer a nadie./sin saludar a nadie”. Del concilio como tal solo podremos individuar una aventura o evocación imaginativa en la instantánea final 16 : “Se oyeron estirarse los pliegues/de su sotana/y sus manos apoyarse en la mesa de madera/y el equilibrio forzado de las velas y de los crucifijos,/de las cuartillas emborronadas con tan solo un nombre”. Todo en silencio…,pero siempre “a la orilla del triunfo de la espera”.
El poemario TRENTO es el fruto de una estancia del profesor José Manuel en Trento, como “visiting professor”. Los 16 poemas recogidos no llevan rubricas o titulillos ,porque domina un solo titulo o lema en el frontis, como subtítulo a Trento, ciudad del Concilio, “o el triunfo de la espera”, que los hilvana y da al verso un único tono métrico, casi monocorde. Justamente Pietro Taravacci en una nota preliminar, de 9 paginas ,observa que “la palabra poética revela su constante aspiración a ser lugar del canto, capaz de albergar toda entera la desazonadora espera”. La espera produciría desazón como disgusto, pesadumbre, inquietud interior. El poemario se reduce así a un libro de cantos en un alternarse de sufrimiento, ansiedad, impaciencia y desasosiego. Taravacci, profesor en el mismo ateneo de Trento y agudo critico y fiel traductor al italiano de José Ángel Valente, trata de reconstruir en los siete poemarios de José Manuel un único Yo poético del poeta, recalcando siempre su condición existencial de vagante, de viajero, de errabundo. Que José Manuel sea un viajero es seguro, yo lo conocí en China en un congreso cervantino. Que sea un caballero andante es también cierto. Que desde Trento que tanto supo esperar para tratar de solucionar problemas que todavía están sin solucionar el poeta José Manuel haga triunfar a la espera es el merito principal de su canto. Luis Alberto de Cuenca ,otro buen poeta de raíces clasicistas, abre un Pórtico del poemario con la constatación de que “en el amor, el ejercicio de la espera es obligado, si es que uno quiere arribar a puerto sano y salvo”. Todo en silencio… y del poemario de José Manuel no sabremos en qué consistió el triunfo de su espera trentina. Como con un ritornello que se repita en las 16 instantáneas del poemario se tiene la sensación de que la espera no se colma nunca, no se realiza, acongoja, es una pesadilla crónica, es decir que su triunfo consista en no realizarse, mientras que las esperanzas se realizan, porque son accidentales. Como en las canciones de San Juan que necesitan ser “declaradas” o en” los sonetos del amor oscuro” de García Lorca, el amado es un amigo y la espera se hace obsesiva, es la espera de la desesperación. “Nec speraveris sine desperatione, nec desperaveris sine spe”, amonestaba Séneca. A “La espera y la esperanza. Historia y teoría del esperar humano” como eje portante de la cultura occidental dedico en 1956 una densa monografía, nada menos que de la página 309 a la 879 de sus “Obras”(.Editorial Plenitud,1965) el medico e historiador de la medicina Pedro Laín Entralgo. En ella no estaría de más el poemario TRENTO de José Manuel Lucía Megías.
No podía por lo pronto encontrar un vestido tipográfico, ni una compañía mas consonante que la coleccion “I quaderni di Abanico” de poetas contemporaneos espanoles y latinoamericanos dirigida por Lucia y Emilio Coco del editor de Bari Levante. Hace el número 61 y al “Portico” de L. A. de Cuenca, representado en la coleccion con los números 4, 21, 22, 23, y el ensayo de Pietro Taravacci siguen la fotografia y la biografia del poeta y de la traductora Claudia Demattè ,tambien docente en la Universidad de Trento y estudiosa de libros de caballerías.