6 MAR 2023 - 10:46 CET

El IUDC presente en el primer encuentro de las III Jornadas de Justicia Alimentaria con la ponencia de Kattya Cascante

Por José Manuel Araya

El pasado martes 28 de Febrero dieron comienzo las III Jornadas de Justicia Alimentaria   organizadas por la Fundación FUHEM, con el fin de reunir  a colectivos, fundaciones , profesionales de la academia, grupos de producción y consumo…  para reflexionar, desde una posición crítica, el estado del régimen internacional alimentario, aportando alternativas a las dinámicas imperantes. Precisamente, el conjunto de las Jornadas lleva por título, Crisis Alimentarias, Alternativas, como intento de establecer espacios de narrativas y prácticas contestatarios y reconstructivos, para con el modelo agroalimentario dominante.

El primero de los cuatro encuentros de los que están compuestas las Jornadas, tuvo por nombre ``La alimentación en el cruce de las crisis del siglo XXI´´, contando con la participación de Kattya Cascante, profesora adscrita al IUDC, y de Ana Moragues, de la Universitat de Barcelona, presentado y moderado por Santiago Cantalapiedra, director del Área Ecosocial de la Fundación FUHEN.

La exposición de Kattya revisó las transformaciones acaecidas en el régimen internacional de alimentos desde 1973, repasando las lógicas y patrones de socialización dominantes en este campo, las consecuencias de tales dinámicas, y sucintamente, algunas posibles alternativas a los modelos agroexportadores dominantes.

A grandes rasgos, Kattya vinculó la situación actual del dominio alimentario como resultado de un proceso de ajuste extendido de la economía política global, ante el agotamiento del modelo de producción fordista. Los estados industrializados del Norte fueron capaces de ordenar el sistema alimentario de manera congruente con los intereses de sus clases capitalistas transnacionales; un ejemplo de ello, comentó Kattya, lo constituye el sesgo tecnológico hacia la biotecnología, al servicio del control del acervo genético de las semillas del Sur Global, en lugar de optimizar otros sectores del proceso de producción, como los relacionados con la distribución.

Así, la dimensión alimentaria fue reformada y constituida a imagen y semejanza  del capitalismo financiero transnacional, siendo la lógica dominante en el ámbito agroalimentario, los imperativos mercantiles, en  detrimento de la dignidad y el derecho a una alimentación sostenible. Esta lógica productivista, basada en la narrativa de la escasez y la necesidad de incrementar consecuentemente la producción, en lugar de solucionar el problema para el que afirmaba su razón de funcionamiento, tuvo como consecuencias de facto la privatización y concentración de la propiedad de las cadenas de valor en los nuevos actores dominantes del sistema agroalimentario, las empresas transnacionales.

Los procesos y procedimientos que atravesaron y condicionaron  estas tendencias de mercantilización, son múltiples, resaltando Kattya, los siguientes: 1) la financierización de la actividad agraria, exponiéndose los alimentos, a los modos de funcionamiento financieros, y pasando a ser considerados como un activo más, susceptible a la especulación y la volatilidad inherente a estos insumos; 2) constitución de la llamada seguridad alimentaria, definida empíricamente como la aceptación de los estados más vulnerables, de que, a cambio de poder alimentar a su población(en la mayoría de los casos, deficitariamente), estos cederían el control y la toma  de decisión a otras esferas de carácter oligopólico y no democrático; y  3) los Tratados de Libre Comercio como mecanismo de inserción  en los patrones de globalización neoliberales.

Algunas de las consecuencias ecosociales que Kattya señaló son que actualmente hay 850 millones de personas pasan hambre en el mundo existiendo una capacidad productiva de alimentar a 12.000 millones de personas y esto ocurre porque el hambre de estos millones de personas es consecuencia directa de la forma en la que se ha incrementado dicha capacidad de producción;  los altos niveles de desperdicio alimentario (una persona en el Norte Global desperdicia de media, unos 115 kilos de alimentos al año); la poca capacidad de agencia de los consumidores…

La conclusión fundamental de la exposición de Kattya Cascante gira en torno a la necesidad de repolitizar la toma de decisiones en el régimen internacional alimentario, alejándose del planteamiento técnico-productivista que nos ha traído hasta aquí.

Este tipo de encuentros son cruciales para fortalecer las conexiones y espacios interesados en transformar el injusto y desigual sistema agroalimentario.