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Don Quijote en Azul 11. Desde el Quijote

 

Portal de las I Jornadas Educativas Cervantinas en Azul


Desde el Quijote un proyecto que afianza vínculos hacia adentro y afuera de la Institución

 

Margarita Arias

Escuela 21. Docente de 6°-5°. Ciclos 2009-2010

 

En el año 2007 las escuelas del distrito son invitadas a leer el Quijote adaptado por José Manuel Lucía Megías y Margarita Ferrer, para poder plasmar ilustraciones relativas a cada capítulo. Desde entonces, la escuela N° 21, en la que desarrollo desde hace años mi labor docente, estuvo ligada al Quijote y sus personajes. Varios fueron los proyectos que desarrollamos, hoy vengo a presentar uno, en el que a modo de intertextualidad, buscando relaciones posibles con la obra cervantina, salimos, con nuestros alumnos, cual Quijotes, a recorrer el barrio y descubrir sus personajes para mostrarlos en un desfile comunitario. En el clásico hallaríamos los valores, luego de leerlo, sobre ellos trabajaríamos.

 

Entre los pecados mayores que los hombres cometen, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos está lleno el infierno. Este pecado, en cuanto me ha sido posible, he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón; y si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando estos no bastan, las publico; porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensara con otras. (capítulo LVIII)

 

Tal vez este sea el sentido de presentar este relato de una experiencia que me tuvo como una protagonista más y que no dejo de agradecer el haber podido ser parte. Los docentes tenemos grandes recompensas, a veces, por nuestro trabajo, y este es uno de esos casos.

Desde el año 2007 en que nuestra ciudad fuera designada como Ciudad Cervantina de la Argentina, surgió como un imperativo el acercarnos al Quijote, que, en la mayoría de los docentes nos era conocido solo por nombre.

Así llega por la publicación que realizara el diario El Tiempo de nuestra ciudad, una adaptación de la obra realizada por José Manuel Lucía Megías y Margarita Ferrer. Nos dimos a la lectura y luego a la ilustración. El Quijote ya había entrado a las aulas, y ahí se quedó.

Fue tan movilizado el proyecto, que, en el año 2008, cuando llega otro, “Los títeres como lugar de encuentro comunitario”, convocados desde la Escuela de Estética de nuestra ciudad, no dudamos en sumarnos. En esta oportunidad se proponía a tres escuelas periféricas tomar los valores del Ingenioso Hidalgo, y como él, salir a recorrer el territorio lindante en busca de historias, cual aventuras. Ya no sería la Manchega llanura, sino las tierras cercanas a las escuelas, es decir sus comunidades. Si de “deshacer entuertos” se trataba, nosotros intentaríamos sumar a los jóvenes que, en algunos casos veíamos socialmente marginados.

Así salimos en la búsqueda de historias lugareñas que los identificaran, para lograr textos diversos, enriquecidos, que dieran cuenta de esos personajes de su vecindad. Esto llevó a la construcción de un entramado de solidaridades barriales, con participación comunitaria, y un encuentro pedagógico del que fueron partícipes cuatro escuelas: Escuela de Estética, Escuela primaria N° 13, N° 7 y la que yo pertenezco, Nº 21.

El proyecto concluía en una fiesta comunitaria, donde se integraría a niños y jóvenes en un desfile callejero para la inauguración del primer Festival Cervantino.

Así nos dimos a la construcción del andamiaje de acciones a llevar adelante, docentes y familias, todos juntos en la búsqueda de los distintos materiales que requeriríamos, desde los testimonios orales hasta el material de descarte con el que haríamos los elementos del desfile.

¿Qué propósitos nos planteamos?

  • Instalar en la escuela la mirada reparadora sobre el pasado.
  • Crear situaciones comunicativas para que las producciones orales de niños y jóvenes se expusieran antes distintos espacios y en distintos formatos
  • Articular las propuestas pedagógicas de las distintas instituciones educativas de la comunidad en jornadas de trabajo solidario.
  • Generar diversas situaciones de lectura
  • Producir diferentes tipos de texto
  • Difundir y socializar en la comunidad, en jornada pública los trabajos realizados.
  • Entrevistar a referentes de la comunidad
  • Preparar borradores para la confección de bocetos de personajes y elementos pertinentes.
  • Adquirir habilidades en el manejo de los muñecos y en el desfile callejero para la representación.

 

Y don Quijote parecía inspirarnos una vez más:

Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.

 

Una vez más el decir del hidalgo.

Vuelvo al principio, retomo nuestra identidad y detallo brevemente que nuestra escuela se encuentra radicada en la barriada en que estaban asentados los pueblos originarios, los que eran vistos como “los del otro lado del arroyo”. Había que revertir la mirada despectiva que la ciudadanía tenía sobre la escuela, y su comunidad.

La cultura de una comunidad se constituye en un ámbito dinámico, complejo, concebido como una construcción histórica y un producto social en el que se cruzan dimensiones diversas: lo económico, lo educativo, lo social, lo territorial, lo patrimonial, por nombrar algunas variantes de análisis. Partiendo de ahí nos dimos a conocer este acervo, a través de referentes territoriales. A valorar y poner a la vista de todos sus historias, valiosas todas, las que daban sentido a la barriada.

En esta oportunidad la escuela sale a la comunidad luego de haberse nutrido de ella.

En el conocimiento de que las culturas populares latinoamericanas están conformadas por una heterogeneidad de experiencias, prácticas y exteriorizaciones. Conocer esta diversidad nos permitió repensar nuestra identidad.

En este contexto, consideramos necesario rescatar la memoria de nuestra comunidad, a través del reconocimiento de las múltiples identidades que la constituyen y que a su vez enriquecen constantemente nuestra cultura. Esta sociedad nace desde la diversidad cultural: somos criollos, inmigrantes, pobladores originarios, y además, las interrelaciones entre estos grupos que definen nuevas identidades.

Para nosotros, azuleños, conscientes de la fragmentación social productos de viejas antinomias o de políticas económicas que tendieron a dividir, enfrentar o separar, vimos en esta convocatoria un camino para:

 

  • Promover el desarrollo del capital humano a través de la realización personal y comunitaria.
  • Trabajar en el entramado de un tejido social en el que cada uno sintiera el orgullo de su pertenencia.
  • Lograr que la equidad llegara a ser más que un mero enunciado, favoreciendo una auténtica igualdad de oportunidades.

 

Fueron tres años en los que trabajamos con esta temática:

  • 2009: Personajes del barrio,
  • 2010: Pueblos originarios. Habitantes, fauna de la zona: ñandúes, patos, peces, mulitas, tantas especies algunas olvidadas. En su geografía en general.
  • 2011: “El provincial”, el tren que pasaba cercano y la llegada en él, de los inmigrantes.

 

Semanalmente se reunían los directivos de las cuatro instituciones acompañados de algún maestro para analizar avances y dificultades. Una experiencia gratificante.

Con el aporte económico de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, y del municipio que proveyeron de rico material, se pudo llegar al esperado momento de la construcción de los muñecos y la utilería accesoria.

Fueron cuatro fines de semana, ocupado desde el jueves hasta el sábado bien entrada la tardecita, que una vez en cada escuela, íbamos todos a trabajar, a descubrir, a crear, a aprender, a disfrutar del trabajo con los otros.

Con la guía de nuestro conciudadano Omar Chirola Gasparini, de probada experiencia en escenografía y en la conducción de talleres comunitarios, fueron tomando cuerpo los muñecos que habíamos bocetado. A quién quisiera escucharnos le contábamos sus historias, chicos, maestros, padres, amigos de la comunidad que se sumaban ante lo original de la propuesta.

Y después, a practicar el desfile. Salir por las calles del barrio en alegre comparsa, lo que fue una revolución.

Un desafío quijotesco, y digo que, cuando uno se compromete y quiere lograr algo, esto se logra. Cuando se comparte el objetivo, las cosas se logran. Porque no faltó quién nos mirara como unos locos, porque la verdad, es que trabajamos “como locos”.

Lo miro desde el hoy, y puedo acreditar los cambios que esta propuesta produjo en nuestra comunidad.

En los alumnos en cuanto a sus conductas.

En ello un mayor compromiso. Estaban alegres de participar y alegres venían a la escuela. El entusiasmo en el trabajo que se había planificado. Cuando se recibía la visita de personas que llegaban a dar sus testimonio, cuando se encontraban trabajando con materiales novedosos. Esto se manifestaba en un mayor compromiso con lo áulico, en su cambio notable en cuanto a las actividades diarias.

El tener un proyecto trascendente, sentirse protagonistas y orgullosos de pertenecer, se fueron colocando en otro lugar. Ellos podrían ahora cruzar el arroyo y mostrar en la plaza central de la ciudad sus saberes, y tradiciones. Plaza a la que no muchos llegaban. Iban a mostrar los personajes propios como Doña Cesárea, que con técnicas mapuches teñía las telas con raíces; a doña Elisa, la curandera; a don Cazenabe que andaba en su carro rodeado de perros; todos presentes en la memoria de los antiguos de la barriada.

En esa preparación para el desfile, salíamos todos, con los muñecos, a ensayar en la placita del barrio, y el orgullo iba creciendo.

Como docente de 5° y 6° año salí enriquecida, construyendo relaciones más profundas con Liliana Codina, nuestra directora a la que debo el entusiasmo que aún me nutre, con Flavia Durán, la docente de plástica que siempre entendía lo que le pedíamos, y el encargado de medios técnicos de apoyo pedagógico que escribía y escribía lo que íbamos dejando.

Había un gran compañerismo y espíritu solidario entre los docentes, así como entre docentes, alumnos y padres. Contar que faltando poco tiempo para el desfile, los padres quedaban trabajando largas horas en la escuela, hasta caída la noche, en que decíamos basta, “que es hora de irnos”, y por las calles de tierra y poca luz salíamos para volvernos a encontrar al otro día. Una mamá cosía los disfraces, otra armaba las estructuras, otros encolaban, otros pintaban, la profesora de manualidades que aportaba con los trajes, y tantos otros actores.

Tiempos de todos para uno y uno para todos. Experiencias de vida.

Creo, que cual Quijotes fuimos detrás de nuestros sueños: lograr un mundo mejor.

Claro, que como el mundo es demasiado grande, nos limitamos a nuestro pago chico, a nuestra escuela, la querida escuela Nº 21, que creció y cuánto. Me siento orgullosa de haber sido parte y al decir de nuestro inspirador: “Cambiar al mundo, amigo sancho, no es locura ni utopía, ¡sino justicia!”.

Propongo en este compartir, volver a sentir este espíritu de caballeros andantes, cuando es tanto lo que todavía nos queda por hacer. En la ruta del caballero, aún faltan muchos entuertos por deshacer, es que por eso que en este cierre digo: ¡vayamos por ellos!