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Día Internacional para la Prevención del Extremismo Violento cuando Conduzca al Terrorismo

13 FEB 2023 - 18:01 CET

12 de febrero. Día Internacional para la Prevención del Extremismo Violento cuando Conduzca al Terrorismo. Vínculos con el Desarrollo, y con el Sistema Internacional de Cooperación para el Desarrollo.

Por José Manuel Araya

El trabajo preventivo con el extremismo violento y el terrorismo debe ajustarse a las condiciones históricas y contextuales que atraviesan la existencia y desarrollo de este tipo de movimientos sociales. Es necesario que las situaciones y tensiones de las que emanan los grupos terroristas sean situadas en el centro de los marcos de prevención empleados, bajo una mirada multidimensional del fenómeno, que recoja los impactos múltiples que las realidades económicas, políticas, culturales, sociales y medioambientales tienen sobre él. Por tanto, una mirada integradora y multidisciplinar resultará crucial.

Esta perspectiva es la recogida por la Estrategia global de las Naciones Unidas contra el terrorismo, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2006, así como, el Plan de Acción para Prevenir el Extremismo Violento, de 2015. Dentro de este marco, se ubica precisamente la instauración de este día internacional, orientado a concienciar sobre las amenazas vinculadas al extremismo violento, y mejorar la cooperación internacional a este respecto.  

Para poder conocer los procesos de socialización que conducen a un individuo a mantener posiciones extremistas violentas, se presenta la necesidad de que, de base, toda prevención profunda del extremismo violento trate tres aspectos asociados a cada uno de los tipos de prevención existentes: primaria, secundaria y terciaria.

La primera gira en torno a la identificación de las transformaciones y contradicciones sociales que explican la aparición de este tipo de movimientos, las cuales sus líderes explotan para conseguir nuevos reclutas, disciplinar y cohesionar a los ya miembros, y fomentar, por lo menos la aquiescencia, o incluso la simpatía, de la sociedad civil. La importancia de la inestabilidad en la génesis del extremismo violento, permite entender que, aun siendo un fenómeno con presencia en todas las regiones del mundo, los focos de mayor intensidad terrorista se ubiquen en zonas afectadas por su condición de desigualdad en el sistema internacional, e inmersas en crisis de adaptación derivadas del contacto con formas de organización colectiva foráneas (como Latinoamérica y el Sudeste Asiático en la segunda mitad del siglo XX).

En segundo lugar, se debe responder a la pregunta de por qué el terrorismo, y se convierte uno de los principales canales de resolución de conflictos en una determinada sociedad. Se trataría de desvelar las condiciones que explicarían la escalada desde el extremismo violento, a los actos terroristas, estudiando los medios de contacto existentes entre la sociedad civil y las instituciones políticas vigentes. Muchos de los estados y sociedades en los que surgen movimientos terroristas adolecen de instituciones representativas, presentan altos niveles de exclusión social, y su poder político se encuentra secuestrado por élites que no rinden cuentas a los ciudadanos (en repetidas ocasiones son cooptadas por fuerzas transnacionales).

Por último (y sólo si nos movemos en un plano de prevención terciaria), conocer los recursos, organización y estrategias de los grupos subversivos en formación, así como las oportunidades y vulnerabilidades presentes en el entorno para su canalización, neutralización y erradicación.

Estas tres preguntas sólo pueden responderse reconociendo los importantes nexos existentes entre el terrorismo y las contingencias históricas, sociales, económicas y culturales en las que surgen.

Para ello se repasarán, de manera sucinta, las razones y las interdependencias cruzadas que pueden fomentar la aparición de extremismos violentos y terrorismo. Se podría decir que estas variables terminan por moldear un orden social en el que se hace más probable el uso del terrorismo como herramienta de presión política. El objetivo sería minimizar los contextos favorables a la radicalización.  El listado de procesos y variables (Iglesia-Caruncho, 2005; Nuñez, et al., 2009; Alonso, 2012), a tener en cuenta es amplio y heterogéneo, lo que complica su recopilación. Se mencionarán algunos de ellos.

 

Algo que puede ser común a estos factores, son las respuestas afectivo-fisiológicas que generan en las víctimas, caracterizadas por el miedo, la ansiedad y la desesperanza. Si juntamos estas vivencias, se conforma una experiencia humana más compleja, y enormemente aversiva, la percepción de inseguridad.  Y esto es de gran relevancia para la prevención del terrorismo si nos atenemos al último Informe sobre Desarrollo Humano (PNUD, 2022), en el que se afirma que aquellas personas que se sienten más inseguras, también tienen más probabilidades de tener concepciones políticas extremas y violentas. No es de extrañar.

Sin más, aquí una síntesis de posibles estímulos facilitadores:

-Elevados niveles de exclusión y discriminación política, relacionado con diversos hechos, entre los que se podría resaltar: 1) la existencia de impedimentos de participación pública a determinados colectivos, el predominio de prácticas de competición política antidemocráticas o el funcionamiento neo patrimonialista del Estado; 2) el déficit de recursos estatales para ejercer un control intensivo del territorio (en muchos casos, basta con alejarse unos kilómetros de la capital), lo que a su vez fomenta la marginación y los desequilibrios territoriales; 3) las desigualdades notables en la distribución social de los impactos y réditos; 4)  el pasado colonial, con el establecimiento de fronteras arbitrarias,  o con la firma  de tratados perjudiciales que propiciaban interesadamente enfrentamientos internos (el eterno principio de ``divide y vencerás´´); 5) en muchos casos, sus sistemas políticos son resultado de arreglos coherentes para con los intereses de potencias globales y regionales, más que emergidos del consenso popular. Además, parte de esta injerencia externa ha financiado, organizado y sostenido a grupos subversivos y terroristas. Todo esto es aprovechado por los grupos terroristas de dos maneras: uno, para conseguir nuevos reclutas, movilizando conductualmente el descontento social, y dos, para instaurarse como autoridades de facto en las regiones abandonadas por el gobierno central.

-Vinculado a este primer punto, suelen ser sociedades que presentan altos niveles de desigualdad de renta y de oportunidades, agravados por la preeminencia de pautas de socialización globales guiadas por la autorregulación de los mercados, y por la inserción salvaje en los sistemas productivos, comerciales y financiaciones internacionales. Otros factores que explican dichas desigualdades, se encuentran en los bajos niveles educativos (sobre todo en mujeres), las dificultades que encuentran los Estados para llevar a cabo medidas redistributivas, o la elevada concentración de la propiedad de la tierra.  La interacción de estos factores, convierten el terrorismo en una opción de salida a considerar por los jóvenes. La exclusión social y la violencia están íntimamente relacionadas (Kruijt, 2012).

-Atender a los procesos culturales, a las representaciones cognitivas que tiene una sociedad sobre sí misma, su espacio en el mundo, y su devenir. Dentro de su propia lógica, desarticular discursivamente su utilización por parte de grupos extremistas.

-También relacionado con la desigualdad social existente, la poca capacidad (y en muchos casos, desinterés) del Estado para poner en marcha medidas de gasto público, de imposición progresiva y o de regulación de las relaciones económicas, orientándolas al servicio de objetivos vinculados al desarrollo humano.

Suelen contar con sistemas impositivos poco desarrollados, en cuanto a las tipologías existentes, y al propio nivel de ingresos fiscales. Esto, dificulta el funcionamiento de la administración del Estado y la cobertura de las necesidades básicas de su población. Algunas de las causas detrás de ello, podrían ser: los altos niveles de empleo informal, la predominancia de las transacciones en efectivo, la importancia de la agricultura (que es más difícil de gravar), la inexistencia de tratados impositivos internacionales que inhabiliten la competición fiscal desleal entre estados y empresas.…

La reducción del papel del estado en el desarrollo ha sido fomentada por las medidas de condicionalidad política y económica a las que se asoció la concesión de la ayuda internacional desde el aparato institucional hegemónico de cooperación, durante la segunda mitad del siglo XX. Las numerosas repercusiones sociales, y las crisis derivadas de estas políticas de ajuste estructural situaron a los estados afectados, en una dinámica de pérdida de legitimidad, y de creciente desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones políticas formales. Se fragiliza la gobernanza, la capacidad de los sistemas educativos, productivos, sanitarios y de innovación nacionales, en pro de las interdependencias basadas en un mercado global autorregulado. Este es un entorno idóneo para la aparición de extremismos violentos, que ocasionalmente, pueden convertirse en movimientos terroristas.

-El ya débil sistema impositivo al que se hacía referencia en el punto anterior, se ve enormemente afectado por los costes de mantener un aparato coercitivo, necesario ante la poca legitimidad que poseen estos gobiernos. Son Estados en los que predominan las prácticas represivas y marciales, e incluso, en los casos más graves, conductas que pueden etiquetarse como terrorismo de estado. En consonancia con ello, se debe tener mucho cuidado con el uso perverso que estos estados autoritarios dan al concepto de terrorismo, tildando de tal, a casi cualquier grupo opositor al orden dominante (la América Latina de los gobiernos controlados por las Fuerzas Armadas en los 60, 70 y 80, da buena fe de este tipo de prácticas).

-Situación de desventaja económica relativa, consecuencia de la predominancia en el sistema internacional, de un patrón de socialización influido enormemente por las diferencias en la división internacional del trabajo y en el lugar de radicación de las actividades económicas de mayor y menor mercantil.  En esta estructura de interacciones socio-económicas, los Estados se relacionan funcionalmente de un modo asimétrico, apropiándose, las naciones centrales del sistema, de una parte, del excedente de producción de los estados periféricos, por medio del monopolio tecnológico o el control de los medios de pago. Las consecuencias de esto se pueden encontrar en lo comentado en los primeros epígrafes: marginación social, desigualdad política y violencia.

Muchos de estos países, están abocados, en gran medida, a basarse en un modelo de capitalismo extractivo, con las implicaciones que ello supone: poco empleo, inestabilidad económica, daño medioambiental, corrupción y sobornos.... Aparte también de las bajas rentas, la minusvaloración del trabajo humano, y la inestabilidad en el empleo…son todas ellas, cuestiones aprovechadas por los movimientos terroristas, para crecer y desarrollarse.

-Problemas estructurales de deuda, y sistemas de arbitraje controlados por los países prestamistas.  Los servicios de pago de la deuda suponen en estos estados un 4% de su PNB, afectando, entre otras muchas áreas, al gasto social, lo que agrava la pobreza (caldo de cultivo para la violencia) y deteriora la provisión de bienes públicos, entre ellos, la seguridad (Alonso y FitzGerald, 2003).

- Los amplios procesos de urbanización suelen desestructurar los sistemas de creencias y afiliación consuetudinarios, sin la necesaria construcción de alternativas identitarias, que vayan más allá de la mera consideración de capital humano hacinado en ciudades de millones de habitantes. Sin una identidad reforzante disponible, los jóvenes son más susceptibles de involucrarse en movimientos extremistas. Además, es en las ciudades, donde los ciudadanos pueden apreciar de manera más cruda, la existencia de esas desigualdades y brechas (políticas, sociales y económicas), y de las prácticas de control represivas por parte de la policía o las Fuerzas Armadas.

Echando un vistazo a estos factores, se deslizan los enormes beneficios que el sistema de cooperación para el desarrollo podría aportar a la prevención del extremismo violento en todas las áreas mencionadas. La modificación de estos condicionantes facilitadores, interrumpiría en buena medida, la materialización terrorista del extremismo violento, o la aparición de este último.

Lamentablemente, el sistema de ayuda realmente existente, se ha constituido como segmento de acción (sin ignorar por supuesto, su carácter multicéntrico) ligado a la arquitectura hegemónica preponderante en las relaciones transnacionales, lo que ha impedido a su vez, en muchas ocasiones, un trabajo coherente verticalmente con la perspectiva del desarrollo humano.

La cooperación al desarrollo se convierte así, en un medio de resolución de contradicciones y consecuencias acaecidas en la sociedad internacional, aportando soluciones parciales a las mismas, que tienen como objetivo principal preservar la reproducción del sistema, el orden establecido, con el menor coste posible para el mismo (Vassalli y Albor, 2017). Comentado en repetidas ocasiones (por ejemplo, Echart, 2009) la ayuda al desarrollo se ha transformado, prácticamente, en una agenda de compensación social, encargándose más de las consecuencias, que de los factores que las explican y posibilitan (el enfoque en las necesidades básicas o los ODM, pueden enmarcarse en este relato).

Si miramos de manera más detenida en la historia del sistema de cooperación para el desarrollo, los movimientos subversivos han tenido un papel protagónico en dos de sus momentos fundacionales (Sanahuja y Palacios, 2021): un primer momento, vinculado a la creación de la USAID durante administración Kennedy, y de los mecanismos de financiación de créditos blandos, con el objetivo de emplear la ayuda al desarrollo como instrumento contrainsurgente en América Latina, tras la revolución cubana de 1959. Y un segundo momento, a principios del s. XXI, con la denominada, Guerra Global contra el Terror (GGCT), tras los ataques del 11-S, lo que implicó una tendencia a militarizar el sistema de cooperación. A la GGCT le dedicaremos los últimos párrafos del escrito.

Podría parecer que cuando se habla de seguridad, se designa un hecho objetivo y externo al que los actores deben enfrentarse. Se pierde de vista que, como cualquier otro ámbito de la vida social humana, se construye y perfila a través de procesos discursivos acontecidos dentro de unos márgenes ecológicos, tecnológicos e históricos. Es fundamental, por tanto, desvelar la manera en la que los grupos sociales construyen  lo que para ellos es sentirse seguros, para quién lo hacen (audiencia), qué o quienes se designan como amenaza, qué intereses movilizan, cuáles son las respuestas consideradas legítimas o posibles, a través de qué canales  se trata su gestión….Como acto discursivo, no puede desligarse de las operaciones conductuales que enmarca, ejerciendo influencia sobre las prácticas, y terminando por establecer los enfoques, problemas y soluciones disponibles/elegibles.

Una de estas narrativas de seguridad, es la llamada Guerra Global contra el Terror (GGCT), que alteró el funcionamiento de las instituciones dominantes en el campo del desarrollo, otorgándole al mismo, un rol supeditado a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos. En el marco cognitivo de la GGCT, la amenaza a atajar no eran los problemas vinculados con el bienestar de las poblaciones que habitaban esos estados socialmente vulnerables, si no el posible refugio que podrían suponer estos países para el terrorismo y la delincuencia, siendo los estados centrales del sistema, a los que se debía proteger del terrorismo yihadista. Desde esta perspectiva, las herramientas de actuación predilectas son las de tipo militar, subordinando el resto de dimensiones a sus lógicas de funcionamiento.  Se deja de poner el foco en las poblaciones de esos estados, que viven apegadas directamente a la terrible realidad de la violencia. Sí, se resalta la peligrosidad que suponen los movimientos terroristas para Occidente, obviando del discurso al resto de condiciones de las que emana la violencia política: precariedad, denigración, sumisión impuesta, falta de oportunidades….

La GGCT ignoró el enfoque de prevención multidimensional y multinivel que recogen los documentos oficiales de las Naciones Unidas, securitizando la cooperación al desarrollo. Por securitización se entenderá la canalización de una determinada situación a través de medios extraordinarios, bajo la legitimidad otorgada por el miedo de la audiencia, tras un acto discursivo que categoriza el evento (en este caso Al Qaeda) como una de las principales amenazas a las que puede enfrentarse la sociedad en cuestión. Los modos de relación entre comunidades políticas diferentes quedan monopolizados por el miedo y la desconfianza derivadas del proceso de securitización, siendo conducidas las interacciones por cauces militares y de inteligencia. La cooperación en materia de seguridad e inteligencia, tanto civil como militar, es fundamental, sí; más esta, debe estar incorporada de forma coherente, al resto de dimensiones que constituyen el desarrollo humano. La instrumentalización de la ayuda en este sentido, atenta contra uno de los principios, que constantemente cita el PNUD en sus informes sobre prevención del terrorismo:  para que la violencia se reduzca a largo plazo, es necesario que las sociedades transiten desde la supervivencia, a la prosperidad. Y la cooperación para el desarrollo bajo la GGCT inhabilita en gran medida esta necesaria transformación.

En definitiva, la prevención del extremismo violento y la consiguiente búsqueda del bienestar humano, deben contemplar un enfoque integrador y holístico que intervenga en las condiciones de vida que desestabilizan la existencia vital de los individuos, y que fomentan la desintegración social, y con ella, la violencia.  

Referencias utilizadas en el escrito:

-Albor, G. y Vassalli, G. (2017). La Cooperación Internacional en el asimétrico sistema global neoliberal: un análisis histórico-crítico desde el Sur. En G. Albor y G. Domínguez (eds), Historia de la Cooperación Internacional desde una perspectiva crítica, 75-105. Barranquilla: Editorial Uniautónoma.

-Alonso, JA y Fiztgerald, V. (2003). Financiación del desarrollo y coherencia en las políticas de los donantes. La Catarata.

-Alonso, JA. (2009). Cooperación con países de renta media. Editorial Complutense.

-Caruncho, M. (2005). El impacto social y económico de la cooperación al desarrollo. La Catarata.

-Echart, E. (2009). La agenda del desarrollo: potencialidades y límites de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En R. Manzano y C. García (eds), Ayuda al Desarrollo: piezas para un puzzle, 83-96. La Catarata.

-Guimón, P. (3 de febrero de 2023). El clima extremo y la guerra matan de hambre en Somalia. El País. https://elpais.com/planeta-futuro/2023-02-06/huir-de-una-combinacion-mortal-extremismo-islamista-y-la-peor-sequia-que-ha-visto-el-cuerno-de-africa-en-40-anos.html

-Kruitj, D. (2012). Democracia, pobreza y violencia en América Latina: viejos y nuevos actores. En J. A. Sanahuja(Coord.),Construcción de la paz, seguridad y desarrollo. Visiones, políticas y actores, 153-177. Editorial UCM.

-Nuñez, J., Hageraats, B. y Kotomska, M. (2009). Terrorismo Internacional en África: La construcción de una amenaza en el Sahel. La Catarata.

-Sanahuja, J. A. y Schunemann, J. (2012). El nexo seguridad–desarrollo: entre la construcción e la paz y la securitización de la ayuda.  En J. A. Sanahuja  (Coord.),Construcción de la paz, seguridad y desarrollo. Visiones, políticas y actores, 17–70. Editorial UCM.

-Sanahuja, J. A., y Delkáder–Palacios, A. (2021). Ayuda, hegemonía y poder: EEUU y la configuración de la agenda global del desarrollo. Revista De Fomento Social, (300), 301-327. https://doi.org/10.32418/rfs.2021.300.5030

Referencias relacionadas con Día Internacional para la Prevención del Extremismo Violento cuando Conduzca al Terrorismo

-Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2022). Informe sobre Desarrollo Humano 21/22: Tiempos Inciertos, vidas inestables. Recuperado en: https://report.hdr.undp.org/es/?_gl=1%2aqmcc6t%2a_ga%2aNDIzMDAyMDgxLjE2NzUzNTg0NTE.%2a_ga_3W7LPK0WP1%2aMTY3NTQ2ODM5MS4yLjAuMTY3NTQ2ODM5MS4wLjAuMA

-Asamblea General de las Naciones Unidas (2006). A/RES/60/288 Estrategia global de las Naciones Unidas contra el terrorismo. Recuperado en: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N05/504/91/PDF/N0550491.pdf?OpenElement

- Asamblea General de las Naciones Unidas (2015). A/70/674 Plan de Acción para Prevenir el Extremismo Violento. Recuperado en: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N15/456/25/PDF/N1545625.pdf?OpenElement

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